Un maltratado rincón de gran biodiversidad.

Julio Martín de Eugenio Manglano, Colectivo Espartal-Ecologistas en Acción de Valdemoro. Revista El Ecologista nº 61

Discurre el arroyo de La Cañada por el sur de la finca El Espartal ajeno al sombrío futuro que la Administración insiste en destinar a su área inmediata. Sus reconocidos valores botánicos, faunísticos e, incluso, culturales poco parecen pesar a la hora de conjurar las amenazas siempre renovadas del urbanismo desmesurado. Ni tan siquiera garantiza el amparo efectivo la inclusión de sus tramos postreros en el Parque Regional del Sureste, aguas arriba de su unión con el Jarama.

Prestos a la comparación intuitiva hay quienes ven en su áspero paisaje, delineado por lomas y abarrancamientos, un remedo de lejanas mesetas asiáticas o norteafricanas y, en efecto, la presencia de especies endémicas –de un gran valor biogeográfico– parece corroborar el paralelismo. Así, una variedad del llamado coralillo (Microcnemum coralloides) –quenopodiácea presente en este paraje– se distribuye por los desiertos salinos de Siria y Turquía. Su rareza y la extrema fragilidad de sus hábitats hicieron que fuera incluida en la categoría de vulnerable en la Lista Roja de la Flora Vascular Española.

La nómina de especies vegetales incorpora, igualmente, endemismos sobresalientes como Sonchus crassifolius, Limonium dichotomum, Thymus lacaitae, Elymus curvifolius o Lepidium cardamines. Ciertas asociaciones vegetales del entorno están incluidas dentro del hábitat natural de interés comunitario Estepas continentales halófilas y gipsófilas (Anexo I de la Directiva 92/43/CEE, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la flora y fauna silvestres).

La engañosa desolación del paisaje

Por fortuna va cambiando esa percepción de los aljezares lastrada, sin duda, por su aparente monotonía visual que tiende a menoscabar su valoración como los enormes reservorios de biodiversidad que, en puridad, representan. El valle del arroyo de La Cañada satisface tanto las expectativas del científico como las del ciudadano aficionado a las ciencias naturales. Cosa distinta es que, a punto de consumir la primera década del siglo XXI, los gobernantes locales y autonómicos posterguen irresponsablemente la protección eficaz de tan admirable patrimonio natural.

Sin duda uno de los elementos que confieren mayor carácter al valle es la presencia de encharcamientos con un alto contenido de sal. Los humedales salinos son verdaderas reliquias del pasado al reproducir condiciones biológicas pretéritas. La diversidad vital que ostentan estos parajes se ha relacionado con los interesantes procesos geoquímicos y de redistribución de sales y nutrientes que tienen lugar en su seno.

El lugar es cita habitual de especies de gran interés como la cigüeñuela (Himantopus himantopus), la avefría (Vanellus vanellus), el andarríos chico (Actitis hypoleucos) o la tarabilla norteña (Saxicola rubetra), todas ellas consideradas vulnerables en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres de la Comunidad de Madrid. Habitual es asimismo la presencia del amenazado aguilucho lagunero (Circus aeruginosus), especie reconocida como sensible a la alteración de su hábitat por el mismo documento regional.

Mención especial merece la riqueza de la fauna invertebrada que medra en las praderas halófilas del arroyo y su área limítrofe. Son, precisamente, las adversas condiciones del entorno las que favorecen la aparición de especies de distribución muy restringida que constituyen endemismos ibéricos o norteafricanos. Un paseo por este lugar, ya sea en primavera o bajo la agobiante canícula veraniega, hará las delicias del entomólogo más exigente. Factible será observar al amenazado escarabajo avispa español (Neoplagionotus marcae), uno de sus más emblemáticos taxones. Con algo más de fortuna descubriremos sobre los limonios al muy escaso criptocéfalo manchego (Cryptocephalus bahilloi), aún reciente y descollante descubrimiento.

Los lepidópteros, favorecidos por la existencia de agua en un ámbito sumamente seco, cuentan con una nutrida y excepcional representación en la que despuntan Zerynthia rumina y Albarracina warionis, una mariposa nocturna vinculada a los ecosistemas subdesérticos peninsulares. Los arácnidos están espléndidamente representados por criaturas espectaculares como Gluvia dorsalis, Argiope bruennichi, Aculepeira armida o los siempre sorprendentes saltícidos, las llamadas arañas saltadoras.

La relación de especies que cada temporada engrosan el catálogo de invertebrados identificados y, en especial, la relevancia misma de los taxones citados, permiten calibrar la extraordinaria importancia del enclave como albergue de estos minúsculos –y casi siempre olvidados– integrantes de los ecosistemas.

Problemas y amenazas

Por desgracia la presión ejercida sobre este espacio natural es cada vez más intensa. La temporada de caza consagra, año tras año, la subordinación de los intereses de conservación a los antojos cinegéticos. Entre éstos alarman sobremanera los kilos de plomo esparcidos por el humedal y el pisoteo impune de las praderas halófilas donde subsiste el excepcional coralillo. A ello habría que sumar esa lacra posmoderna de los quads y las motos de trial que devoran caminos, riberas y vías pecuarias. A este respecto es muy significativa la inhibición institucional ante la persistente infracción de la ley que, además, se traduce en daños a la flora, el atropello de fauna y una erosión notoria del terreno.

La última de las amenazas pretende materializarse en forma de infraestructura viaria. En la actualidad este espacio se encuentra afectado por el proyecto de duplicación de la carretera M-404 entre Serranillos del Valle y Ciempozuelos presentado por la Comunidad de Madrid. Eufemística manera de denominar al trazado sur de una M-60 encubierta, esto es, un nuevo anillo de circunvalación a Madrid.

La elección de este valle para acoger una nueva autovía resulta disparatada por su gran impacto ambiental. De los tres corredores planteados para el tramo Valdemoro-Ciempozuelos, los responsables de la Consejería de Transportes no han mostrado rubor alguno en elegir la solución de peores consecuencias medioambientales. Además de ello, los documentos relativos al proyecto de ejecución revelan la modificación del trazado inicialmente sometido a evaluación ambiental, circunstancia que constituye una clamorosa infracción de la legislación.

Escandaliza que los gestores regionales destinen ilimitados recursos económicos a esta delirante fiebre constructora mientras, de manera sistemática, aplican severas restricciones presupuestarias en materia de sanidad, educación, cultura o medio ambiente. Si además esa dinámica acarrea la destrucción de la biodiversidad de un enclave tan excepcional como es este rincón del sureste madrileño, hora es de preguntarse en manos de quién está la gestión de la naturaleza madrileña y actuar en consecuencia.