En el siglo XIX Gran Bretaña promovió en el mundo de entonces, compuesto por los imperios coloniales europeos, su estrategia de libre comercio, pues era su principal beneficiaria al tener el mayor desarrollo tecnológico e industrial. Ante ella, las potencias europeas y su antigua colonia, EE UU, se defendieron con el fin de proteger sus incipientes procesos de industrialización y sus áreas de dominio colonial, esto es, sus respectivos mercados.

La necesidad de ampliar estos mercados por parte de las potencias imperiales colisionó generando dos cruentas guerras mundiales en la primera mitad del siglo XX. En 1944, en Bretton Woods, se crea un nuevo orden económico internacional, hegemonizado por EE UU en Occidente, en el que como parte de él se crea el GATT, para ir desmantelando las barreras al libre comercio. Primero, se promovió entre las propias potencias del Norte (EE UU, CEE y Japón), y luego se fue imponiendo por parte de éstas a los países periféricos, muchos de los cuales acababan de salir del dominio colonial.

En esta estrategia colaboran decisivamente el FMI y el BM, sobre todo desde los ochenta, cuando como parte de la gestión del problema de la deuda externa los créditos que conceden a los países del Sur imponen la apertura de sus mercados y su ingreso en el GATT, lo que beneficia claramente a los intereses de las transnacionales del Norte. En 1995, tras la aprobación de la Ronda Uruguay del GATT, se crea la Organización Mundial del Comercio (OMC). Este organismo, que impulsa el libre comercio mundial, tiene un enorme poder, pues aparte de actuar estrechamente con el FMI y el BM para defender los intereses del capital transnacional, dispone de instrumentos para imponer a los Estados miembro (más de 150 de todo el mundo) sus resoluciones, poder del que carecía el GATT.

La OMC intenta ampliar su ámbito de actuación a nuevos campos (inversiones, privatización de servicios públicos, mercantilización de bienes comunes, etc.), a pesar de intensas resistencias (Seattle, Cancún). Pero los países centrales están dispuestos a imponer el libre comercio por las buenas (OMC) o por las malas (a través de estrategias de guerra: Iraq, Colombia, etc.). Igual que hacían las potencias europeas en la época del dominio colonial.

Ramón Fernández Durán. El Ecologista nº 41