El domingo 11 de marzo, aniversario del terrible accidente de la central nuclear de Fukushima (Japón), Greenpeace, el Grupo Ecologista Mediterráneo (GEM) y Ecologistas en Acción de Almería instalaron una mesa informativa en el Paseo Marítimo de la capital y se recogieron mensajes de solidaridad con el pueblo japonés. La energía nuclear es una energía extremadamente peligrosa tanto para el medio ambiente como para la humanidad y además es supercontaminante y muy cara.

El accidente de Fukushima provocó el segundo escape radiactivo más grave de todos los tiempos (después del de Chernnóbil en 1986). La catástrofe nuclear, que tuvo su origen en un terremoto de escala 6,6 y el posterior tsunami, se cobró casi 20.000 muertos y desaparecidos. Un año después de la tragedia todavía siguen desplazadas más de 300.000 personas. Las consecuencias sobre la salud de las personas afectadas se podrán valorar dentro de 10 ó 20 años. Según estimaciones del Departamento de Energía de EE UU, la pluma de contaminación radiactiva que se desplazó hacia el Noroeste por efecto de los vientos, afectará a zonas situadas en un radio de más de 50 km de Fukushima.

Desde los medios pronucleares se nos ha intentado vender que la energía nuclear era totalmente segura y que estaban previstas todas las contingencias que podían suceder, y que los accidentes en una central nuclear solo se podían producir en países que no tenían los controles adecuados o que no habían tomado las medidas necesarias para garantizar la seguridad de las instalaciones y de la población. El tsunami y su impacto sobre la central nuclear de Fukushima ha demostrado claramente que esto no es así, ya que Japón es un país puntero en temas tecnológicos. La contaminación se ha detectado ya en alimentos como arroz, espinacas, ternera, algas, y pescados. En el caso de estos dos últimos la contaminación procede de los vertidos accidentales y controlados de miles de toneladas de agua radiactiva. Los efectos de estos vertidos son desconocidos, puesto que nunca antes se había producido una contaminación del mar tan intensa. En estas zonas la salud se ha empezado a medir por el nivel de contaminación radiactiva de las personas
Con el accidente de Fukusima se puso de manifiesto el enorme peligro que suponen las centrales nucleares, y que ese accidente o incidente, que se nos asegura que no se podía producir, al final se acaba produciendo ya que es imposible preverlo todo.

Desde el movimiento antinuclear entendemos que ante la energía nuclear se debería actuar con prudencia y no correr riesgos innecesarios, sobre todo cuando este tipo de energía se puede sustituir por otros menos peligrosos y más limpios. Los grupos ecologistas pidieron al Gobierno Central el cierre gradual de todas las centrales nucleares de España. Los expertos calculan que el “apagón nuclear” podría culminar en el año 2020. Paralelamente se tendría que desarrollar un programa de ahorro y eficiencia energética, además de la instalación de energías alternativas para sustituir la potencia nuclear instalada.

En Almería todavía tenemos pendiente la limpieza radioactiva de Palomares (contaminado con plutonio y americio). En el mes de enero, coincidiendo con el 46 aniversario del accidente, los grupos ecologistas solicitaron al nuevo ejecutivo que retomara los contactos con EEUU para realizar la descontaminación definitiva de la zona afectada por la caída de las bombas.

Nucleares, NO, gracias.

¡¡¡ Fukushima nunca más !!!