El Gobierno de Aragón y la Confederación Hidrográfica del Ebro, actuando como promotores de actuaciones de gran impacto ambiental y social como los proyectos de embalses de Biscarrués, Yesa y Mularroya, unido a su mínima implicación en el desarrollo adecuado y aplicación de la normativa sectorial que es de su competencia, les convierten en los principales impulsores de la destrucción de los ríos aragoneses

El 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales, coincidiendo con la primera reunión de la convención de RAMSAR sobre humedales, que se desarrolló en esa ciudad de Irán hace cuarenta años (1971). En esta edición, por coincidir con el año internacional de los bosques, el lema elegido es “Bosques para agua y humedales”.

Ecologistas en Acción, uniéndose a esta celebración, quiere destacar el papel que desempeñan uno de nuestros ecosistemas más amenazados, los bosques ribereños (sotos), que a la par de los ríos aragoneses forman unos pasillos ecológicos de un valor natural y paisajístico de primer orden.

Estos bosques ribereños: estabilizan los taludes, con lo que se minimiza la erosión; retienen sedimentos; son zonas de inundación habituales que reducen la velocidad del agua en las avenidas; ayudan en la eliminación de sustancias nocivas vertidas en el agua (fertilizantes y pesticidas); cobijan a una importante muestra de fauna, destacando especialmente que favorecen la presencia de insectos acuáticos que mejoran la calidad del agua; dan sombra que disminuye la temperatura del agua; producen nuevos nutrientes que entran en la cadena trófica acuática…

A pesar de su valor, estos espacios son continuamente destruidos. En muchas ocasiones la amenaza proviene de las propias administraciones que tienen la obligación de velar por ellos. Por ejemplo, impulsando grandes proyectos, en algunos casos auténticos despropósitos, como los embalses de Biscarrués sobre el río Gállego, recrecimiento de Yesa en el río Aragón y Mularroya sobre el río Grío con grandes afecciones también, por trasvase de aguas, al río Jalón. Con la ejecución de estos proyectos desaparecerían tramos fluviales con importantes formaciones de bosques de ribera, que se encuentran entre los últimos que quedan en Aragón, con unas condiciones naturales aceptables.

En otros casos, la amenaza sobre los bosques ribereños, se observa en el poco desarrollo normativo que estas administraciones hacen de las materias de su competencia que conllevaría medidas que deberían garantizar la conservación de estos espacios. Al caso más conocido de no incluir algunos de estas zonas en la Red Natura 2000, con el objetivo de no poner trabas a proyectos como los antes mencionados, destacamos dos ejemplos más:

  1. El decreto 204/2010 recientemente aprobado por el Gobierno de Aragón con el que se crea el inventario de Humedales Singulares de Aragón y se establece un régimen de protección, no contempla la protección de ningún tramo de río, dejándolos fuera de esta normativa, a pesar de que tanto el convenio RAMSAR (de ámbito internacional), como el “Plan Estratégico Español para la Conservación y el Uso Racional de los humedales” (de ámbito estatal), a los que supuestamente desarrolla y aplica sí inciden en esa necesidad.
  2. Desde la aprobación del Plan Hidrológico Nacional (2001 y modificado en 2005), las únicas materias, de las que contempla, que no han avanzado, son las referentes a la conservación de los ríos y ecosistemas asociados. Así, la dotación de caudales mínimos de mantenimiento, imprescindibles para el mantenimiento de los sotos, no se tienen todavía en cuenta. Igualmente, trascurridos diez años, ni el Gobierno de Aragón, ni las Confederaciones Hidrográficas, han propuesto la declaración de reservas hidrológicas por motivos ambientales en Aragón, conocedores de que los tramos más acordes para contar con esta figura son los que se verían destruidos por su propia política hidráulica.