La Plataforma Contra el Insostenible Proyecto de la M-30 ha realizado un homenaje al árbol caído (es decir, a los miles de árboles ya caídos y a los que tristemente caerán) por las obras de ampliación de la M-30 que acomete el Consistorio madrileño.

Un alcalde-topo ha talado de forma simbólica, aunque con una motosierra real, un plátano bicentenario situado en la Avda. de Portugal nº 1, uno de tantos grandes ejemplares amenazados por esta obra. También se han leído, en un ambiente de funeral, varias poesías y textos literarios en homenaje a los árboles caídos.

Y es que lo que está ocurriendo en Madrid estos meses no tiene precedentes: nadie recuerda un arboricidio de una magnitud semejante. Ya han sido talados más de 6.000 árboles, muchos de ellos de gran porte (La Paloma-Costa Rica, 557 árboles; Nudo Avda. de América, 609; Nudo O'Donell, 816; Conde Casal, 1.264; Avda. de la Ilustración, 1.206…) y cada día aumenta este cómputo, hasta superar en breve, si nadie lo impide, los más de 12.000 árboles. Un crimen de lesa naturaleza.

En una ciudad como Madrid, el arbolado tiene una función fundamental para el bienestar de sus habitantes. Efectivamente, los árboles urbanos nos aportan belleza para nuestros sentidos, reducen la contaminación atmosférica, amortiguan el ruido, crean microclimas que atemperan los rigores estivales, aportando sombra y frescor… Virtudes que no son comparables, ni por asomo, a las de una alfombra verde sobre cemento.

Para la Plataforma todo este arboricidio, junto a la agresión a los parques de la ciudad, se está haciendo fuera de la ley. Así, por ejemplo, el Parque de La Arganzuela tiene un nivel de protección 2 según el último Plan General. Esto que quiere decir que no se puede ocupar más del 20% de su superficie -y las obras de la M-30 están ocupando el 50%- y que no se pueden tocar los elementos vegetales -algo que no parece que haya sido obstáculo para talar un gran número de árboles-. El Ayuntamiento incumple su propia normativa. Además, todas las actuaciones se están llevando a cabo sin hacer ningún estudio de impacto ambiental, primando siempre los criterios de ahorro para las empresas constructoras frente a la conservación de nuestro escaso patrimonio natural.

Con todo, lo peor a juicio de la Plataforma es que este arboricidio sin precedentes se realiza para que por Madrid puedan circular cada día 250.000 automóviles más, lo que incrementará aún más los niveles de saturación, ruido, ocupación de espacio público y contaminación del aire. Además, ya nunca podremos contar con la ayuda de los miles árboles talados, que realizaban una importante tarea de filtrado y mejora del aire de la ciudad.