Una de los principales argumentos que Monsanto alega en pro de la biotecnologia es que se reducirá la utilización de los herbicidas, sin embargo, sus prioridades han sido desarrollar cultivos resistentes al Roundup, para así aumentar aun más las ventas de este herbicida.

Esta pasada primavera Monsanto lanzó una campaña publicitaria de un millón de libras esterlinas en el Reino Unido para promocionar las ventajas de los alimentos modificados geneticamente. Actualmente Monsanto y sus empresas filiales poseen la mitad de las patentes de los 36 alimentos manipulados genéticamente que están comercializándose en los EEUU. Un elemento central de la campaña de publicidad es la afirmación de que los alimentos modificados reducirán significativamente el uso de pesticidas y herbicidas1. Como proclama la compañía “creemos que los alimentos deben cultivarse con menos pesticidas y herbicidas”. En este bombardeo publicitario, Monsanto no menciona que son el mayor productor de productos químicos de la agricultura y que esta usando la ingeniería genética para incrementar de manera espectacular, que no disminuir, el uso de herbicidas en los cultivos. Monsanto ha montado su imperio como empresa sobre uno de sus productos químicos: el glifosato. El glifosato fué introducido hace casi 25 años, se comercializa principalmente como el herbicida Roundup y es el producto agroquímico fundamental de Monsanto. Las ventas del glifosato alcanzan 1.200 millones de dólares USA al año2. Se estima que en los EE.UU. se utilizan entre 19 y 26 millones de libras (una libra son 454 gramos) de glifosato al año3. En 1994 fue utilizado para tratar casi 800.000 acres (un acre son 0,405 hectáreas) en el Reino Unido4. Registrado en los EE.UU. desde 1974, el glifosato es un herbicida de amplio espectro que se usa para acabar con las malas hierbas en las cosechas. Se usa con una gran variedad de hierbas anuales, bianuales y perennes, juncias, hierbajos de hoja ancha, matas leñosas y cultivos comerciales siendo el octavo herbicida más usado en la agricultura de los EEUU y el segundo herbicida en usos no agrícolas5. Este producto estrella de Monsanto crece sorprendentemente alrededor de un 20% año tras año. Este crecimiento continuado ha llevado a decir a un analista de la industria que “El Roundup domina el mundo”6.

Sin embargo, hay una barrera natural a estos significativos aumentos en el uso del Roundup. Obviamente, el uso de demasiado herbicida en un cultivo no solo destruiría las malas hierbas sino también el propio cultivo. La solución que da Monsanto a este dilema ha sido crear cultivos que sean resistentes a este herbicida. Los agricultores podrán usar ahora grandes cantidades de Roundup en sus cultivos resistentes sin temor a destruirlos. Monsanto gana por partida doble puesto que podrá vender sus cultivos resistentes y, además, grandes cantidades de Roundup. Mientras que las ventas crecientes de Roundup suponen un incentivo para Monsanto, el uso en aumento de este producto químico representa grandes riesgos ecológicos y para la salud. A pesar de que la publicidad afirma que Roundup no es peligroso para las personas, animales domésticos y fauna en general y benigno para el medioambiente se sabe que causa una serie de problemas serios para la salud. En una amplia revisión de articulos científicos, realizada por National Coalition for Alternatives to Pesticides (CNAP) -Coalición Nacional por una Alternativa a los Pesticidas-, se describen una serie de problemas medioambientales y sobre la salud humana relacionados con el uso de herbicidas7. En concreto, los resultados de ensayos orales y sobre la piel realizados con este herbicida situaron al glifosato en la Categoría Tóxica III (cautela) además de otras pruebas que sugirieron que el glifosato puede causar reacciones tóxicas en los mamíferos (que incluyen convulsiones e incluso paradas respiratorias)8.

Sin embargo, se piensa que los graves problemas tóxicos vinculados con el Roundup no provienen de su componente activo, el glifosato, sino más bien de unos componentes “inertes” no catalogados y que están concebidos para hacer que el Roundup opere más fácilmente y sea más eficiente. El Roundup consta de un 99,04% de estos componentes “inertes”, de los cuales muchos han sido identificados y entre los que se encuentran el surfactante conocido como POEA, ácidos orgánicos relacionados con el glifosato, isopropilamina y agua.

Según estudios científicos, la dosis letal del POEA es tres veces más pequeña que la del propio glifosato9. Estudios realizados por investigadores japoneses con personas envenenadas encontraron que este componente “inerte” causa grave toxicidad en los pacientes. Los síntomas de envenenamiento grave incluyen dolor gastrointestinal, vómitos, encharcamiento de los pulmones, neumonía, obnubilación de la conciencia, destrucción de los glóbulos rojos10. Otro componente “inerte” del Roundup, la isopropilamina, es extremadamente destructiva para el tejido de la membrana mucosa y para las vías respiratorias superiores11. Finalmente los investigadores japoneses estimaron que la ingestión de un poco más de 200 mililitros de Roundup es mortal12.

Estudios posteriores de laboratorio han demostrado que aquellos productos que contienen glifosato causan daños genéticos y tiene efectos en la reproducción de una gran variedad de organismos13.

Los análisis del CNAP así mismo revelan que el Roundup puede causar una serie de impactos adversos sobre el medioambiente. Por poner un caso, aunque se dice que el Roundup se inactiva rápidamente en el suelo, es más preciso afirmar que es absorbido por los componentes del suelo. Así pues, el glifosato permanece activo en los suelos y sus residuos se pueden encontrar en las lechugas, zanahorias y cebada plantada un año después del tratamiento con glifosato14. El glifosato tiene efectos medioambientales perjudiciales. Se ha descubierto que el glifosato mata a insectos beneficiosos tales como las avispas parasitarias, las mariquitas y otros15. También se ha demostrado que el Roundup afecta a las lombrices de tierra y hongos beneficiosos, inhibe la fijación de nitrógeno, además de incrementar la vulnerabilidad de los cultivos a las enfermedades16.

A pesar de la enorme cantidad de peligros del Roundup, el anuncio de Monsanto continua presentado al Roundup como un producto benigno e incluso beneficioso para el medioambiente. Algunos funcionarios de la Administración de EE.UU. han iniciado diligencias ante estas graves tergiversaciones. Por ejemplo, en 1991 el Fiscal General del Estado de Nueva York cuestionó el uso del lenguaje que Monsanto utiliza en sus anuncios del Roundup, en concreto los términos “biodegradable” e “inocuo para el medioambiente”. El Estado consiguió recientemente que Monsanto dejara de utilizar estos términos y pagara 50.000 dólares para proseguir la acción legal.

Los cultivos resistentes a herbicidas de Monsanto

Estos pequeños contratiempos legales de Monsanto no han paralizado su campaña para comercializar plantas resistentes a herbicidas. Ya han producido y comercializado soja, colza y maíz resistente al Roundup-Ready y tienen planes para introducir remolacha, trigo y patatas resistentes al Roundup. Estos cultivos provocan nuevos motivos de preocupación en cuanto a sus efectos sobre la salud y el medio ambiente que van más allá de los informes de la CNAP. Estos productos permiten que la empresa multinacional ejerza un control aún más ferreo sobre los agricultores del mundo.

Así, los cultivos resistentes al Roundup-Ready permitirán a los agricultores usar el Roundup de una forma más masiva y mas indiscriminada. Mientras que en el pasado los campos se fumigaban con el Roundup en situaciones de emergencia anteriores a la siembra, los agricultores ahora podrán utilizar el Roundup con los cultivos de la ingeniería genética durante toda la época de crecimiento. Esto no solo crea evidentes problemas de contaminación de aguas, aire y de los alimentos, sino que produce así mismo problemas de resistencia a los herbicidas. Durante los últimos años la aparición de resistencias a los herbicidas en las plantas se ha vuelto un hecho común. Como remarcó un investigador “Con los cultivos del Roundup-Ready existe la posibilidad de que un agricultor plante soja Roundup-Ready un año y al siguiente año maíz Roundup-Ready. Fumigar los campos solo y exclusivamente con Roundup durante unos cuantos años supone ser propenso a la aparición de resistencias a este herbicida”17. La aparición de resistencias al Roundup en las malashierbas supone un mayor beneficio económico para Monsanto. Significa que los agricultores necesitarán seguir incrementando sus compras de Roundup pues las dosis previas utilizadas ya no serán efectivas.

Otro impacto devastador de estos cultivos resistentes a los herbicidas podría ser la contaminación genética de las malas hierbas con esta caracteristica de resistencia al Roundup. El plan de introducción para el 2002 del trigo Roundup-Ready se ha topado con el rechazo de muchos agricultores que sienten que este trigo pueda cruzarse con malas hierbas como la “goat grass” haciéndolas inmunes al herbicida. Los agricultores están, así mismo, preocupados pues no podrán controlar el trigo silvestre que crece a partir de estas semillas resistentes al herbicida18. No está claro como van a verse afectadas otras especies beneficiosas por la introducción generalizada de estos cultivos transgénicos. Investigadores franceses, por ejemplo, han descubierto que algunas variedades de la colza transgénica pueden perjudicar a las abejas, el polinizador más efectivo de un agricultor, destruyendo su habilidad natural para reconocer el olor de las flores19.

Finalmente, la introducción de estos productos ha permitido a Monsanto ejercer un control más directo sobre los agricultores. Cuando un agricultor compra un saco de semillas Roundup-Ready paga un “canon de tecnología”, y firma un contrato por el cual se la prohibe utilizar ninguna de las semillas obtenidas en esa cosecha para la siguiente temporada. El canon de licencia del algodón Roundup Ready es de 5 dólares USA por acre, para las variedades comunes de Texas, 8 dólares USA por acre para las variedades que se utilizan en el cinturón del Algodón (Cotton belt) y de 40 dólares USA por acre para aquellas variedades “stacked” (resistente al Roundup y que contiene genes Bt de la bacteria Bacillus thurengiensis)20.

El algodón resistente al Roundup

Ni siquiera la intensa campaña de relaciones publicas de Monsanto ha sido capaz de ocultar la gran cantidad de fallos que han surgido en torno a los cultivos de la ingeniería genética. El ejemplo más flagrante fue el caso del algodón Roundup-Ready que se topó con problemas por sus desastrosos resultados en la primera temporada de siembra. En julio de 1997 los agricultores del Delta del Mississippi empezaron a denunciar que el algodón Roundup-Ready no estaba creciendo correctamente y que los capullos de algodón se caían prematuramente o bien contenían malformaciones21. En octubre de 1997 al menos 19 agricultores en el Condado de Coahoma, estado de Mississippi, habían presentado quejas ante el State Department of Agriculture (Departamento de Agricultura del Estado)22. “En resumidas cuentas, prácticamente todo el mundo que ha plantado estas semillas ha tenido algún problema” dijo Steve Cox, abogado que representa a algunos de los agricultores afectados. “Los problemas a los que nos hemos enfrentado han ido desde capullos de algodón con malformaciones hasta la perdida total de la cosecha”23. También ha habido quejas de agricultores de otros estados como Arkansas, Louisiana, Tennessee y Texas24.

Monsanto ha intentado justificar los fracasos en la cosecha culpabilizando a la primavera fría y lluviosa y al caluroso y seco verano de la temporada, además del posible error en el tratamiento de los cultivos con Roundup por parte de los agricultores25. Como un agricultor declaró “Nos echaron la culpa a nosotros y a Dios por el mal tiempo, pero ellos no asumen su parte de culpa. Monsanto tiene 10.000 empleados pero ninguno de ellos me llamó para preguntar por la difícil situación en que me encuentro”26. Algunos expertos del gobierno federal de los EE.UU afirman que Monsanto se dio mucha prisa en comercializar la nueva semilla sin esperar al tradicional periodo de prueba de tres años. Un director de investigación del US Department of Agriculture and Commerce (Ministerio de Agricultura y Comercio) tratando de hacer pruebas sobre el producto estuvo buscando una libra (454 gramos) de estas semillas (suficientes para una décima parte de un acre) pero le dijeron desde la compañía que no podían escatimar ni una libra27.

El fallo del algodón transgénico de Monsanto les hizo verse envueltos en dificultades legales. Al principio Monsanto solucionó los litigios de 55 agricultores con 5 millones de dólares USA28. Pero el 12 de junio de 1998 el Consejo del Arbitraje de Semillas del estado de Mississippi determinó que el algodón transgénico de Monsanto “no se había comportado como estaba descrito en el etiquetado de las semillas”29. En cambio recomendaban a Monsanto y sus empresas filiales (las compañías Delta and Pine Land y Paymaster Technology) pagar a los agricultores (que no participaron del primer convenio con Monsanto) mas de 1,9 millones de dólares USA30. Esta decisión no era jurídicamente vinculante y Monsanto se negó a pagar por los daños31. La compañía planea presentar una petición para que el Consejo reconsidere su postura32. Agricultores de Arkansas han presentado quejas similares en el Consejo de Arbitraje de Semillas de Arkansas33.

Con posterioridad al primer año de fracasos, Monsanto tuvo que anunciar que retiraba del mercado cinco variedades de algodón Roundup-Ready debido a la baja calidad de estas34. Sin embargo, la compañía continua comercializando su algodón transgénico. En 1998 Monsanto vendió permisos para plantar 800.000 acres con su algodón Roundup-Ready35.

La soja resistente al Roundup

Los cultivos resistentes a herbicidas de Monsanto han encontrado una férrea oposición por parte de las ONGs. En el Otoño de 1996 los productores de grano de los EE.UU empezaron a exportar soja Roundup-Ready a Europa y otros países. La Comisión Europea aprobó estas importaciones a pesar de que las disposiciones sobre etiquetado de los alimentos transgénicos no se habían finalizado en la Unión Europea. Esto desencadenó protestas y bloqueos en los puertos europeos por parte de Greenpeace, Friends of the Earth y otras ONGs, impulsando, a su vez, la reivindicación de los consumidores que exigen un etiquetado obligatorio de la soja transgénica. Hasta la fecha la polémica continua, siendo obligatorio el etiquetado de la Unión Europea solo para aquellos productos donde los genes transgénicos sean detectados36. A pesar de todos estos problemas, estaba en las estanterías de 85 compañías distribuidoras de semillas de los EE.UU. en la primavera de 199837. A nivel mundial se espera que la soja transgénica se plante en 30 millones de acres38. Los estudios de mercado indican que la soja se está plantando en 25 millones de acres, casi el triple de los 9 millones de acres cultivados el pasado año, lo que representa un tercio de la producción total de 70 millones de acres39.

La remolacha resistente al Roundup

En Gran Bretaña, las ONGs han estado luchando también contra la introducción de remolacha resistente a los herbicidas. En diciembre de 1997, el Instituto Nacional de Botánica Agrícola de Gran Bretaña anunció que la remolacha Roundup-Ready podría introducirse en el mercado para el año 2001. El próximo obstáculo normativo es la necesaria aprobación por el Ministerio de Agricultura de su comercialización. Como esta autorización pende de un hilo, la organización Genetic Concern está oponiéndose tenazmente a las pruebas que actualmente se están llevando a cabo en Irlanda con la remolacha Roundup-Ready. Los activistas han recurrido los permisos de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Irlanda, emitidos el 1 de mayo de 1997, permitiendo a Monsanto llevar a cabo pruebas de campo con estas remolachas en el condado de Carlow40. El desafío legal ha puesto de relieve el fracaso del gobierno irlandés para llevar a cabo un procedimiento limpio en la concesión de permisos para llevar a cabo las pruebas de campo y no cumplir con el “riesgo real cero” en cuanto a los efectos negativos sobre la salud humana y el medio ambiente de la liberación intencionada de la remolacha transgénica. La demanda se centra en la aplicación de la Directiva del Consejo Europeo sobre la liberación intencionada al medio ambiente de OMG (organismos modificados genéticamente) de 1990, la Ley irlandesa de la Agencia de Protección Ambiental de 1993 y la Normativa de Modificación Genética de 1994. Por el momento el fallo está a la espera en el Tribunal Supremo de Irlanda.

La colza resistente al Roundup

Los cultivos resistentes al herbicida no cumplen las disposiciones del gobierno de Canadá. Las plantaciones de colza resistente al Roundup representan la quinta parte de los cultivos de todo el país, en 199741. Sembrada en Nueva Zelanda para la compañía canadiense de semillas Zeneca, la semilla se plantó en 600.000 acres el año pasado y se espera que se plante ahora en 2 millones de acres42. No obstante, en la primavera de 1997 dos variedades de la colza Roundup-Ready tuvieron que ser retiradas por Monsanto Canadá (el titular de la licencia era la compañía de semillas Limagrain) después de que unos ensayos de calidad demostraran que la semilla contenía material genético que no había recibido la autorización plena por parte del Gobierno43. Se retiraron hasta 60.000 sacos de semillas vendidas en Manitoba, Saskatchewan y Alberta. Dos agricultores de Alberta que habían sembrado y arado recibieron de Monsanto Canadá una compensación económica de cuantía no revelada44.

El incidente debería haber servido para que el Gobierno de Canadá recordara que el principio de precaución es el que debería prevalecer en cuanto a la regulación de las cosechas transgénicas. A pesar de este tremendo error, que pudo ser catastrófico, el Comité Asesor de la Canola/Semilla de colza de Canadá Occidental aprobó la inscripción de diez nuevas variedades de canola en febrero de 1998. Cinco de estas son variedades Roundup-Ready, incluyendo dos cultivadas en Argentina45.

¿Maíz resistente al Roundup?

1998 es el primer año para el maíz Roundup-Ready, con unas expectativas de 750.000 acres plantados en los EE.UU.46. La mayoría de las semillas se produjeron en Sudamérica, principalmente en Argentina y Chile47. Como con otros cultivos Roundup-Ready, la introducción del maíz ha empezado a crear polémica en la Unión Europea y también en la propia industria. En octubre de 1997 la mayor compañía estadounidense productora de semillas de maíz, Pioneer Hy-Brid, afirmó que no se sumaría a la tecnología del Roundup-Ready pues las restricciones propuestas por Monsanto y sus precios no compensaban a los agricultores48.

Ese mismo mes el gigante químico francés Rhone-Poulene presento una demanda contra DeKalb Genetics y Monsanto en relación con los derechos de los genes del maíz Roundup-Ready49. Según Rhone Poulenc, cuando vendió sus genes de maíz tolerantes al Roundup a DeKalb en 1994 para que los incorporaran a ciertas variedades de maíz, no les permitieron transmitir o vender los genes a ninguna otra compañía. Rhone Poulenc alegó que esta transmisión ilegal tuvo lugar durante los acuerdos de licencia entre DeKalb y Monsanto y que el maíz Roundup-Ready violaba dos patentes50. El mal uso; alegado, de su tecnología patentada se puso de manifiesto cuando se revisó la documentación aportada por Monsanto para solicitar dos peticiones de inscripción de maíz de Monsanto ante el Ministerio de Agricultura de los EE.UU. La situación se tornó todavía más confusa el 11 de mayo de 1998 cuando Monsanto anunció un acuerdo para comprar DeKalb, una empresa puntera de semillas híbridas de maíz en EE.UU. La compra está sometiéndose a un examen «anti-trust» en el Ministerio de Justicia de EEUU.51.

Por si estas batallas legales no fueran suficientes, los agricultores que están usando el maíz Roundup-Ready se enfrentan a un dilema en cuanto a su exportación. La importación del maíz Roundup-Ready no ha sido totalmente aprobada en la Unión Europea52. Esta resistencia de los consumidores ha llevado al vicepresidente de los EE.UU., Gore, y a otros funcionarios del Ministerio de Agricultura a hacer campaña para Monsanto, advirtiendo que alrededor de 250 millones de dólares en exportaciones se pueden poner en peligro si el maíz transgénico no es aprobado por la UE53. Francia ha tomado medidas para evitar la amenaza de una batalla comercial ante la OMC (Organización Mundial del Comercio) al anunciar que daría el visto bueno para la importación de maíz a Europa54.

A pesar de enfrentarse con el rotundo fracaso en las cosechas, la virulenta oposición publica, los impactos sobre la salud y el medioambiente y numerosas preguntas científicas no resueltas, Monsanto sigue embistiendo con sus nuevas cosechas lucrativas. Se necesitará la voluntad combinada de los activistas, el publico y los responsables en políticas internacional para parar el desarrollo de esta peligrosa nueva tecnología.

Joseph Mendelson III es el director jurídico del (CTA) International Center for Technology Assesment -Centro Internacional para la Evaluación de la Tecnología- en Washington DC. Trabaja como abogado de la acusación contra la FDA por no exigir el etiquetado de los alimentos manipulados genéticamente.