Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF, que agrupan a la mayoría del movimiento de defensa del medio ambiente apoyan el cierre de la central nuclear de Garoña, y denuncian las presiones que se están realizando para evitar que el Gobierno ejerza su derecho de poner punto final a la actividad de esta central. Estas organizaciones consideran que el cierre de la nuclear debiera producirse de manera inmediata, y apoyarán una decisión del Presidente del Gobierno en este sentido.

Las organizaciones ecologistas denuncian las presiones del lobby nuclear y de Nuclenor para evitar su cierre a toda costa, que sólo busca satisfacer sus intereses económicos explotando una central nuclear obsoleta y peligrosa (pero sobradamente amortizada), sin importarles poner con ello en riesgo la salud de la población y el medio ambiente y obstaculizar la implantación de un sistema energético 100% renovable”.

Los ecologistas denuncian el carácter pronuclear del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que ha aceptado conceder la prórroga de diez años a esta central. A pesar de que la central de Garoña ha incumplido varios de los requisitos que el CSN previamente les había exigido para prorrogarle la licencia: la substitución del cableado eléctrico y solventar los reiterados problemas de la ventilación de emergencia de la contención. Además, el CSN ha minimizado el grave estado de agrietamiento múltiple por corrosión que afecta a elementos de la vasija del reactor y otros elementos del circuito primario, con un nivel de afectación que no tiene parangón con ninguna otra central del mismo tipo en Estados Unidos u otros países.

Sin la central nuclear de Garoña el suministro eléctrico seguirá estando totalmente garantizado. Un dato que lo demuestra es que en 2008 intercambios internacionales de electricidad de España se saldaron con la exportación de una cantidad equivalente a tres veces la producción eléctrica de Garoña.

Numerosas organizaciones sociales, ecologistas, vecinales y políticas reclaman desde hace años el cierre de Garoña, petición hecha también desde instituciones como el Parlamento vasco, el Gobierno Vasco, el Parlamento de La Rioja, el Parlamento de Aragón y la Diputación Foral de Álava, entre otras.

Tampoco hay obstáculos económicos para su cierre, pues esta central está ya más que amortizada desde hace años. Su cierre no implicaría ninguna subida del precio de la luz, a pesar de las mentiras e intoxicaciones sin fundamento que al respecto se han lanzado desde el lobby nuclear.

Además su funcionamiento es peligroso. Conocida como la «central de las mil y una grietas», su vida útil está ya más que agotada, como demuestran los graves problemas, ya señalados anteriormente, de agrietamiento por corrosión que afectan a diversos componentes de la vasija del reactor y del resto del circuito primario.

Las organizaciones ecologistas piden además que el desmantelamiento de la central venga acompañado de un plan de desarrollo alternativo de la comarca financiado con los fondos de Enresa (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos). Además recuerdan que, con el desmantelamiento de la central aumentarán los puestos de trabajo en la zona.

Los ecologistas ratifican que harán todos los esfuerzos para conseguir el cierre inmediato de esta central nuclear, que la propia industria nuclear ha convertido en un símbolo de su anteposición del lucro a la seguridad de la población y del planeta.