Ecologistas en Acción de Cantabria se felicita por la por la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) negativa para la autopista Dos Mares, un proyecto megalómano que profundiza en un modelo de movilidad insostenible. Una DIA que no solo incide en su enorme impacto ambiental sino también en su inviabilidad económica

La Secretaría de Estado de Cambio Climático ha formulado recientemente Declaración de Impacto Ambiental negativa respecto a la autopista Dos Mares. Como decíamos en su día en las alegaciones, la autopista Dos Mares hubiera generado un impacto ambiental irreversible sobre áreas bien conservadas de Cantabria y norte de Burgos, afectando tanto a sus valores naturales intrínsecos como a sus valores extrínsecos, especialmente a su función de corredor faunístico entre la Cordillera Cantábrica y el Sistema Ibérico. La autopista hubiera producido un daño ambiental irreparable sobre los espacios protegidos, al contribuir de manera definitiva a su aislamiento.

Conviene recordar que el proyecto hubiera supuesto una afección significativa sobre la Red Natura 2000, sobre 11 Lugares de Importancia Comunitaria (LICs) y 7 Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPAs), afectando directamente a 19 tipos de hábitat, 7 de ellos de carácter prioritario, provocando una afección importantísima al paisaje y el patrimonio natural a lo largo de todo su trazado. El proyecto resultaba incompatible con la conservación de la biodiversidad ya que hubiera ocasionado impactos de enorme magnitud tanto a nivel general como a nivel particular. Los impactos más notorios eran la fragmentación de hábitats, el efecto barrera sobre las especies faunísticas y poner en peligro la cohesión global de la red Natura 2000. La destrucción de hábitats de interés comunitario hubiera alcanzado su cenit de intensidad dentro del LIC/ZEPA Montes Obarenes, en el NE de Burgos.

Pero sin duda, el talón de Aquiles del proyecto radicaba en su estudio de rentabilidad económico-financiero que vulneraba flagrantemente la normativa en vigor y no se podía ejecutar si no era con la aportación económica directa del Estado mediante un crédito participativo que cubriera el 40% de la inversión inicial en abierta contradicción con el régimen de concesión.. Tal y como reconoce la DIA, el proyecto presentaba dudosas conclusiones sobre su rentabilidad económica financiera y debería haber considerado otras alternativas, siendo la autopista explotada en régimen de peaje, la única alternativa planteada.

En el origen del proyecto de la Dos Mares están los problemas coyunturales del tráfico de mercancías por carretera, que lejos de solucionarse con otra nueva y costosa infraestructura que proporciona más oferta, mantendría los graves problemas estructurales y de reparto modal del transporte de mercancías en Cantabria y norte peninsular. Las propuestas que empiezan a abrirse paso en Europa (Suiza, Austria, Eslovaquia) van en una dirección bien distinta, dirigiendo las políticas e inversión hacia las infraestructuras ferroviarias que produzcan la deseable transferencia modal de cargas hacia el ferrocarril que, ambientalmente, resultan más sostenibles.

Las decisiones caprichosas tomadas en su día sobre infraestructuras viarias de alta capacidad, se empiezan a mostrar de forma descarnada. No resulta aventurado afirmar que con las inversiones realizadas hasta el momento en el tramo Solares-Torrelavega de la A-8, estaríamos con el tramo finalizado si se hubiera utilizado el sentido común, ejecutando la variante norte por Solía y Parbayón. Ahora sólo cabe esperar a que la financiación privada se encargue de aportar los recursos necesarios para finalizar las obras.

La situación prolongada de crisis económica sigue resultando el marco idóneo para replantearse el modelo de movilidad insostenible que padecemos, basado en una oferta disparatada de más y más infraestructuras y el uso masivo del vehículo privado; el anuncio del pago por uso de las infraestructuras va por el camino de la sostenibilidad y tendremos ocasión de comprobarlo bien pronto, cuando se finalicen los tramos de la A-8 pendientes, en los que habría que implantar un peaje que esperemos no sea en sombra, o sea, a cargo de los presupuestos del Estado o de Cantabria.