De la diez zonas húmedas que están incluidas en el Catálogo Valenciano de Zonas Húmedas correspondientes a la provincia de Castellón, la administración tan sólo reconoce y cataloga tres zonas húmedas (desembocadura del río Senia, Marjal de Peñíscola y desembocadura del río Coves) en toda la comarca del Baix Maestrat, aunque existen muchas más (con lámina permanente de agua en las desembocaduras del Servol y Aiguadoliva en Vinaròs y rambla Alcalá o Barranquet en Benicarló; con lámina estacional de agua o saladares en la desembocadura de los barrancos de Salinas en Vinaròs; río Seco en Benicarló y bco. del Atmeler en Alcossebre; lagunas de Sant Mateu y La Jana, etc.). Un olvido de más del 70% de los humedales comarcales, cuyas consecuencias son un paulatina alteración/desaparición debido a vertidos, proyectos de infraestructuras, proyectos urbanísticos, desecaciones, etc.

En general las zonas húmedas del Baix Maestrat no gozan de buena salud; están siendo agredidas sistemáticamente gracias a nuestro desarrollismo incontrolado (colmataciones y desecaciones, vertidos de residuos sólidos y aguas residuales, drenajes, infraestructuras, urbanismo, impactos agrícolas, etc.) y por fenómenos naturales (intrusión marina, temporales, cambio climático, etc.). Hoy en día los ríos, ramblas y barrancos siguen siendo utilizados como vertederos incontrolados que al final depositan los residuos en los fondos marinos tras las escorrentías estacionales; son demasiados los proyectos de canalización y drenaje de sus cauces (ej. Rambla de Alcalá), que proponen la alteración de toda su riqueza ambiental, paisajística y geológica, creando cauces ambientalmente muertos; las políticas de “actuaciones de sostenibilidad ambiental y mejoras hidráulicas” acaban en serias lesiones a la riqueza vegetal de sus márgenes y cauces, y un fomento de la erosión (ej. rio Senia-Sol de Riu, rambla Alcalá, etc.), o bien “los proyectos de supuestas puestas en valor de humedales” acaban en un despilfarro económico y unas afecciones ambientales innecesarias dentro de los parajes naturales (ej. marjal de Peñíscola).

Mencionemos, como ejemplo ya recurrente, la dramática situación de la Marjal o Prat de Peñíscola, un importante lugar palustre costero no sólo catalogado y protegido como humedal a nivel valenciano sino que además es un Lugar de Importancia Comunitario-LIC dentro de la Red Natura 2000 de la UE, que a pesar de albergar especies en peligro de extinción y una enorme riqueza ambiental, sigue siendo agredido con desecaciones de sus suelos, alteración de sus aguas (sobre todo en sus acequias Sangonera y del Rey), cortas de vegetación y drenajes (acequia Sangonera en 2011), incendios provocados (el último en febrero de 2011 quemó el 40% del humedal), asfixia por construcciones (urbanismo descontrolado en sus alrededores) y proyectos tildados de sostenibles (ej.: pasarelas de madera desde la avda. Pigmalión hasta el Colegio J. Sanz, y promovidos por el Ayto de Peñíscola, bajo el amparo de la Administración con fondos Economía Sostenible-ES -proyecto ejecutado en 2011 y llamado “Recuperación, repoblación y puesta en valor del frente este de la marjal de Peñíscola”) que han supuesto nuevas desecaciones de sus suelos, cortas de carrizales con un ancho de más de 5 metros, creación de nuevas zonas de párking para vehículos, creación de nuevos accesos en su zona sur (con impactos muy negativos como presión humana, ruidos, vertidos de basuras, etc.).

Este tipo de proyectos “verdes” creemos que son innecesarios y despilfarradores de dinero público. Además tienden hacia la domesticación de este pequeño paraje natural hasta convertirlo, como pretende el Ayuntamiento de Peñíscola, en un parque urbano.