Menos de tres meses después de la aprobación de las normas urbanísticas que convierten los terrenos del norte del municipio de Alcorcón en zona urbanizable sectorizada, el Distrito Norte, el Pleno del Ayuntamiento de Madrid, con la misma unanimidad política que la observada en Alcorcón, ha aprobado este martes 31 de marzo de 2009 tras su aprobación el pasado 24 de marzo por la Comisión de Urbanismo, el Plan Parcial de Campamento, proyecto urbanístico que enlazará con el anterior de Alcorcón, uniendo en un continuo urbano la capital con la ciudad de Alcorcón. Este cáncer de asfalto y ladrillo que asola irremediablemente los terrenos de España recibe la defensa de los principales partidos políticos nacionales. Así vimos en Europa una defensa a sangre y fuego del Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español contra la condena a España por abusos urbanísticos recogida en el Informe Auken en el Parlamento Europeo y observamos como en los mayores desarrollos urbanísticos de Alcorcón y Madrid, Izquierda Unida se suma a las voces favorables a una urbanización insostenible.

Desde Stop Distrito Norte no podemos más que entristecernos y denunciar esta política basada en el negocio de la construcción por delante de cualquier otra consideración. Y todo ello en un hipócrita juego de enfrentamiento político derivado no de la existencia de diferencias políticas sino por la diferente posesión política del gobierno en Alcorcón, en manos del PSOE e IU, y Madrid, en manos del PP. No se discuten las operaciones urbanísticas en sí, ni que estás deban analizarse conjuntamente, sino que el PP ataca el urbanismo de Alcorcón por el colapso de la A-V que provocaría el Distrito Norte (olvidándose de la contribución a este colapso del Plan Parcial de Campamento), y el PSOE ataca al PP por falta de coordinación, cuando el PSOE ha hecho en Alcorcón lo propio. Toda una verborrea que a la hora de la realidad, cuando suena la campana de la operación urbanística a la vista, se traduce en unanimidades que muestran como el cáncer constructivo está afectando no sólo a la destrucción del medio ambiente y a que se anteponga el negocio inmobiliario al derecho a la vivienda, sino que también está acabando con las ya limitadas democracias representativas que padecemos.

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