Ecologistas en Acción, tras analizar el condicionado técnico de la Autorización Ambiental Integrada que se concedió a la central térmica de Mequinenza el pasado 23 de diciembre, ha podido comprobar que el control al que se someterá la central para evitar la contaminación del aire, lejos de ser excepcional como se pretende, es similar al de otras centrales térmicas y de muy difícil cumplimiento, cuando no imposible. De hecho Ecologistas en Acción considera que ninguna de las centrales térmicas aragonesas goza de un control efectivo que evite la contaminación de las poblaciones vecinas.

En lo que se refiere a la central de Mequinenza, las condiciones de la autorización contemplan la posibilidad de suspender temporalmente la actividad de la central térmica si alguna de las dos estaciones de control de la contaminación que se pondrán detecta superaciones de los límites legales que rigen para los contaminantes atmosféricos.

A este respecto, y en primer lugar, Ecologistas en Acción considera que no ofrece garantías el hecho de que sea la parte interesada, en este caso la central térmica, quien controle el funcionamiento de los aparatos de medida que se supone han de supervisar, y eventualmente suspender, la actividad de la propia central térmica de carbón. El simple hecho de remitir informes mensuales sobre la contaminación al Departamento de Medio Ambiente, o de hacer inspecciones esporádicas, no ofrece garantías de ningún tipo sobre la toma de medidas y puede convertirse fácilmente en una simple rutina de acumulación de datos en los archivos administrativos.

Destacamos en esto, como prueba del control real que ejerce el Departamento de Medio Ambiente aragonés sobre las centrales térmicas, que, tras solicitar Ecologistas en Acción datos sobre la contaminación medida en el entorno de las centrales térmicas aragonesas, la administración tardara meses en remitir la información, incompleta, y alegara, en su excusa, la dificultad habida para recopilar los datos. ¿Cómo puede alguien controlar unos datos de contaminación cuando no los tiene, siquiera, disponibles de un modo inmediato?

En segundo lugar, se ha de tener en cuenta que el hecho de suspender la actividad de una central térmica, por posibles superaciones de los niveles de contaminación, tiene fuertes implicaciones económicas y jurídicas y ha de estar claramente regulado por un protocolo de actuación, especialmente teniendo en cuenta la complejidad de los fenómenos relativos a la contaminación atmosférica y a las normas que lo regulan. En el caso de Mequinenza, al igual que las demás centrales térmicas aragonesas, no hay nada que se pueda parecer en lo más mínimo a dicho protocolo de actuación y solo se da una orientación vaga y genérica. La necesidad del protocolo queda más patente todavía cuando en Aragón se tiene una total falta de experiencia sobre cómo actuar en el entorno de las centrales térmicas cuando hay exceso de contaminación.

En relación a los problemas técnicos que tendría el control de la central térmica se resalta que hay parámetros en la legislación ambiental vigente, o la que entrará pronto en vigor, en el año 2010, que se refieren a promedios tomados en periodos de tiempo largos y que son imposibles de predecir. La contaminación que habrá en la zona no solo dependerá de la actividad de la central térmica sino de otras actividades humanas (otras industrias, tráfico, quemas de rastrojos, etc.) y del tiempo atmosférico. Si tomamos como ejemplo a la contaminación por partículas, denominadas PM10, la norma dice que no se debe superar la media anual de 40 microgramos/m3 y que las superaciones diarias de los 50 microgramos no se deben superar más de 35 veces al año. Si los primeros meses del año tuvieran, por ejemplo, valores bajos, sería imposible saber de antemano si en los meses finales del año se tendrían o no valores altos que hicieran superar los valores anuales máximos.

Sería posible que, por precaución ambiental, se tuviera limitada la actividad de la central durante un año y luego resultara que las precauciones sobraban por tenerse condiciones ambientales favorables al final del año. Y también podría darse el caso contrario, que se confiara en tener “un buen año ambiental” y que en los últimos meses del año se tuvieran malas condiciones atmosféricas que hicieran saltarse los límites impuestos.

En lo que se refiere a la contaminación por ozono troposférico la cuestión es más complicada todavía, ya que la contaminación por este gas está ya prácticamente generalizada en primavera y verano, tanto en Europa, como, en particular, en España o Aragón. Es difícil, con este gas, saber a mediodía si se van a sobrepasar o no las medias diarias legales (que se miden en bloques de 8 horas) y por tanto si se tendría o no que parar la central térmica en un día concreto. Haría falta disponer de un costoso sistema de información, que en Aragón no se tiene, para prevenir medianamente bien los valores del ozono. Y si esto es difícil es prácticamente imposible conocer valores que se toman en periodos anuales (número de superaciones de los 120 microgramos/m3 en un año) o de más de un año, como el denominado AOT40, que se usa para proteger la vegetación. Las superaciones de los valores límites del ozono, según legislación del año 2010, hubieran estado generalizadas en Aragón de haber entrado ya la norma en vigor y, de hecho, hubieran requerido que esta central térmica de Mequinenza, y las otras aragonesas, detuvieran su actividad al menos durante tres meses al año (de mayo a julio) y quizás más, cosa que esta asociación duda mucho que estuviera dispuesto a ordenar el Gobierno de Aragón.

Planteamos, además, la siguiente pregunta al Gobierno de Aragón… Si se detectaran, por ejemplo, en mayo o junio, que los máximos de superaciones legales, en las PM10 o el ozono, se hubieran ya superado, ¿Estaría el Gobierno de Aragón dispuesto a parar la central térmica el resto del año?

Por lo expuesto Ecologistas en Acción considera que lo único realmente efectivo y sensato, para frenar la ya generalizada contaminación, es no permitir la construcción de más centrales térmicas, del todo innecesarias, y establecer protocolos de actuación, claros y concretos, que permitan conocer con precisión bajo que circunstancias ambientales ha de limitarse la actividad de las centrales térmicas que ya funcionan en Aragón. Y, por supuesto, rogamos que haya un poco de control.