Se ha perdido -ha dejado que se pierda- un jardín del siglo XIX de gran valor patrimonial: el parque del Clot de Barceló, en el camino de la Murtera, bajo el puente de Fernando Reig. Han sido talados sus árboles añosos, arrancadas parras y hiedras. Las verjas, la puerta principal, los emparrados, los pilares y la piedra trabajada de su valla han desaparecido. La construcción del puente había respetado el jardín que databa de la segunda mitad del siglo XIX y ahora, mientras nos hablan de promover una zona verde en el Riquer, entre los puentes de Cristina y Algezares, se ha eliminado un jardín centenario de encanto romántico irreemplazable. Cruzando el puente se podía disfrutar de su vista; ahora el paisaje es asolador.

Son corresponsables de este hecho lamentable las autoridades y los técnicos encargados del inventario de edificios y espacios protegidos de la ciudad. Tenemos la conservación del jardín del «Parque», en la calle Oliver, como ejemplo de una iniciativa privada condicionada por la protección del patrimonio cultural. ¿Acaso el jardín del Clot de Barceló tenía menos valor?

El jardín urbano es una de las características peculiares de nuestro patrimonio burgués. Los pequeños jardines de las casitas de los socialistas en la calle Pintor Cabrera, los jardines interiores de las casas de la calle de Sant Nicolau, los antiguos jardines de los mansos y los chalés integrados en los ensanches del novecientos, las huertas de ocio de algunas villas que están acosadas actualmente por el cáncer urbanístico, son todos ejemplos del gusto de los alcoyanos por este contacto directo, cotidiano, con la naturaleza, que ofrece el huerto doméstico.

Por otro lado, muchos de estos pequeños espacios verdes son también obras de apreciable composición arquitectónica. Conocemos bien el contacto de arquitectos locales de los años veinte con uno de los introductores del paisajismo en el Estado español, Nicolau Maria Rubió i Tudurí y todos reconocemos la obra arquitectónica de la Glorieta, con un esmerado diseño de Vicent Pascual Pastor. Son también numerosos los proyectos de verjas y portaladas para jardines dibujados por los maestros de obra alcoyanos a finales del S.XIX.

El arte de la piedra, de los sillares labrados, es muy visible en estos espacios. Dentro de los huertos, el historicismo está muy presente en la composición de pabellones, verjas, portaladas… Tal vez uno de los mejores ejemplos de estas construcciones es una cripta, de estilo bizantino, con unos capiteles insólitos, que actualmente es aprovechada como refugio de ganado -no citamos por prudencia donde se encuentra esta maravilla-, mientras que la torre neomudéjar del patio de la casa del Pavo, donde el pintor Cabrera tenía su estudio, es una de las obras más conocidas de nuestros jardines urbanos.

La cerrajería, el arte de la forja o de la fundición, completan a la piedra en las verjas de los huertos. La puerta desaparecida al camino de la Murteraera posiblemente el mejor ejemplo en Alcoi de la metalurgia ornamental de jardines. Emparrados, cenadores, barandas de balsas, balaustres, pequeñas esculturas que remataban fuentes y brocales, etcétera, son ahora mismo como piezas únicas, por su diseño y por la complejidad de sus ejecuciones.

Alguien puede pensar que se pueden reproducir con técnicas actuales, pero en esta época de las redes de información, de las aplicaciones informáticas, de los móviles y de tantas otras cosas, a las recreaciones no se sabe por qué les falta el buen estilo de las originales. Vayan a los viveros o cojan la última revista de decoración de jardines y verán de qué estamos hablando.
Y, por supuesto, si hay algo irreemplazable, por lo menos en el término de nuestras vidas, son los árboles gigantes que juegan con la luz y las sombras del jardín, que hacen del otoño dorado recuerdo del tiempo huidizo.

Es necesario que conozcamos mejor nuestras jardines, nuestras parques, para conseguir que sus valores formales y arquitectónicos sean respetados, que la variedad de especies que construyan sus escenarios sea conservada y enriquida. El inventario de bienes arquitectónicos protegidos se debe ampliar a los jardines, aunque estén aislados o vinculados a edificios sin valor patrimonial, tanto públicos como -sobretodo- privados, para evitar pérdidas irremediables como la del parque del camino de la Murtera.