A pesar del suculento bocado que suponen, para un pueblo de unos pocos cientos de habitantes, los 800 millones de euros de inversiones y los 12 millones anuales, que se pagarán al Ayuntamiento dispuesto a albergar el cementerio nuclear, el Gobierno lo tiene realmente complicado para encontrar un candidato, y sigue sin atreverse a lanzar la convocatoria para albergar el Almacén Temporal Centralizado (ATC), donde irían a parar los residuos de alta actividad de las centrales nucleares españolas.
Según Ecologistas en Acción, razones no le faltan. Nadie quiere albergar en su pueblo los materiales más peligrosos que jamás han existido sobre la tierra. Unos pocos gramos crearían un auténtico problema de salud pública, mientras que el ATC tendrá que albergar más de 5000 toneladas ya existentes en las piscinas de almacenamiento de los 10 reactores que hay o ha habido en el territorio español. Si se cumple el Plan General de Residuos Radiactivos que ENRESA, la empresa encargada de gestionar los residuos radiactivos en España, ha elaborado, al final de 40 años de vida de las centrales, esas 5000 toneladas se convertirán en más del doble.
Por si fuera poco, los grupos que conforman la Coordinadora Estatal Antinuclear, reunidos en Madrid el pasado sábado 24 de octubre, han fijado como objetivo prioritario la lucha contra la instalación del ATC.
Para las organizaciones ecologistas, la construcción del ATC en la actual coyuntura, sólo serviría para solucionarle a la industria nuclear el problema de los residuos. Según ellos, “antes de construir un Almacén para los residuos, es imprescindible conocer el dato de cuantas toneladas de combustible gastado se van a almacenar, y para ello es imprescindible un calendario de cierre escalonado de las nucleares. Además, solo sería una solución temporal, puesto que el ATC está diseñado para unos 70 años y los residuos conservarán su potencial peligroso durante más de 100.000 años.”
Después de sesenta años de industria nuclear, el tema de los residuos sigue sin solución, y el combustible gastado de las 438 centrales nucleares del mundo, está almacenado en una piscina anexa a cada reactor a la espera de que alguien descubra qué se puede hacer con él. Por un lado, es necesaria una cantidad inalcanzable de energía para transmutar los cientos de miles de toneladas que hay en todo el mundo. Por otro lado, y no menos importante, para conseguir la transmutación habría que separar el plutonio – principal radionucleido del combustible gastado -, lo que generaría miles de toneladas de material listo para ser usado por la industria armamentística.
Por todo ello, Ecologistas en Acción considera que lo más acertado es fijar un calendario de cierre que ponga fin a una forma de generación de electricidad cara, peligrosa, innecesaria y que genera unos residuos muy peligrosos para los que no hay solución.