Ante la ola de protestas por la proliferación y autentica plaga de conejo silvestre, ECOLOGISTAS EN ACCION manifiesta que:

Las plagas de conejo silvestre y topillo se están dando principalmente en áreas con grandes superficies de monocultivos, y es curioso que es en estas áreas donde también se practica una caza intensiva y por supuesto donde ha existido desde siempre un control exhaustivo de depredadores y más si cabe del zorro, especie perseguida con saña en nuestro territorio.

La disminución significativa en las poblaciones de este y otros depredadores en “beneficio” de la caza ha ocasionado un crecimiento desmesurado en las poblaciones de conejo, ardilla o topillo.

Es curioso que desde las organizaciones agrarias no se haga la más mínima crítica al desequilibrio creado en nuestros ecosistemas por multitud de factores pero que todos acarrean un denominador común: la baja tasa de depredadores (mamíferos, rapaces diurnas y nocturnas) que habitaban nuestros campos, y que perseguidos de forma sistemática o aniquilados por los tóxicos acumulados en la cadena alimenticia, están desapareciendo a un ritmo vertiginoso.

Tampoco es ajena a esta desaparición la muerte de miles de ellos por atropello en nuestra amplia red de carreteras, muertos en multitud de parques eólicos o en sus líneas de evacuación, cuando no desplazados de su hábitat por la contaminación lumínica descontrolada a la que nuestros responsables de industria no ponen coto.

Esta sociedad solo reacciona ante las grandes catástrofes que desde luego provocan las plagas, y que curiosamente su única solución es más plomo y pólvora aumentando los periodos de caza, de tal suerte que ya se puede estar disparando la practica totalidad del año.

Estas políticas de sacar el armamento al campo no solucionan nada y contaminan mucho, además de atentar contra el derecho de todos de disfrutar de un campo en paz y en armonía. Nuestros campos son algo más que un coto de caza.

Desde Ecologistas en Acción siempre defenderemos que el equilibrio natural entre las especies es la mejor lucha contra las plagas, y que la diversidad agraria ayuda mucho a ello; por eso instamos a la Administración a buscar fórmulas más imaginativas y a desautorizar definitivamente las técnicas de trampeo y control de depredadores que en estos momentos serían tan beneficiosas para los agricultores y el medio ambiente en general.