Los delegados de más de 100 países empiezan hoy en Estocolmo las negociaciones para acordar un tratado que controle la contaminación mundial que provoca el mercurio. Representantes de ONG y de naciones indígenas de todo el mundo exigen que se reduzcan los niveles de mercurio, una sustancia extremadamente tóxica que ya ha contaminado los alimentos, principalmente el pescado, hasta el punto que su consumo plantea serios riesgos para la salud, sobre todo para el desarrollo neuronal del cerebro de fetos y niños.

“Vivimos expuestos a los metales pesados, especialmente al mercurio, y su nivel sigue aumentando. No importa si se es rico o pobre, ni en qué país se vive, el mercurio no conoce fronteras. Suecia es el primer país del mundo que ha prohibido el mercurio en los productos. Ahora deben imitarle los demás estados”, declara Mikael Karlsson, Presidente de la Sociedad sueca para conservación de la naturaleza (SSNC).

El mercurio es un metal pesado extremadamente tóxico que no desaparece nunca del medio ambiente y que se acumula en el aire, agua y alimentos, concentrándose cada vez más en la cadena alimentaria. Según el PNUMA, el mercurio viaja por el planeta y se deposita tanto cerca como muy lejos de su fuente de emisión. Hay países que no liberan mercurio pero que sufren sus consecuencias.

Un motivo de honda preocupación son los pueblos indígenas y los habitantes de pequeñas islas, en total más del 60% de la población mundial, que dependen del pescado como principal fuente de proteínas y que están especialmente expuestos a esta contaminación.

Ecologistas en Acción insiste en que es fundamental alcanzar un tratado internacional ambicioso y restrictivo, un tratado que incluya:

  • la eliminación progresiva de la minería de mercurio y restricciones a su oferta y comercio,
  • el almacenamiento terminal del mercurio que ya está en circulación.
  • la eliminación progresiva del uso de mercurio en productos y procesos,
  • el control de las crecientes emisiones de mercurio procedentes de la combustión de carbón.
  • la ayuda a países en desarrollo mediante campañas de concienciación, apoyo a su capacidad técnica y aportación de ayuda financiera.

Sin la acción urgente y coordinada de la comunidad internacional, los niveles de pescado envenenado y los casos de contaminación por mercurio seguirán aumentando y afectarán a las poblaciones más vulnerables.