La divulgación de los valores naturales y culturales mediterráneos de la huerta valenciana es evidentemente importante, así como también lo son la recuperación y divulgación entre los más jóvenes de las técnicas agrícolas tradicionales.
Hoy en día nadie duda que un punto de vista sólo cultural es necesario para recuperar la dignidad del trabajo agrícola. Así como también es esencial recuperar las semillas locales para proteger la biodiversidad y plantar las
especies de árboles en vía de desaparición.
Los profesores del mundo entero defensan que la jardinería escolar estimula y refuerza el interés de los alumnos respecto a todas las disciplinas pedagógicas…
Pero estamos ante un nuevo hecho que conviene afirmar: el jardín escolar es el lugar ideal donde informar a los niños de los comportamientos habituales que tenemos que cambiar si queremos disminuir el cambio climático que las generaciones precedentes van a sufrir.
Y podemos hacerlo ayudando a que se abra en ellos el respeto y el amor hacia esta naturaleza que maltratamos, pero de la cual aún somos parte. Lo que no aprendes de pequeño, ya no lo vas a aprender más tarde. Se sabe que un niño de diez años conoce por lo menos diez marcas de coche y, al mismo tiempo, se ignora que el mismo niño casi no conoce más de tres nombres de flores.
Somos la última generación que puede intervenir positivamente sobre el cambio climático; sería imbécil e incluso criminal no utilizar la maravillosa palanca de los jardines escolares con esta finalidad.
Los jardines escolares no son una invención nueva. Hace más de doscientos años, en el pequeño ducado de Oldenburg (Bade Wurtemberg, suroeste de Alemania) parece ser que tuvo el honor de tener el primer privilegio legislativo para la creación de un jardín para cada escuela.
Y esto desde el siglo XVIII, en el año 1790 cuando se recomendaba su creación en Alemania, desde 1831 en Québec (Canadá), desde 1847 en Francia, y algunos años más tarde en Austria y Hungría. Es cierto que, en esa época, se quería enseñar a los niños las técnicas modernas de la agricultura y las nuevas variedades de plantas, pero también se quería ponerlos en alerta contra las plantas venenosas, cultivándolas encuadradas en su perspectiva. En esa época ya se quería educar a los padres mediante sus hijos, de modo que se quería influenciar el comportamiento de los adultos por las reflexiones de los pequeños…
Hoy en día, los jardines escolares existen en todo el mundo, de los Andes a Burkina Faso, de Bosnia a Brasil, de Cambodia a Corea, de Haití a El Salvador… Incluso en la mayoría de estos países, las cosechas hechas en estos jardines escolares son una necesidad vital que contribuye al equilibrio de los niños que las cultivan.
Pero en Altea los niños de la escuela Les Rotes no conocen el hambre. Por eso, la intención de iniciador de este proyecto responde a las razones pedagógicas evocadas en la introducción.
Lanzarse a la creación de un taller de jardinería no se improvisa. Se ha empezado de la nada y ha sido necesario escoger el patio de preescolar en el cual el emplazamiento soleado era mejor y, con la ayuda de Manual Práctico para el Huerto Escolar Ecológico «Vamos a hacer un huerto» de Jesús María Cantero y José Manuel Gutiérrez, inventamos este jardín. Con Roberto Rubio empezamos a recuperar todas las macetas de flores disponibles en los invernaderos del Eco Garden, compramos humus de saco y cogimos semillas de nuestras cosechas y otras que compramos, todas de cultivo bio. El jardín había nacido. Cuando la municipalidad ha podido reemplazar una parte del patio incultivable por una capa de tierra cultivable, empezamos «seriamente».
Como no teníamos herramientas y debíamos buscar las que fueran adaptadas a la medida de los alumnos, Robert y yo hicimos la recolección de todos los legones y gradas, de todos los legones y todas nuestras azadas para que pudiéramos empezar a trabajar la tierra. No son necesarios ni suficientes unos músculos de acero, para convertirse en un buen jardinero. Aquí, como en cualquier otro lugar, para ser un buen obrero, aún hace falta tener unas buenas herramientas. Evidentemente, las herramientas de adultos no son adaptables a niños y niñas de 7 a 8 años. Pero les permitieron hacer descubrimientos sobre sus formas, sus funciones y los gestos para utilizarlas. Comprendieron bastante deprisa que una herramienta no es un juguete.
Aunque tuvimos que insistir, porque algunos niños no lo entendían.
La tierra es más dura para trabajar que la arena de jugar de los más pequeños de preescolar, justo al lado de ardín. La jardinería es una técnica que posee su lenguaje, enterarse de la palabra justa para denominar los objetos, ciertos alumnos comprendieron cómo la comunicación era facilitada.
Con la jardinería, los niños de 4 clases se introdujeron en un proyecto común, cada uno tiene su parte de responsabilidad y de autonomía, lo que favorece su apertura individual. La competición no existe en el jardín escolar, por lo que los alumnos practican la solidaridad. Ciertos niños han descubierto, sin duda e intuitivamente, que la jardinería es la satisfacción entre el mundo intelectual (vida escolar tradicional en el pupitre) y el mundo manual. Algunos comprenderán quizá más tarde que ningún trabajo necesita más inteligencia y conocimientos que el de campesino, el de agricultor multiproductor. Los conocimientos son variados, se tiene la mano trabajando demasiado pero la cabeza funciona. Algunos alumnos comprenderán posteriormente que la jardinería que han practicado es una actividad científica que los ha iniciado hacia el paso experimental: todas las siembras, todas las plantaciones, y todas las cosechas no se consiguen, hay fracasos, hay que establecer hipótesis, hay que experimentar y sacar conclusiones.
En el momento de este «paso» científico, han descubierto las bases de la fisiología, clave indispensable en la comprensión del mundo vegetal. Las plantas son para ellos nuevos seres vivos. Han descubierto las bases de la ecología: el interés despertado por este lunes en el jardín escolar permitirá abordar las relaciones universales de las plantas, de los insectos y de los seres humanos por su medio.
Con la jardinería, los niños han descubierto, sin saberlo, la tecnología y han profundizado el paso técnico. Con la jardinería, los niños han descubierto un amplio abanico de técnicas indispensables a la disposición del jardín (trazar líneas al cordel), a la buena salud de las plantas (regar, pero no demasiado), a la observación del tiempo, al informe de las actividades… en total, una gran riqueza de prácticas para desarrollar virtudes de rigor y de organización. Aunque pequeños, los alumnos que han participado en estas jornadas semanales de jardín escolar han profundizado en las nociones varias del universo de las matemáticas. La disposición de jardín y cultivo de las plantas procuran numerosos ejercicios para organizar el espacio (geometría), orientarse en el tiempo, comprender la cronología de las actividades, el encadenamiento de las acciones, para aprender las unidades de medida (litros de agua, quilogramo, metro de manguera de riego), para aprender a plantear y a resolver problemas, para aprender a enfrontarse con la difícil realidad de la gestión.
Con los pequeños hemos abordado la historia, les hemos contado la de los primeros humanos nómadas que andaban recolectando sus alimentos, y después la de esos humanos que se pararon para practicar la agricultura. Entonces les tuvimos que hablar de geografía, diciéndoles dónde había tenido lugar tal aventura: en Oriente Próximo y Medio, así como en Nueva Guinea. Antes de sembrar semillas, nosotros les dijimos de donde venían y les hablamos de las especificidades de la comarca de la Marina Baixa.
Cuando, un día de abril, descubrimos un jardín medio destruido y cubierto de detritus, fue la ocasión de un curso de educación cívica práctica: todos manos a la obra para limpiar el patio y el jardín. La astronomía tampoco fue olvidada, explicándoles la importancia de las fases de la Luna en la agricultura, los pequeños tomaron la costumbre de levantar sus caritas cada atardecer al cielo, para comprobar su estado siempre cambiante. Abordamos la geología explicando la transformación de las rocas en capa de tierra fértil. Las piedras y los líquenes pasaron de mano en mano. Un poco de educación nutricional cuando nosotros les hemos tenido que explicar la importancia de comer frutas y legumbres frescas y, si es posible, bio, para el buen funcionamiento de su cuerpo y de su cabeza.
Hablamos de apicultura y de la relación entre la polinización y las abejas, y también de agronomía, viendo la relación entre las lombrices y la calidad de la tierra, así como de la caca de las ovejas y de las cabras para la riqueza de la tierra.
La técnica del compostaje ha sido estudiada en un rincón de patio donde amontonamos todas las hierbas adventicias y raíces de habas que habíamos arrancado después de la cosecha. Hemos intentado que se den cuenta de los peligros de Sol a estas horas, aconsejándoles que utilizaran gafas y sombreros. Hemos hablado de higiene, invitándoles a que se lavaran las manos después de haber trabajado la tierra.
Plantar árboles en vías de desaparición que darán sombra y frutos a los niños del futuro es también embellecer la escuela. Sin saberlo, los participantes del jardín escolar 2007-2008 tienen su entorno mejorado, su medio ambiente, y han dado una imagen revalorizada de su actividad que siempre se ha desarrollado en lengua valenciana, ¡pues claro que es posible!
Se ha ejercitado incluso el periodismo, publicando un artículo de 5 páginas de fotos, dibujos y comentarios en el número 55 de la Revista de la escuela Les Rotes. En clase, el centenar de niños se entrenó en la lectura consultando un fascículo relativo a la haba, dibujaron lo que habían hecho, fabricaron un pequeño libro y anotaron en él sus experiencias. Hemos mejorado los vínculos familiares, ya que ahora estos pequeños acompañan a sus mayores a trabajar la tierra, por lo que hemos normalizado este trabajo en la escuela, y han consultado a los abuelos todas esas dudas que les han aparecido, por lo cual hemos revalorizado la experiencia como base de la cultura y de la investigación científica.
Hicimos una prueba de participación ciudadana activa cuando cada uno de los cien alumnos hizo llegar al señor Alcalde de Altea sus demandas para obtener el próximo año un jardín escolar de mejor calidad, mejor protegido contra la intrusión de los vándalos, con un sistema de irrigación eficaz, más tierra a cultivar y las herramientas de sus medidas.
El señor Alcalde, recibiendo sus quejas, habrá comprendido bien que la jardinería escolar no es una pérdida de tiempo, sino una actividad estimulante para adquisiciones fundamentales como la lectura, la escritura o la expresión oral…
El jardín escolar de les Rotes fue también ocasión de multiplicar las relaciones con el exterior: para definir el proyecto (Ecologistas en Acción de la Marina Baixa) para ayudar en los trabajos (Excelentísimo Ayuntamiento de Altea que ha suministrado la tierra y ha pagado los trabajos), para recibir consejos de profesionales y aportaciones materiales (Eco Garden). La ayuda de la asociación de madres y padres de alumnos (AMPA) ha sido indispensable, sin ella no habríamos podido pagar semillas y plantas. El apoyo de la escuela en su totalidad, de la dirección, de su conserje, y de las maestras era indispensable, y así lo obtuvieron los niños. Gracias también a todos los padres y abuelos de alumnos que han intervenido.
Durante estos 7 meses, los alumnos han plantado una docena de árboles, habas, guisantes, ajos, cebollas, espinacas, puerros, rábanos, zanahorias, coles, orégano, tomates, acelgas, brócolis, coliflores, trigo, girasoles, lentejas, etc.
Un centenar de alumnos de la escuela Les Rotes han descubierto la alegría de plantar, la alegría de ver crecer, la alegría de recolectar, pero también la alegría de recibir los cumplidos de las mamás y de los papás que han visto empujar el jardín desde detrás de las verjas del patio. Pero también un centenar de alumnos ha descubierto las dificultades: poca tierra a cultivar, falta de un grifo para irrigar bien, vándalos que destruyen lo que hemos plantado…
Si el próximo año se quiere ver de nuevo la admiración que provoca la vida vegetal en los niños en el jardín escolar, es necesario que todos los actores se movilicen un poco más aún y que esta iniciativa sea dotada de un presupuesto que permita comprar verdaderas herramientas, en suficiencia, un sistema de irrigación por goteo, más tierra, para que cada niño no goce sólo de 37,5cm2 de terreno, etc.
Es también necesario que los pequeños sean más disciplinados, más atentos a las recomendaciones de los monitores y de los maestros. También debe haber más concertación entre los monitores y el cuerpo docente y, si el apadrinamiento es aún necesario, que la participación de más socios de Ecologistas en Acción Marina Baixa así como de otros medios justifican la reivindicación de actor activo de esta asociación en el proceso de creación de jardín escolar.