Hace justamente un siglo nacía Rachel Carson en un pequeño pueblo de Pensilvania. Mujer pionera en prácticamente todo lo que acometió, se licenció en biología, se especializó en ciencias del mar y ocupó un puesto profesional en la Dirección de Pesca y en el Servicio Pesca y Fauna Silvestre de Estados Unidos. Todo ello en un momento en que las mujeres tenían un acceso muy limitado a la vida pública y al trabajo remunerado.

Yayo Herrero, coordinadora de Ecologistas en Acción. El Ecologista nº 55

Rachel, tímida y modesta, tuvo desde muy joven una enorme afición por la escritura y pudo combinar sus pasiones, la literatura y el mar, al escribir sus tres primeros libros, “Bajo el viento del mar”, “El mar que nos rodea” y “El borde del mar” centrados en la vida marina y los procesos a través de los cuales se formaron la tierra y los océanos.

Sin embargo, su obra más conocida y de mayor influencia no tuvo el mar como tema principal. En 1958, por circunstancias personales, Carson se traslada a vivir a una zona rural en Maryland y allí comprueba desde su propia experiencia las repercusiones y los impactos que el uso de los pesticidas tiene sobre los territorios, la vida natural y la salud humana. Comprometida con esta realidad intenta publicar en alguna revista especializada un artículo que alerte sobre los daños y riesgos del uso de pesticidas. El fracaso de su intento y las presiones que recibe le hace comprender que si quiere hacer públicas sus conclusiones, debe contar con un buen soporte empírico que le permita apoyar su denuncia.

Primavera silenciosa

Durante cuatro años se dedica a investigar meticulosamente. Recopila multitud de datos y casos, entrevista a infinidad de expertos y pide a éstos mismos que revisen su manuscrito. Finalmente, en 1962 se publica Primavera Silenciosa.

El libro se dirigía al gran público y denunciaba el uso indiscriminado de DDT y de otros pesticidas sintéticos. Carson fue una de las primeras voces que alertó sobre la visión cortoplacista y reduccionista de algunos enfoques tecnocientíficos que lanzan a los ecosistemas productos sin considerar las implicaciones a medio y largo plazo. Las pruebas que ella reunió demostraban que los efectos tóxicos superaban los límites que imaginaba al acometer el estudio, y que el uso masivo de pesticidas ponía en peligro al conjunto de la biosfera y por tanto a la especie humana.

Documentó múltiples casos en los que las fumigaciones, además de con los mosquitos habían acabado con las aves, abejas, langostas y otros insectos, sin impedir, además, que los mosquitos gracias a su ciclo biológico corto, sobreviviesen y se reprodujesen. Demostró también cómo el DDT y demás pesticidas se acumulaban en los organismos vivos y a través de las cadenas tróficas pasaban desde los vegetales fumigados hasta los organismos situados en la cúspide de la cadena tŕofica. En estos últimos, debido al fenómeno de bioacumulación, la concentración del tóxico era mucho más elevada.

La respuesta de la industria que fabricaba los plaguicidas fue feroz y trató de descalificar a Carson con todo el repertorio de herramientas descalificadoras que sigue conociendo bien el ecologismo actual. Fue acusada de insensibilidad ante las muertes causadas por la malaria o el hambre, se aludió a su condición de mujer y al estereotipo de histerismo, se amenazó a revistas y periódicos con la retirada de publicidad si se publicaban reseñas o comentarios positivos sobre Primavera Silenciosa… Pero a pesar de su timidez y discreción y del cáncer que sufría, Rachel Carson participó con tranquilidad en múltiples debates, careos, comisiones y entrevistas con la contundencia y seguridad que le proporcionaba el minucioso estudio que había realizado. Defendió sus ideas con la fuerza que le proporcionaba su compromiso con el mantenimiento de la vida.

Desde su publicación hasta nuestros días, su libro ha tenido una extraordinaria repercusión, que en gran parte se debe a la claridad de su escritura. Primavera Silenciosa fue un ejemplo de cómo el rigor científico no tiene por qué ser oscuro y esotérico. Es un texto parido no para gloria personal, sino para que todo el mundo comprendiese. Despertó la inquietud de montones de personas, demostrando que cuando las cosas se explican bien y hay posibilidad de llegar a la gente, las personas reaccionan, exigen cambios y asumen los sacrificios que se derivan de la renuncia a supuestos avances.

Cien años después de su nacimiento y cuarenta y cinco después de la publicación de Primavera Silenciosa, Rachel Carson y su obra continúan siendo un hito fundamental en el nacimiento de la conciencia ecologista. Es prácticamente la primera persona que, con datos empíricos, pone en evidencia, cómo muchos de los elementos que se han venido considerando avances técnicos, a medio plazo pueden ser simplemente destrucción. Carson mostró con claridad el error que supone llamar progreso a aquello que degrada y altera las condiciones básicas que permiten la vida en el planeta.