Libros de texto para rematar el planeta. Comisión de Educación Ecológica y Participación, Ecologistas en Acción de Madrid.. Artículo publicado en la revista El Ecologista nº 43, primavera 2005

‘Los coches eléctricos serán los coches del futuro. Utilizan un combustible barato y poco contaminante. El único problema es que las baterías no duran mucho» (1)
‘El debate no es sobre comercio internacional (que puede ser muy positivo para todos) o sobre nuevas tecnologías (que son fuente posible de creatividad y de calidad de vida) sino cómo se hace la transición a la era de la información y a la economía global» (2).
Estos dos párrafos entresacados de un libro 6º de Primaria y otro de 1º de Bachillerato pueden servir como ejemplo de lo ajenos que permanecen los textos del sistema educativo formal a la grave crisis ecológica en la que se encuentra el planeta y a la inviabilidad del modelo de desarrollo actual.

Los libros de texto son sólo una parte de lo que se aprende en las escuelas –pues también se aprende la obediencia, la inmovilidad, la capacidad de transgredir, o las relaciones con los otros–, pero dan muestra de en qué categorías y esquemas mentales se están socializando las diferentes generaciones, categorías y esquemas mentales a través de los cuales se ve el mundo, se forma la opinión y se actúa en él. Aunque los libros de texto son sólo una fuente entre otras fuentes de formación de categorías mentales –televisión, industria del ocio, etc.—, son sin embargo representativos de lo que la sociedad considera un conocimiento más serio y objetivo. Para muchas personas lo que dicen los libros de texto son verdades tan incuestionables como que el Sol sale por el este.

Tras analizar una muestra de 60 libros de texto de los cursos de 6º de primaria y 1º de Bachillerato, hemos realizado una serie de observaciones que exponemos en los siguientes párrafos.

No existe el concepto de sostenibilidad, ni su contrario el de insostenibilidad. La ocultación de la gravedad de la crisis ecológica –y social– contemporánea es generalizada. La mayor parte de los textos huyen de problematizar la realidad: “Con la colaboración de todos pronto conseguiremos un mundo para todos” (3) y especialmente de aquellos asuntos que son claves en el sostenimiento del modelo de desarrollo actual –producción, crecimiento, multinacionales, transportes, propiedad privada, etc.–.

Exaltación de la tecnología

A pesar de que plantearse el futuro es requisito para diseñar la sociedad en la que se quiere vivir, y ya no digamos si lo que se quiere es que una sociedad sea viable, los libros de texto evitan abordarlo y cuando lo hacen es en términos ilusos, anecdóticos y en ocasiones irresponsables. “En el futuro viviremos rodeados de millones de minúsculas máquinas que realizarán todo tipo de tareas sin que nos percatemos siquiera de su existencia […] Recorrerán ríos eliminando contaminación, vivirán en tubos de ensayo fabricando moléculas a voluntad o navegarán por las arterias para controlar nuestro estado de salud y reparar cualquier problema que suframos” (4).

Existe una exaltación incondicional de la tecnología que puede encontrarse en las portadas de los libros, los gráficos, las fotos, los ejercicios y los comentarios de prácticamente todas las materias. Se predican sistemáticamente los aspectos positivos de la misma y se obvian los negativos. Los textos, como una parte importante de la sociedad misma, apuestan por la tecnología como fórmula para resolver los problemas y la vida –incluso los generados por la propia tecnología–, en detrimento, eso sí, de considerar la conservación en el territorio de las condiciones que permiten la vida. “La tecnología se ocupa de aportar los medios necesarios para satisfacer las necesidades humanas” (5). “Gracias a los avances técnicos los medios de comunicación nos permiten saber lo que ocurre en otras zonas del planeta, la información y la cultura están al alcance de todos y el interés por mantener el equilibrio ecológico del planeta se ha generalizado entre muchas personas” (6). En algunos casos la exaltación puede resultar hasta grotesca: “Durante la Guerra del Golfo, los soldados de EE UU y de otros países aliados, pudieron, tomar todas sus comidas en las trincheras, calentitas y en cualquier momento, gracias a la tecnología” (7).

Ignoradas las mujeres y las culturas tradicionales

Permanece invisible la mitad de la humanidad, las mujeres, no ya porque apenas aparecen sus nombres y sus rostros –aspecto que ya ha sido más veces denunciado–, sino porque no son consideradas las actividades a las que más tiempo se han dedicado. “Una persona en edad legal de trabajar pero que lleva a cabo tareas domésticas en su casa y no recibe remuneración salarial forma parte de la población inactiva” (8). En general permanecen invisibles aquellas tareas que construyen la sostenibilidad –crear la vida, desarrollarla, cuidarla y mantener la biodiversidad–, mientras que están sobrerrepresentadas las actividades que provocan la insostenibilidad –producción, construcción de grandes infraestructuras, guerra, velocidad, etc.–.

Se ignoran y se desprecian las culturas, las prácticas y las economías ecológicamente sostenibles. Las culturas que no son fuertemente depredadoras son consideradas como “profundamente atrasadas” (9). Veamos por ejemplo, como se refiere un texto a la agricultura no industrial: “la agricultura era una actividad tradicional, muy atrasada desde el punto de vista técnico y con una productividad muy básica, era una agricultura esencialmente de subsistencia, dedicada al policultivo, no había especialización, y el comercio era escaso, autoconsumo” (10). Además se mantiene una perspectiva marcadamente etnocéntrica en la que no sólo se habla de “nuevos” territorios o de “descubrimiento” de América sino que se puede llegar a decir “oposición violenta al avance Europeo en los territorios” (11) en lugar de avance violento.

La naturaleza, la tierra y la vida se muestran subordinadas a la economía y al mercado “Casi todos los procesos relacionados con la formación de las rocas sedimentarias pueden generar concentraciones de minerales o elementos de interés económico” (12). “El mayor adelanto ha sido el empleo de compuestos hormonales sintéticos para incrementar el peso del ganado vacuno en explotación intensiva” (13). La ecodependencia de las sociedades humanas permanece ignorada hasta el punto de referirse a la “agricultura de los países pobres” como “anticuada y ¡sujeta a las inclemencias de la naturaleza!” (14).

El transporte de larga distancia y alta velocidad es celebrado indiscutiblemente como signo de progreso, riqueza y bienestar. “El transporte aéreo se ha modernizado en los últimos años” (15). “Ahora hay gente volando todos los días desde Inglaterra a Australia” (16). Se oculta que una buena parte de la insostenibilidad actual se deriva de la construcción de la sociedad basada en la distancia y en el transporte.

La historia es una historia de los estados y del poder, por eso los textos están llenos de mapas de fronteras que cambian, de nombres de personas poderosas. Puede decirse que no existe un concepto de la historia ecológica o la perspectiva ecológica de la historia. Tampoco es una historia de cómo las culturas se han organizado para hacer que sus sociedades sobrevivan, ni es una historia del territorio.

La historia, la ciencia, la técnica, incluso los valores morales son contemplados desde una perspectiva evolutiva en la que de forma incuestionable se va de peor a mejor. La palabra modernidad legitima todo aquello con lo que es asociada. En el pasado se sitúa la barbarie, el esclavismo y la superstición y en el presente el progreso y el conocimiento. Apenas se mencionan los límites ni todo aquello que va a peor: el agua, el aire, el suelo, la biodiversidad, la diversidad cultural, la extensión del manto vegetal, el desorden radiactivo y el genético. En ningún caso se menciona como barbarie el desorden creado por el desarrollo basado en la simple extracción.

Soluciones políticamente correctas

La mayor parte de las referencias políticamente correctas a los problemas ecológicos no hacen sino esconder aún más las verdaderas causas “La acción torpe e interesada de algunas personas puede convertir los parajes bellos en desiertos” (17). Se plantean soluciones individuales e insignificantes, nunca en contra del sistema y de la lógica productivista: “Salvemos la naturaleza: Las personas somos los principales destructores del entorno, en mayor medida que las catástrofes naturales. Es fácil y rápido talar o quemar árboles, destrozar un terreno fértil con productos tóxicos; sin embargo, para volver a disfrutar del mismo rincón natural, habrán de pasar años, quizá siglos. Todos podemos conservar los bosques a través de hábitos ecológicos como utilizar la mínima cantidad de papel, no hacer fuego en el campo, no arrojar basuras” (18). Con frecuencia aparecen soluciones como apagar la luz, no tirar papeles al suelo, cerrar el grifo o reciclar papel. No hemos encontrado nada parecido a calmar el tráfico, denunciar la construcción de grandes aeropuertos o abstenerse de merendar chocolatinas de multinacionales depredadoras.

El afán por aparentar una cierta corrección con la educación en valores puede llegar a construir fragmentos hilarantes como: “El movimiento parabólico tiene aplicación tanto militar como humanitaria (lanzamiento de comida desde el aire)” (19) o con cierto tufillo como: “Ser solidario no es montar un escándalo por un pececillo pescado sin licencia y dejar morir de hambre a la mayor parte de la humanidad” (20). A veces se utiliza la crisis ecológica para proponer soluciones que la agravan: “El agua […] es un bien escaso […] y además, está desigualmente distribuida […] los que tienen más deben compartirla con los que tienen menos. Esto se realiza con el trasvase, que es una red de canales y tuberías por los que se lleva el agua de un río caudaloso a otro de escaso caudal” (21), o para proponer soluciones que además de no ser estructurales sirven para lavar la cara a quien las plantea “La Carta Europea de las Aguas nos dice: El agua es de todos. Cada uno tiene el deber de usarla con cuidado y no desperdiciarla” (22). En ocasiones se dicen directamente mentiras: “La biodiversidad actual en nuestro planeta es la mayor que jamás ha existido” (23), “La política de los gobiernos se ha preocupado sobre todo por la conservación de la atmósfera y las aguas, el estudio del impacto de las actividades humanas, la educación ambiental, los vertidos, y las leyes que regulan el disfrute del medio ambiente” (24).

Lo que olvidan

También es significativo aquello de lo que no hablan los libros de texto: no hablan de las multinacionales (25), del reparto del poder, de las culturas arrasadas, de las mujeres, de los sindicatos, de los movimientos alternativos –aunque sí de las ONG de ayuda–, de la autosuficiencia, de los proyectiles reforzados con uranio, de las aficiones de bajo impacto ecológico, de los bancos, de la comida basura, de las personas homosexuales, de la vida que desaparece debajo de las autopistas, de la otra cara de la Unión Europea, de las campesinas que viven del bosque y lo cuidan, de las patentes de las semillas, de los placeres del sexo, de los inmigrantes que vienen en autobús, de las soluciones colectivas, del lavado de imagen verde, de los dueños y de los daños de la televisión, del final del combustible fósil, de las cargas de la policía, de las mentiras de los libros de texto.

Si no preparan para el futuro, si no enseñan a desentrañar las causas relevantes de los procesos de destrucción de la vida, si ignoran o esconden los hilos que mueven el mundo, si no facilitan una toma de decisiones para un mundo razonable e incluso justo, si no preparan para un planeta sostenible… ¿Cuál es la función de los libros de texto? ¿Será la de legitimar el modo en el que las cosas se hacen? “El factor empresarial constituiría el cuarto factor productivo que junto con el desarrollo tecnológico, permiten que los países o los sistemas económicos reales sigan una trayectoria de crecimiento hacia niveles de desarrollo y bienestar cada vez mayores” (26) ¿Tendrán la función de legitimar el sistema económico aunque sea insostenible, sólo porque mientras dura reparte beneficios a un reducido sector?

Los libros de Marc

Grup La Illeta, www.redires.net

Marc es un alumno de 1º de ESO. Tiene 12 años y lleva 13 kilos en su mochila cada día al instituto, que está a 25 minutos de su casa si va caminando. El peso corresponde a diez libros, 2.200 páginas, 225 euros… Al gasto familiar anual hay que sumar el consumo de recursos, papel y energía, así como el escaso aprovechamiento que le saca. Aunque la ley obliga a no cambiar el libro antes de 4 años, él, como tantos otros, no tiene hermanos y abandonará sus libros con alivio al acabar el curso escolar.

Existen propuestas más pedagógicas y más ecológicas. La biblioteca de aula es una de ellas. Para ponerla en marcha se propone el establecimiento de una cuota con la que comprar libros y material para el aula. Estos libros quedan en el centro escolar para cursos posteriores, de manera que los recursos educativos se reutilizan y son cada vez más abundantes. La existencia de distintas fuentes de información ayuda al alumnado a enfrentarse a la tarea de discriminar cuál es la información más adecuada en cada momento. L@s alumn@s se dan cuenta, además, de la saludable divergencia que hay en muchos libros sobre cada tema, lo que les lleva a relativizar sus repuestas frente a los problemas

Referencias

1 Lengua de 6º de primaria de SM (2001) pág. 104

2 Historia Contemporánea de 1º de Bachillerato de Akal (2000) pág. 479

3 Lengua de 6º de primaria de SM pág. (2001) 166

4 Física y Química de 1º de Bachillerato de SM (2002) pág. 105

5 Economía 1º de Bachillerato de Edebé (1998) pág. 9

6 Conocimiento del Medio de 6º de primaria de SM (2000) pág. 155

7 Física y Química de 1º de Bachillerato de SM (2002) pág. 259

8 Economía 1º de Bachillerato de Edebé (1998) pág. 43

9 Historia Contemporánea de 1º de Bachillerato de Santillana (2000) pág. 278

10 Historia Contemporánea de Vicens Vives (2000) pág. 6

11 Historia Contemporánea de 1º de Bachillerato de Santillana (2000) pág. 80

12 Biología y Geología de 1º de Bachillerato de Anaya (2002) pág. 90

13 Biología y Geología de 1º de Bachillerato de Anaya (2002) pág. 308

14 Conocimiento del Medio de 6º de primaria de Santillana (2002) pág. 111. Las admiraciones son nuestras.

15 Conocimiento del Medio de 6º de primaria de Anaya (2002) pág. 146

16 Inglés de 6º de primaria de Logman (1998) pág. 40

17 Conocimiento del Medio de 6º de primaria de SM (2000) pág. 66

18 Lengua de 6º de primaria de SM (2001) pág. 116

19 Física y Química de 1º de Bachillerato de Ecir (2002) pág. 51

20 Educación Física de 1º de Bachillerato de Bruño (2002) pág. 221

21 Conocimiento del Medio de 6º de primaria de Anaya (2002) pág. 130

22 Conocimiento del Medio de 6º de primaria de Anaya (2002) pág. 130

23 Biología y Geología de 1º de Bachillerato de SM (1997) pág. 332

24 Conocimiento del Medio de 6º de primaria de Santillana (2002) pág. 141

25 Con la excepción de Historia Contemporánea de 1º de Bachillerato de Akal (2000)
y Ciencia Tecnología y Sociedad de 1º de Bachillerato de Algaida (2001)
26 Economía 1º de Bachillerato de Edebé (1998) pág. 75