En relación al debate sobre la financiación climática en la COP17 en Durban, Ecologistas en Acción argumenta que “no falta dinero, sino voluntad política”.

Por eso deplora las ayudas billonarias al sistema financiero y propone fuentes innovadoras de financiación para el clima como impuestos sobre transacciones financieras, la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles, la reducción de los gastos militares, así como tasas al transporte marítimo y aéreo.

Ecologistas en Acción rechaza tajantemente la decisión de la Comisión Europea de extender indefinidamente el régimen especial para permitir la concesión de ayudas públicas a la banca (1,608 billones de euros según la CE).

En opinión de Ecologistas en Acción, “es inmoral que los gobiernos de la Unión Europea hayan gastado más de 4,3 billones de euro de dinero público en rescatar el sistema financiero y corporaciones multinacionales entre 2008 y 2011, y luego argumentan en la cumbre del clima en Durban que no pueden aportar más fondos por la crisis económica”. “¿Acaso valen más los beneficios de una entidad bancaria que la vida de millones de personas?”, se pregunta la organización ecologista que hoy inaugura en Barcelona su Congreso Confederal.

Si comparamos las ayudas a los bancos con los US-$ 30.000 millones de financiación rápida ('fast start finance') que los países industrializados se habían comprometido en las últimas cumbres de cambio climático a transferir entre 2010-12 a los países empobrecidos, en forma de ayuda “nueva y adicional”, es evidente la falta de voluntad política e hipocresía del poder político occidental.

Con ocasión de la COP17 en Durban es evidente que los países ricos no cumplieron ni siquiera con sus compromisos. Según el informe del African Climate Policy Centre, el brazo político del programa “Clima para el Desarrollo en África”, de los US-$ 29.200 millones que los gobiernos ofrecieron desde 2009, sólo entre US-$ 2.800 y 7.000 millones han sido “nueva ayuda” (no ofrecida previamente a la cumbre de Copenhague en 2009); y si se considera ambos condicionantes (nueva y adicional a los fondos de la AOD), serían incluso menos de US-$ 2.000 millones.

De estos 97% de los US-$ 30.000 millones de fondos anunciados, sólo el 7% fueron “desembolsados”, mientras el 45% “comprometidos” y 33% “asignados”. La mayoría de los fondos se ha destinado a proyectos de mitigación (62%), sólo 25% para medidas de adaptación y 13% para el controvertido programa REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques), que ha sido denunciado por fomentar la privatización de bosques, el desplazamiento de comunidades indígenas o la destrucción de los ecosistemas, entre otras.

Con el fin de incrementar los fondos para la lucha contra la crisis climática, Ecologistas en Acción, como muchas otras organizaciones y redes, propone eliminar las subvenciones públicas a los combustibles fósiles, como el carbón, que globalmente ascienden a 487.000 millones de euros anuales. Una de las causas que incrementó las emisiones de dióxido de carbono en 2010 en un 5%.

Ecologistas en Acción demanda también reducir drásticamente los gastos militares que en 2010 representaron 1,1 billón de euros. “Una parte importante de este ahorro de gasto público debe ir a la financiación climática”, subrayan.

La organización ecologista, que forma parte de la red internacional “Climate Justice Now!”, propone asimismo cerrar los paraísos fiscales así como perseguir el fraude fiscal y la manipulación de precios que suponen ingresos ilegales a las corporaciones multinacionales por un valor de US-$ 160.000 millones al año.

Por último, Ecologistas en Acción exige a los gobiernos reunidos en Durban, implementar una tasa sobre las transacciones financieras, que podría recaudar globalmente, como mínimo, US-$ 650 mil millones cada año, así como impuestos sobre la emisión de dióxido de carbono, y muy especialmente al transporte marítimo (bunkering) y aéreo.

Estos ejemplos muestran claramente que la ausencia de financiación pública para la lucha contra el cambio climático no es un resultado de falta de dinero, sino de falta de voluntad política en los gobiernos de los países industrializados.