A principios de julio aparecieron numerosos peces muertos en el embalse de Arrocampo, que refrigera la central nuclear de Almaraz (Cáceres) debido a las altas temperaturas del agua.

Para Ecologistas en Acción además del riego de accidente y de la generación de residuos radiactivos, las centrales nucleares tienen otros impactos ambientales. El pasado 4 de julio, apareció un gran número de peces muertos en el embalse de Arrocampo, de donde la central nuclear de Almaraz (Cáceres) toma el agua para refrigerarse. Tras pasar por la central, el agua está demasiado caliente y su vertido ha originado nuevamente una mortandad de peces.

Este episodio se repite cíclicamente debido al bajo caudal del Tajo y al hecho de que los propietarios de Almaraz se resisten a bajar la potencia de funcionamiento o a parar la central, lo que haría descender la temperatura del agua. Cualquiera de estas dos acciones iría en detrimento de la producción de electricidad y, por tanto, haría descender los beneficios de la empresa propietaria.

Cada verano, se registran en España episodios de fuertes aumentos de las temperaturas del aire y de los ríos, que se irán intensificando debido al cambio climático. Estas altas temperaturas suponen una amenaza para las centrales nucleares puesto que generan incendios, como el ocurrido en Valencia, que podrían llegar a amenazar físicamente la central; provocan incendios en los sistemas eléctricos, como el que se produjo en la propia Almaraz, hace apenas un mes; provocan fallos del sistema de protección contra incendios, como el que tuvo lugar en Garoña (Burgos) el pasado 28 de junio; provocan la aparición de plagas en los ríos, como las de algas o mejillón cebra en el Ebro que dificultaron la refrigeración de Ascó (Tarragona).

Las altas temperaturas del agua de los ríos, junto con la disminución de su caudal, deberían inducir a la disminución de potencia de las centrales o, incluso, a su apagado. La reglamentación sobre la temperatura del agua está clara: la central no puede verter agua a más de 30ºC y la diferencia de temperaturas entre el agua vertida y captada no puede superar los 3ºC. Si alguno de estos márgenes se incumple, la central debe bajar potencia o parar. Sin embargo esta normativa se incumple sistemáticamente, como viene a demostrar el episodio de Almaraz, o como mostraron medidas independientes en zonas próximas a la central de Garoña.

Ecologistas en Acción solicita del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) mayor rigor y vigilancia sobre las temperaturas de vertido de las centrales nucleares y sobre los efectos que las altas temperaturas tienen en la seguridad.