Ecologistas en Acción denuncia que las Comunidades Autónomas (CC AA) no están adoptando las medidas necesarias para minimizar los incendios forestales, ya que los esfuerzos se siguen centrando en su extinción.

Ecologistas en Acción considera que la mejor forma de evitar los incendios es atacando las causas que los producen, especialmente prohibiendo las quemas de rastrojos y quemas para obtención de pastos, la circulación motorizada en zonas forestales y favoreciendo un cambio en la gestión de las masas forestales.

Ayer se dio a conocer la Sentencia del trágico incendio de Guadalajara (2005), en el que perecieron 11 miembros de un retén forestal, y que se produjo por una negligencia de unos excursionistas. Aunque solo se condena a uno de ellos, para Ecologistas en Acción es evidente que la Comunidad de Castilla-La Mancha podía y debía haber tomado medidas previamente para evitar este y otros incendios prohibiendo el uso de las barbacoas y otras actividades de riesgo tal y como Ecologistas en Acción y otras organizaciones habían reclamado. Siete años después de aquel incendio la situación poco ha mejorado, y el uso del fuego sigue estando presente.

Si se analizan los datos de los incendios forestales producidos del 1 de enero al 30 de junio de los últimos diez años, resulta evidente que aunque se ha logrado una reducción en la superficie forestal afectada, el número de conatos (incendios inferiores a una hectárea), sufren pocas variaciones respecto de años anteriores, o lo que es lo mismo, el número de incendios que se provocan no se reduce. Esta situación se ha agravado en lo que llevamos de año, con un importante aumento en el número de conatos e incendios, así como en la superficie forestal afectada, siendo además el año en el que más grandes incendios se han producido en los seis primeros meses, 14 frente a los 4 que es la media de la década.

Por ello, Ecologistas en Acción considera que mientras que no se logre reducir el número de conatos y se mejoren las condiciones de diversidad de las zonas forestales, los incendios seguirán asolando los montes. Y dado que no se pueden lograr que las condiciones meteorológicas sean más benignas, se debería lograr que no aparezca el fuego en el medio natural. En estos años, adoptando las necesarias medidas las CC AA podrían haber logrado que se redujese a la mitad los incendios forestales ya que las actividades humanas en el medio natural son el origen de más del 95% de los incendios forestales. Para ello se debe aprobar normativa específica que prohíban las actividades con riesgo de producir incendios y la realización de campañas de concienciación, especialmente entre agricultores y ganaderos.

Más del 50% de incendios forestales son provocados por las quemas de rastrojos y restos de podas de cultivos agrícolas, y por las quemas de matorral para obtención de pastos para el ganado. Pese a ello, aún quedan CC AA donde no se ha prohibido la realización de dichas quemas, aunque otras sí establecieron hace años esta restricción en el período más peligroso, del 15 de marzo al 15 de septiembre, así como planes de emergencias para los períodos más críticos. Si se prohíben estas actividades se pueden llegar a reducir los incendios forestales originados por las mismas en un 75%, lo que supone reducir el total de incendios en un 20%.

Otra de las medidas que reduciría el número de incendios forestales, es la restricción de acceso con vehículos a motor por pistas forestales, caminos, sendas y otras vías de acceso a las zonas forestales. Además, estas infraestructuras son la principal vía de acceso de los incendiarios a los bosques. Con las restricciones propuestas, y un adecuado control de su cumplimiento, se reducirían hasta en un 20% los incendios iniciados en sus cercanías.

Además, es fundamental que las CC AA, empiecen ya a concienciar a la población sobre los beneficios ambientales, económicos y sociales que proporcionan los bosques y las zonas forestales a la sociedad en general.

Los trágicos incendios en la Comunidad Valenciana, o los ya repetitivos en Galicia, son muestras más que evidentes que la política de prevención de incendios necesita un impulso decidido, para así evitar la destrucción de nuestros mejores montes y, con ellos, una enorme biodiversidad que es también patrimonio colectivo.