El 95% de los residuos de envases, vidrio y papel no se recoge selectivamente. Más del 90 % de la basura termina en vertederos y no llega a reciclarse.

La falta de vigilancia ambiental posibilita la existencia de cerca de 40 puntos negros cuya limpieza ocasiona unos gastos de más 240.000 € mensuales.

La normativa legal obliga a los ayuntamientos a recoger los residuos sólidos en 4 clases de contenedores: uno para la materia orgánica biodegradable (restos de comida), y otros 3 para papel-cartón, vidrio y envases (y otros residuos inorgánicos). Aproximadamente la mitad de la basura domiciliaria es orgánica biodegradable y la otra mitad corresponde a las restantes fracciones. Cada año se recogen en Sanlúcar unas 45.000 toneladas de basura domiciliaria. De ellas unas 20.000 toneladas son papel, vidrio y envases que deberían ir a los contenedores amarillo, verde y azul. Sin embargo, sólo 1.200 toneladas se recogen por separado: el 5 %. El restante 95 % se tira todo revuelto, junto a la materia orgánica, al contenedor convencional al que solo se deberían echar los restos de comida. El resultado es que solo una mínima parte de la basura se recicla y más del 90 % acaba en un macrobasurero en Medina Sidonia. Aunque la recogida selectiva ha mejorado ligeramente en los últimos años la situación sigue siendo francamente lamentable y la nota emitida por la Delegación de Medio Ambiente con fecha de 28 de febrero, no se corresponde con la situación real del problema.

Esto es así por la escasez de contenedores, la falta de información y de concienciación ciudadana y el desinterés del gobierno municipal.

Sanlúcar, por población debería contar con una infraestructura denominada “punto limpio” a la que se pueden llevar cualquier tipo de residuo domiciliario (escombros, enseres domésticos y residuos peligrosos domésticos). Existen puntos limpios en Rota y en el Puerto de Santa María, pero aquí en nuestra localidad seguimos esperando.

Sanlúcar por el contrario está lleno de “puntos negros” aquellos lugares, especialmente en las zonas periféricas de la ciudad, donde se instalan los contenedores de color verde que recogen los residuos sólidos urbanos, ya que en ellas además de la basura domestica se acumulan todo tipo de residuos no orgánicos como escombros, enseres, electrodomésticos, incluso en algunos casos restos de material tóxico y muy contaminante (pinturas, aceite de automoción, baterías, plásticos de invernaderos, pvc, uralitas,…), por lo que consideramos que la gestión que está realizando la Delegación de Medio Ambiente e Infraestructuras deja mucho que desear. A estos enclaves, donde se depositan esta clase de residuos lo denominamos “puntos negros”, porque no sólo se arroja en el interior de los contenedores sino en los alrededores de estos, ocupando una extensión de más de 50 metros cuadrados depositándose un amplio abanico de sustancias no órganicas. La falta de concienciación de algunos ciudadanos y la casi inexistente vigilancia ambiental permiten la persistencia de estos lugares. La mala gestión de lo puntos negros por parte del Equipo de Gobierno, le cuesta a los ciudadanos algo más de 240.000 € todos los meses (unos 40 millones de las antiguas pesetas), por los gastos que ocasionan su retirada, limpieza, tratamiento y el coste que se sufraga para pagar a los gestores autorizados.

Para remediar esta situación son necesarias mayores inversiones en infraestructuras, campañas serias de información y sensibilización ciudadana, una mayor vigilancia ambiental y sobre todo, un giro en la política medioambiental, para que deje de ser una cenicienta y se convierta en uno de los ejes del desarrollo de la ciudad.