El Consejo de Medio Ambiente Europeo celebrado hoy ha demostrado que la industria europea de aparatos inalámbricos ha jugado sus cartas y las ha jugado bien. Algunos países han cedido claramente a estas presiones y el resultado ha sido un acuerdo de prohibición de las baterías de cadmio-níquel de la cual quedan exentos, de momento, este tipo de aparatos, que representan el 70% del mercado de estas pilas.

Las posiciones de Alemania, Francia, Reino Unido, Polonia e Italia han logrado diluir el espíritu de la futura directiva, que ahora depende de la voluntad del parlamento europeo para recuperar ambición. De la propuesta original de prohibir totalmente el uso de estas pilas, ya habían sido excluidas las baterías industriales; tras el acuerdo de hoy, determinados aparatos como los teléfonos móviles , juguetes, o cámaras quedarían incluidos en la prohibición. Esto es un dato positivo, pero no hay que olvidar que dichos aparatos representan menos de una cuarta parte del uso actual del cadmio.

El cadmio es un conocido tóxico y carcinógeno, que puede causar daños en el riñón, los huesos, y el hígado. El objetivo inicial de la directiva contemplaba un alto nivel de protección de la salud y el medio ambiente. Según Ecologistas en Acción, con el compromiso adquirido hoy este objetivo queda bastante diluido, y no se apuesta de una manera clara por el principio de sustitución. No existen excusas para no prohibir el uso de este metal tóxico ya que tanto los informes del Consejo como la información de la propia industria atestiguan que existen alternativas más seguras disponibles en el mercado a un coste mínimo. Lo que existe es falta de voluntad política y una fuerte presión de la industria.