En un ambiente urbano, los niños y, cada vez más, los mayores corren el riesgo de olvidar la importancia del sol, de la lluvia y de las tierras fértiles para que se mantenga la vida en el planeta. Compramos los alimentos envasados sin saber cuántos kilómetros recorrieron para llegar a nuestras manos, cuánto tiempo tardaron en cultivarse o cuánto esfuerzo invirtió el agricultor para sacar adelante su cosecha.

Desde Ecologistas en Acción de Las Palmas de GC hemos emprendido un proyecto de educación ambiental que trata de que niños y mayores de la ciudad tengan la posibilidad de vincularse a un trocito de tierra fértil en la que cultivar sus propios alimentos sin salir de la ciudad.

Hace un año, los miembros de la Asociación ecologista se dieron cuenta que la cantidad de contenedores de basura que se acumulan en los almacenes por su estado de deterioro, tenían una verdadera utilidad y que, una vez cortados podían transformarse en enormes bandejas móviles en las que cultivar lechugas, zanahorias, tomates y todo tipo de hortalizas.

Gracias a una subvención de la Obra Social de La Caja de Canarias comenzarán a impartir cursos prácticos y gratuitos sobre el cultivo de huertos en recipientes. “Las personas que se inscriban aprenderán a preparar sustratos adecuados, a asociar distintos cultivos que además de ser compatibles, se benefician. Aprenderán las técnicas que hacen posible el reciclaje de materia orgánica a través del compostaje en las propias casas, y sobre todo aprenderán a cuidar y respetar los ciclos de la naturaleza”.

Los ecologistas han editado un manual para el cultivo de huertos en azoteas que de manera sencilla y sin necesidad de tener conocimientos previos, explica todos los pasos que hay que seguir para cultivar hortalizas de forma ecológica en espacios reducidos. Por un lado desarrollarán cursos prácticos de seis horas para personas o familias que soliciten la inscripción y, por otro, desarrollarán talleres sobre esta particular forma de practicar la agricultura en los centros educativos y sociales que lo soliciten.

“Cultivando un huerto en casa aprendemos más sobre el funcionamiento de los ciclos de la naturaleza, conocemos directamente cómo se producen los alimentos que posibilitan la vida y valoramos la importancia de que exista una tierra fértil para que sobrevivamos. En las ciudades corremos el riesgo de olvidarnos de que también dependemos directamente del campo”, afirmó Esther Fresno, responsable del proyecto y añadió también que “si además combinamos la actividad del huerto con el reciclaje de materia orgánica (restos del propio huerto y de la cocina) para obtener compost o abono natural, fertilizamos el suelo de forma natural sin contaminarlo con productos químicos y cerramos el ciclo de la naturaleza en nuestra propia casa. Presenciamos un proceso imprescindible que ocurre en el medio natural donde los residuos no existen y todo es reutilizado para mantener la vida”

Huerto urbano en azotea