La tragedia de Haití nos hace rememorar cosas que fácilmente olvidamos. Haití, como se ha repetido hasta la saciedad estos días, es el país mas pobre del continente americano y uno de los países más pobres del planeta.

Sin embargo, muchos no saben o no recuerdan que Haití fue el primer país independiente de América surgido de una rebelión de esclavos, esos esclavos que los europeos arrancamos del continente africano y llevamos a América en condiciones infrahumanas a trabajar en las plantaciones de caña de azúcar, y que, a fuerza de intensificar los cultivos para extraer el máximo beneficio, acabaron con un suelo antes fértil que provocó la desertificación del país.

Una isla que era un paraíso lo que le valió el nombre de “La perla de las Antillas” como era llamada por los colonos franceses cuando constituía la colonia mas rica de Francia.

Mas tarde se convertiría en un erial a fuerza de monocultivos y sobreexplotación por encima de la capacidad de reposición del suelo en sus nutrientes , explotación provocada por nuestra codicia de metrópoli insaciable Y por si fuera poco, el pago de la deuda externa e infames políticas de ajuste estructural a cambio de créditos concedidos por el BM y el FMI con grandes intereses, llevó a su población a la miseria mas absoluta que tuvo que buscar la leña para cocinar sus alimentos en las montañas mas cercanas, acabando de deforestar y erosionar el país.

¿Pero quién debe a quién? Cancelar esa deuda que es muy superior a lo que el país recibe en ayuda es una obligación moral en estos momentos, pero además un sentido de la justicia mas amplio nos obliga no sólo a cancelar sino a asumir y pagar la deuda ecológica contraída con el pueblo de Haití por tanta naturaleza esquilmada, a consecuencia de los largos años de colonialismo Y también a reconocer la enorme deuda contraída por el antiguo mundo colonial y esclavista hacia los esclav@s negr@s por un trabajo arrancado a la fuerza con violencia y que constituye una inmensa deuda histórica con el pueblo de Haití ante tantos años de humillación y barbarie.

Pero todavía hay más deudas con ese país. Todo América y el mundo entero debemos a Haití la abolición de la esclavitud a raíz de su independencia arrancada al Gobierno Francés en 1804, la primera revolución de esclavos que triunfó en el mundo .El Gobierno de la joven y pequeña República de Haití nacida de una rebelión de esclavos envió soldados a Simón Bolívar cuando este le pidió ayuda en 1916 en su levantamiento contra la Corona Española , con la única condición de que en todos aquellos países que se fuesen liberando se aboliese la esclavitud, condición que no se cumplió en muchos casos . Pero esa es otra parte de la historia.

Y hay cosas que no se saben ,que no se dicen, y es que Haití nació pobre por la gran deuda que tuvo que pagar durante un siglo al Gobierno Francés como precio a la osadía de rebelarse contra el yugo colonial y esclavista , deuda que le asfixió en momentos tan importantes como fueron los de su naciente independencia.

Haití nació pobre por atreverse a no ser esclava como explica muy bien Eduardo Galeano. Haití nació pobre con la dignidad de los que no se dejan aplastar, pero pobre, tremendamente pobre. Y nadie le echó una mano porque era un país de negros por civilizar e incapaces de gobernarse. Y tuvo que soportar ocupaciones durante 20 años y dictaduras mantenidas desde los Estados Unidos como fueron las dictaduras de los Duvalier padre e hijo durante casi treinta años, gobiernos títeres y perversos como lo fue el Gobierno de Jean Bertrand Ristide el ex-salesiano populista que se dejó comprar por el FMI y el BM y que sembró el caos en el país.

Mas recientemente, Haití ha tenido que hacer frente a una crisis alimentaria muy grave provocada por la subida del precio del arroz que produjo episodios de hambre en la población, después de haber empujado previamente a los campesinos que vivían de su cultivo, a abandonar los campos, al no poder competir con los precios del arroz norteamericano subvencionado por el Gobierno de los Estados Unidos. Esta situación les llevó, en un éxodo imparable, a instalarse en los alrededores de Port-au-Prince, donde viven cerca de tres millones de personas hacinadas en escaso territorio. Otra vez las nefastas y perversas políticas de la OMC, que matan mas que ayudan.

Esa trágica tarde del 12 de enero, cuando llegó el terremoto, Haití era un país pobre, muy pobre, y no hay nada que mate mas que la pobreza. Esas miles o millones de personas hacinadas en las barracas de la capital de Port-au- Prince, se encontraron con que el suelo se movía bajo sus pies y los techos se les venían encima. Y no pudieron hacer nada, ni rezar, porque la Catedral se vino abajo y a los niños se les cayó encima la escuela, solo vagar y vagar por las calles con la mirada perdida buscando un rostro familiar bajo los escombros, preguntándose quizás qué habían hecho para merecer tanta desgracia.

La falla que tienen los haitianos bajo sus pies -la falla Enriquillo – que es el contacto entre la placa del Caribe y la Placa Norte- americana, y que atraviesa el sur de Haití y el suroeste de la República Dominicana se desplazó ese fatídico día en el peor lugar y en el peor momento, como si lo hubiese diseñado el mismísimo diablo, una falla que no daba señales de vida hacía mas de 200 años. La tierra tiene eso; de vez en cuando reajusta su energía y nosotros nos olvidamos de que allí alguna vez pasó algo . Pero ella no se olvida y tarde o temprano, nos recuerda su existencia. Es eso que los geólogos especialistas en Riesgos llaman Peligrosidad o probabilidad de ocurrencia de un fenómeno que no hay que confundir con el riesgo. El Riesgo depende también de otros factores como son la Exposición o número de personas expuestas que, en la capital era muy alta, dada la densidad de la zona, pero también de la Vulnerabilidad o porcentaje de personas amenazadas que depende de la calidad, solidez y tipo de construcción de las infraestructuras, sin duda el factor que ha provocado mas devastación.

Haití es un país muy vulnerable sumido de forma normal en la pobreza más absoluta, sin infraestructuras o de pésima calidad cuando existen, con autoconstrucciones sin cimientos de ningún tipo con las que se ha cebado la tragedia o edificios construidos sin control de ningún tipo para ganar dinero rápido. Y es que no hay peor riesgo que la pobreza y a nadie le interesa invertir en seguridad en un país de negros y pobre.

Hortensia Fernández Medrano, Ecologistes en Acció de Barcelona