El presidente del Gobierno comete un grave error al equiparar las responsabilidades de Estados Unidos y China en la Cumbre de Copenhague.

Uno de los principios en los que se basan los compromisos adoptados bajo la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático es el reconocimiento de la responsabilidad histórica de los países industrializados sobre el problema. Por esta razón, hasta el momento, los países industrializados han tenido la obligación de reducir conjuntamente las emisiones de gases de efecto invernadero.

Estados Unidos es el país con mayor responsabilidad sobre el cambio climático, tanto por las emisiones históricas como por las emisiones por habitante. Por el contrario, China tiene una responsabilidad secundaria sobre las emisiones históricas y se encuentra alrededor de cuatro veces por debajo de las emisiones por habitante.

La introducción de una lógica que pretenda responsabilizar de la misma manera a estos dos actores es tremendamente peligrosa, porque se corre el riesgo de pasar por encima del objetivo de reparto equitativo del acceso a los recursos y al espacio ambiental para todos los habitantes del planeta.

Si lo anterior significa además que la responsabilidad histórica del cambio climático ha pasado de moda y que los compromisos se van a fijar a partir de ahora mediante las emisiones actuales de los países sin tener en cuenta el número de habitantes, las reglas del juego habrán cambiado, la multilateralidad será historia y la deuda de carbono que los países enriquecidos tienen contraída con el resto se habrá cancelado sin razón alguna.