Ante la reunión del pleno del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), Ecologistas en Acción solicita al CSN que no renueve el permiso de explotación de la central nuclear de Garoña. La central se encuentra en malas condiciones y presenta numerosos sistemas de seguridad degradados. Hasta la fecha el CSN ha sido muy indulgente con estos problemas técnicos, pero en esta ocasión tiene una buena oportunidad para rectificar y proceder al cierre de la central.

La central nuclear de Garoña cumplirá 38 años de funcionamiento el día 5 de julio. Estos largos años han dejado huellas profundas en esta instalación, hasta tal extremo que han minado su seguridad de forma severa. El principal problema que afecta a la central es la corrosión del propio núcleo y del circuito primario de refrigeración. El barrilete, una pieza de forma cilíndrica clave para la seguridad que mantiene la integridad del núcleo del reactor, tiene una fisura que recorre toda su circunferencia. Y el 70 % de los tubos por los que penetran las barras de control, que actúan como verdaderos frenos de la central, está aquejados por fisuras de diferente gravedad. Desde 1999, el CSN ha autorizado reparaciones chapuceras en esos elementos que no garantizan la seguridad. Tal es así, que condenan a los trabajadores de la central a realizar complejas inspecciones cada dos años, con las consiguientes dosis radiactivas.

Durante el mes de abril de este año, aún dándose el caso de que la central estaba bajo la mirada de la opinión pública, Garoña sufrió tres paradas accidentales por fallos de sistemas distintos. Si bien no hubo riesgo de escape radiactivo en estas ocasiones, estos incidentes son claros síntomas de la degradación que sufren múltiples elementos de la central. Degradación acumulada que puede dar lugar a un accidente severo si concurren un par de fallos simultáneos en sistemas de seguridad calve.

Por si todo esto fuera poco, los responsables de Nuclenor (50% Iberdrola y 50% Endesa), empresa propietaria de la central, han manifestado que no han podido acometer dos de las reformas que el CSN les pidió: la sustitución de Km de cables del sistema eléctrico y la reparación de la ventilación de la cotención. Ambos elementos son calves para la seguridad de la central. Los cables eléctricos son el sistema nervioso de la central, puesto que transmiten las órdenes y las señales que permiten activar los sistemas de seguridad. La ventilación de la contención es básica para eliminar gases peligroso y evitar explosiones en la zona del núcleo de la central. Esta pieza fue, por ejemplo, clave para evitar en el accidente de la Isla de las Tres Millas (EEUU, 1979) una explosión como la que sucedió en el accidente de Chernobil.

Durante 2008, destacados miembros del CSN realizaron declaraciones en el sentido de que la central se encontraba en buenas condiciones para seguir funcionando, aún sin haber estudiado a fondo los informes recientes de la central. En esta ocasión el CSN tiene la oportunidad e rectificar todos estos errores pasados, y no renovar el permiso de explotación de Garoña, que caduca el 5 de julio de este año. Una decisión del CSN en este sentido sería vinculante y nos evitaría a todos el riesgo de accidente. El coste del cierre de la central sería cero, puesto que ya está amortizada, es absolutamente prescindible porque en 2008 produjo menos del 1,4% de la electricidad, la tercera parte de las exportaciones españolas. Y los únicos interesados en su continuidad son sus propietarios que venden la electricidad a tres y cuatro veces el precio de producción. Su beneficio no debe ser pagado con el riesgo de accidente qu sufrimos todos.