Bajo el lema “Madrid contra la ampliación de la M-30” miles de manifestantes han expresado su rechazo por el empeño del Ayuntamiento de destinar una enorme cantidad de recursos públicos a una obra que consideran tremendamente contraproducente para las necesidades de la ciudad.

Para las organizaciones de la Plataforma, las necesidades de los madrileños tienen que ver con la carestía de la vivienda, la falta de recursos para la sanidad pública, las deficiencias en el transporte público; las tremendas carencias en zonas verdes o en equipamientos sociales… Sin embargo, el Ayuntamiento no se le ocurre otra idea que volcar la mayor parte de sus recursos en ampliar la M-30, con el propósito de que cada día circulen por ella 250.000 coches más.

Los costes de la ampliación son brutales: más de 4.000 millones de euros (665.000 millones pta.) que, con las previsibles desviaciones de ejecución y los intereses financieros a 35 años, aumentarán mucho más. Esto supondrá un gigantesco endeudamiento municipal, que se arrastrará durante las próximas 8 u 9 legislaturas, forzando inevitables incrementos en los impuestos municipales y dificultando la financiación de otras políticas públicas de mucha mayor relevancia e interés para la mayoría de los ciudadanos.

La ampliación se trata de maquillar con la demagógica promesa de recuperar algunas hectáreas de teórica zona verde (construida sobre placa de hormigón) en la ribera del Manzanares. Pero la realidad es que la obra se ha gestado en la sombra, con el acuerdo entusiasta de sus grandes beneficiarios empresariales, sin apenas debate ni información públicos, a pesar de la oposición de numerosos colectivos ciudadanos, asociaciones de vecinos, sindicatos y partidos -a excepción del PP-, saltándose la normativa comunitaria (y el sentido común) en cuanto a la obligatoriedad de realizar cuidadosos estudios previos de Impacto Ambiental.

Las consecuencias de esta ampliación de la M-30 para la ciudad serán muy graves:

- Incremento sustancial de los viajes en coche como consecuencia del notable incremento de capacidad del cinturón, lo que aumentará el número de desplazamientos en la almendra central y en la primera periferia municipal.

- Paralelo incremento en la emisión de contaminantes atmosféricos: no por ir los coches enterrados dejan de consumir y expulsar gases y partículas. Y esto a pesar de que la ciudad desde hace años está por encima de los niveles de NO2 y de partículas toleradas por las Directivas europeas, como se ha denunciado hace poco ante el Parlamento Europeo.

- Riesgos asociados a la ejecución de los túneles por debajo o junto a centenares de edificios de viviendas y de equipamientos: socavones y hundimientos, grietas, inundación de sótanos debido a la impredecible modificación de las capas freáticas, etc.

- Destrucción de miles de árboles maduros (por ejemplo en Monforte de Lemos o en las riberas del Manzanares) que se sustituirán por artificiales praderas y raquíticos arbolitos de dudoso desarrollo al emplazarse sobre estructuras de hormigón.

- Importantes molestias a conductores y vecinos, así como daños económicos no evaluados a los comerciantes, durante los años que durarán las obras.

- Graves peligros para la salud de centenares de familias, decenas de edificios e importantes zonas verdes (el parque Tierno Galván, por ejemplo) directamente afectados por las inevitables chimeneas y pozos de ventilación que concentrarán la salida de contaminantes.