Con el objetivo de seguir evaluando la idoneidad o no de la construcción de una 3ª pista en el Aeropuerto de Gran Canaria tenemos que analizar las consecuencias, positivas y negativas, que puede acarrear su construcción.

Ya ha quedado suficientemente claro que desde el punto de vista de la operatividad del aeropuerto, la tercera pista no aporta absolutamente nada.

Con la configuración actual, el aeropuerto está más que sobrado para absorber el tráfico aéreo actual y futuro, incluso pensando en el muy largo plazo con escenarios optimistas de crecimiento. Eso sí, ya se ha sugerido que se pueden introducir algunas mejoras en la infraestructura actual que pueden incluso incrementar su capacidad actual sin necesidad de construir nuevas pistas. Entre ellas está mejorar la configuración de las salidas rápidas de las pistas actuales o llegar a acuerdos con el mando aéreo de Canarias para que se restrinjan los vuelos militares de entrenamiento durante las franjas horarias de mayor tráfico comercial previsto. Con ello se conseguiría prevenir situaciones de sobrecarga puntual.

Respecto a las consecuencias, hay una clara y evidente y que lleva afectando desde hace mucho tiempo. Se trata de la expropiación de más de 1.000 familias del barrio teldense de Ojos de Garza. Familias que llevan sufriendo este drama durante más de una década. Familias a las que la administración pública ha estado sometiendo a un auténtico calvario. Una parte de esta gente ha dicho que no puede soportar más esta situación de incertidumbre y quieren que se arregle su situación ya, iniciando todo un proceso de lucha para que la reubicación o expropiación se realice en las mejores condiciones posibles. Otros se han negado a ser expropiados y recurrido los expedientes. A todos, la administración pública y los partidos políticos que apoyan a la tercera pista, les han estado sometiendo a una situación inaceptable durante demasiado tiempo y algún día tendrán que responder por ello.

Pero las consecuencias de la tercera pista no se quedan aquí. Las consecuencias son tantas y tan variadas que casi es de obligado cumplimiento clasificarlas para entender mejor el verdadero coste económico, social y ambiental de este capricho político.

Por un lado está las afecciones acústicas que, si esta nueva pista operara, se trasladarían desde Las Majoreras a prácticamente Vecindario, pasando por El Carrizal, La Jurada, Montaña los Vélez, El Oasis, Cruce de Arinaga, hacia el Sur. Por el Norte y Este se verán seriamente perjudicados El Goro, Salinetas, Melenara, Casas Nuevas, Taliarte, Hoya del Pozo, Playa del hombre y La Garita y, aunque están fuera de las huellas sonoras pintadas por AENA, también se verán afectados Las Huesas, El Calero y el mismísimo caso de Telde. Por tanto el número de habitantes afectados pasa de 4.000 a como poco 20.000 sólo en el municipio de Telde, eso si no contamos el casco principal de este municipio.

Las afecciones por ruido no suponen simplemente pérdida de calidad de vida y molestias permanentes, es decir para siempre y sin posibilidad de solución. Suponen también quebranto económico y servidumbres de tipo urbanístico. El primer paso es la desvalorización de las viviendas de todo el ámbito de afección. El segundo paso es el proceso de aislamiento e insonorización que deberá asumir AENA de las viviendas, centros sanitarios y educativos que queden bajo la huella sonora estipulada en el Plan Director. Tratar este tema en profundidad requeriría varios artículos específicos. No obstante creo que vale la pena adelantar el resultado para tomar consciencia de la gravedad del asunto.

Una serie de empresas se encargaran de insonorizan viviendas a unos niveles de protección mucho más bajos de los que tendrán que soportar realmente sus habitantes cuando sobre vuele un avión. Para entender esto sólo hay que caer en la cuenta de que el responsable de la instalación que produce la contaminación acústica, en este caso AENA, es también quien determina el grado de contaminación que tienen que soportar los ciudadanos y qué medidas correctoras se tienen que aplicar. Es lógico que intente buscar estrategias para ahorrar lo máximo posible en las medidas correctoras aunque eso vaya en contra de los intereses de las personas afectadas. La insonorización consistirá básicamente en el cambio de puertas y ventanas, y la clausura de patios de luz. Eso sí en el lugar con el mejor clima del mundo y con una luminosidad mágica, si quieren que su exigua insonorización funcione tendrá que tener todo perfectamente cerrado, con aire acondicionado, y luz artificial a pleno día en las habitaciones de interior. Esto también incluye a los colegios afectados por el ruido. Es decir las insonorizaciones no servirán para nada a la ciudadanía afectada. Las experiencias de otras latitudes, véase Barajas o el Prats, nos dicen que el caso de El Carrizal o Salinetas será prácticamente insoportable por las distancias a la 3ª pista. En casos parecidos se ha optado por ¡desalojar poblaciones enteras! Esperemos que esto no ocurra aquí.

Las servidumbres urbanísticas y de otro tipo son tan insidiosas como desconocidas. Estas servidumbres aeronáuticas afectan a un área muy superior y tienen consecuencias sobre el planeamiento urbano, sobre las iniciativas privadas y públicas de orden urbanístico e incluso sobre el desarrollo de las energías renovables, pero eso lo trataremos en próximos artículos.