La central nuclear de Garoña lleva desde el pasado 28 de enero funcionando por debajo de su potencia nominal. En concreto, ese día pasó bruscamente de los 466 Mw a 447Mw, y aún no se ha recuperado, ya que a 3 de febrero está funcionando a 451Mw.

Aunque la bajada de potencia no llega al límite que marcan las Especificaciones Técnicas de Funcionamiento como para que sea preceptiva notificación al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), sí es significativo el momento y la central en que se ha producido: Garoña, que termina su permiso de explotación el próximo 2 de julio tras 39 años, y semanas antes de la recarga de combustible.

Ecologistas en Acción, ha manifestado su preocupación por el hecho de que se produzca esta incidencia a las puertas de la recarga de combustible. En las últimas recargas, se han producido fisuras en las varillas de los elementos combustibles que han provocado un aumento considerable de la radiactividad en el circuito primario y a su vez una disminución de potencia.

Curiosamente, esta vez no ha aparecido notificación alguna de fisuras, el año en que el Gobierno decide si le prorroga el permiso de explotación o cierra la central definitivamente. También ha sido 2008 el año con menos sucesos notificables por parte de los titulares de la central.

Según Ecologistas en Acción, a partir de un informe del CSN, la central tiene 78 elementos que se consideran severamente degradados, y otros 135 componentes con un estado de degradación que se califica de medio o bajo. Alguno de ellos, como el barrilete, están seriamente dañados y han sido remendados con soldaduras y chapas para controlar las grietas que se han ido produciendo. El barrilete está dentro del reactor y puede ser causante de vibraciones que provoquen las fisuras antes citadas.

Por todo ello, la organización ecologista, ha manifestado en varias ocasiones su preocupación porque la central siga funcionando y más aún que el Gobierno se plantee siquiera concederle una prórroga a su permiso.