El lunes 24 de septiembre, la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, en la que participa Ecologistas en Acción, hizo entrega al Subsecretario del Ministerio de Industria, Enrique Hernández, de un documento de siete páginas que recoge una nueva visión sobre el sector de la energía.
El acto de entrega fue la respuesta al compromiso adquirido con el alcalde de Alburquerque, Ángel Vadillo, en su reunión con el Subsecretario del pasado 10 de septiembre. El Ministerio procederá ahora a analizar el documento, al que, en palabras de Enrique Hernández, dará oportuna respuesta en un plazo no superior a tres semanas.
En el documento se pone el acento sobre una idea: el cambio hacia un modelo energético basado en la eficiencia, las renovables, los sistemas inteligentes y la soberanía constituye no sólo una absoluta necesidad, sino también una magnífica oportunidad para países como el nuestro y para el planeta en su conjunto. Porque un sistema energético basado en estos cuatro elementos ya no es más caro que el modelo vigente, de tecnologías centralizadas, sucias y peligrosas. Y que resulta además esencial para enfrentar muchos de los problemas que enfrentamos actualmente, como el cambio climático, las tensiones geoestratégicas alrededor de los recursos energéticos, e incluso el empleo.
En él se propone definir un nuevo Plan Energético Nacional en el que se abandone la idea trasnochada de que todas las fuentes de energía son necesarias, por otro, en el que las energías limpias y sostenibles ocupen el centro indiscutible. Un Plan en el que se cuantifique el potencial de cada una de las fuentes renovables, así como la forma de desarrollar su implantación de forma óptima, tanto desde el punto de vista económico como social.
La Plataforma por un Nuevo Modelo Energético tiene sólo tres semanas de vida, pero en un plazo de tan breve tiempo ha conseguido ya la adhesión de un número importante de organizaciones y de ciudadanos de todas las sensibilidades ideológicas. Pretende convertirse en un revulsivo ante el opresivo clima social que se vive en nuestro país después de 5 años de crisis económica. Un proyecto compartido que encauce adecuadamente nuestro potencial y que nos coloque en la vanguardia internacional en tecnología, responsabilidad y democracia.
[/et_pb_tab]Plataforma por un nuevo modelo energético
Introducción
Durante las últimas décadas, el sector energético ha sido testigo de una imparable convergencia de costes entre el modelo basado en tecnologías sucias y peligrosas (combustibles fósiles y nuclear) y el modelo basado en fuentes renovables, que son intrínsecamente limpias. Las primeras se han ido encareciendo paulatinamente, tanto en costes directos (agotamiento de los yacimientos de fácil acceso, aumento de las inversiones en seguridad), como en indirectos (cambio climático, tensiones geoestratégicas). Mientras que las segundas, gracias a las economías de escala y aprendizaje, han visto como sus precios iban disminuyendo, en muchos casos, casi en progresión geométrica.
Nos encontramos, por tanto, con un escenario muy distinto del existente hace tan sólo unos años; pero también muy diferente de la idea que la opinión pública tiene alrededor de los temas de energía. Cuando se afirma que un modelo energético limpio constituye una “opción deseable”, pero que no nos podemos permitir por su elevado coste, es el tópico desactualizado el que habla. En realidad, hoy en día, es mucho más correcto afirmar que es el modelo basado en el despilfarro energético y en fuentes de energía contaminantes el que no nos podemos permitir.
Desde la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético pensamos que ya ha llegado el momento de remover el statu quo, tanto dentro de las cabezas de los ciudadanos, como en las más altas instancias de decisión. Es preciso romper la alianza de hierro existente entre los gobiernos y los sistemas centralizados y sucios de producción de energía, del mismo modo que hay que deshacer los vínculos históricos entre sector eléctrico y los productores de combustibles fósiles. Tanto a los gobiernos como a las grandes empresas eléctricas les conviene más una alianza con los ciudadanos y con el medio ambiente.
¿EN QUÉ CONSISTE EL NUEVO MODELO ENERGÉTICO (NME)?
El nuevo modelo energético se construye sobre cuatro pilares esenciales:
Ahorro: No existe mejor gestión de la energía que aquella que persigue eliminar todo consumo innecesario. En el NME, el KW hora no consumido debe ser siempre la primera opción, por delante sin duda del consumo limpio y renovable. Desde el Código Técnico de la Edificación, a los programas de rehabilitación residencial, pasando por los planes de movilidad, todas las necesidades de los ciudadanos y el funcionamiento de la economía deben construirse desde la perspectiva de la lucha contra el despilfarro energético, es decir, con criterios de ahorro y eficiencia energética. Habría que empezar, en todo caso, por hacer cumplir la legislación vigente que, en muchos aspectos, ya regula adecuadamente formas mucho más racionales de uso de la energía.
Renovables: Las tecnologías renovables son las que utilizan materias primas energéticas autóctonas, que se regeneran y que no emiten (o lo hacen de forma mínima o neutral) contaminantes a la atmósfera. Estas formas de obtener energía deben desplazar de forma rápida (pero planificada), a las tecnologías sucias y peligrosas. La penetración de las mismas debe ser paulatina y creciente para maximizar el aprovechamiento de la curva de aprendizaje y, de este modo, intensificar la inversión en nuevas plantas de generación limpia cuando los costes sean menores, al tiempo que se desmantelan de forma ordenada las centrales convencionales.
Inteligencia: Como complemento necesario al ahorro y a la difusión de las renovables es necesario transitar también desde el modelo actual, en el que la oferta de energía debe ajustarse a la demanda, a otro en el que esta última se ponga igualmente al servicio de las restricciones de la oferta. Esto no tiene por qué significar una merma en el bienestar de los consumidores, sino, en todo caso, un pequeño reajuste en los hábitos de consumo y un despliegue de dispositivos y tecnologías complementarias que resuelvan automáticamente los desajustes entre oferta y demanda. Este nuevo paradigma apunta hacia las redes inteligentes, pero también a la definición de estructuras dinámicas de precios o al recurso a sistemas de acumulación para gestionar los picos de demanda.
Soberanía: La mayor parte de las tecnologías renovables permite una difusión descentralizada. Por ello sería un error reproducir con renovables el modelo centralizado y oligopolístico que caracteriza al sistema energético actual. Ésto supone favorecer la soberanía individual a través del autoconsumo (mediante paneles solares fotovoltaicos y térmicos, calderas de biomasa o geotermia, turbinas minieólicas, etc.), pero también la preferencia por plantas renovables de tamaño medio vinculadas al consumo local. Se trata de devolver al ciudadano, al menos desde el punto de vista energético, cierto control sobre su vida.
Soberanía significa igualmente educación e información, así como capacidad democrática de decisión sobre el modelo energético a escoger en el ámbito local/comarcal.
¿POR QUÉ ES NECESARIO CAMBIAR NUESTRO MODELO ENERGÉTICO?
La necesidad y urgencia de cambiar el modelo energético actual, pero también la magnífica oportunidad que este cambio representa, se resume en los siguientes argumentos:
Desequilibrios macroeconómicos: Buena parte de los problemas que padece nuestra economía se deriva de nuestra alta dependencia de los combustibles fósiles (de las más altas de Europa). En primer lugar habría que hablar de la razón última de nuestras enormes dificultades financieras actuales. El motivo por el que los prestamistas internacionales se resisten a renovarnos los créditos que van venciendo es porque estamos muy endeudados con el exterior (les debemos ya mucho). Y este enorme endeudamiento neto con el exterior (más de un billón de euros) se debe en buena medida al inmenso déficit de nuestra balanza energética: todos los años acumulamos un saldo energético negativo enorme y creciente –ha pasado de unos 20.000 millones de euros a más de 40.000 en los últimos seis años– mientras que nuestro déficit de balanza de pagos (el saldo total de nuestras relaciones económicas con el exterior) viene reduciéndose en los últimos años hasta situarse actualmente en unos 32.000 millones (dato de 2011, que aún va a ser menor en 2012). Es decir, que si disfrutáramos de total autonomía energética tendríamos superávit y no déficit con el exterior. Seríamos nosotros los que estaríamos prestando y no al revés, con lo que nuestra prima de riesgo y nuestras dificultades financieras como país serían mucho menores.
Inflación: Igualmente, la causa principal de que nuestra economía sea incapaz de mantener los precios controlados es porque importamos inflación en el precio del barril del petróleo. Incluso en momentos como el actual de profunda y prolongada crisis económica, la cotización del barril nos ha sorprendido con máximos históricos en euros. No vamos a abaratar nuestros precios de exportación, por mucho que recortemos y recortemos los salarios de los trabajadores, mientras se sigan disparando los costes financieros y el precio de la energía.
Independencia y seguridad de suministro: Las energías renovables son ubicuas. En todas partes hay viento, sol, biomasa, cursos de ríos y empuje de las olas. Las materias primas energéticas convencionales están, sin embargo, muy localizadas en determinados países, muchos de los cuales son además muy inestables políticamente (en buena medida por contar con estos recursos). Transitar hacia el NME significa dar una nueva oportunidad a una gobernanza mundial más justa y menos conflictiva.
A nivel local, o incluso personal, el NME supone empoderamiento en una necesidad básica tan importante como la energía.
Un nuevo paradigma medioambiental: La transición hacia un NME constituye el primer paso para conseguir que la dinámica económica y social evolucione en armonía con la dinámica medioambiental. El medio ambiente va antes. Aunque sólo sea porque la Tierra no va a esperar a que nos pongamos de acuerdo para hacer compatible nuestro progreso material con los frágiles equilibrios de la biosfera. El NME no constituye una panacea para todos los problemas medio ambientales, pero cauteriza una de las heridas por las que, en estos momentos, el cuerpo herido del planeta pierde más sangre.
Nuestro país tiene además compromisos adquiridos en el ámbito europeo en relación con la reducción de gases de efecto invernadero, dentro del llamado protocolo de Kioto. El cambio climático es ya una realidad, como lo demuestra la sucesión de fenómenos climáticos extremos que se vienen sucediendo de forma acelerada en los últimos años. El NME constituye el mejor instrumento para cumplir con los acuerdos internacionales que tenemos suscritos, pero también (y ésto es lo auténticamente importante) para asumir nuestra responsabilidad con el planeta.
Actividad económica y empleo: Las renovables, las técnicas constructivas y la implementación de dispositivos de ahorro y de uso inteligente de la energía suponen un inmenso yacimiento de puestos de trabajo, tanto en su primera instalación como en el mantenimiento y operación. Un sistema energético descentralizado basado en las renovables es mucho más intensivo en mano de obra (mucha de ella, además, cualificada) que el modelo centralizado vigente en la actualidad.
En un momento como el actual, en el que nuestro país necesita imperiosamente cambiar su modelo económico y productivo, resulta suicida tirar por la borda un sector productivo de alto valor añadido como es el sector de las energías renovables y la eficiencia energética, en el que nos habíamos posicionado a la vanguardia internacional.
¿POR QUÉ ES POSIBLE YA LA TRANSICIÓN HACIA EL NME?
Las razones apuntadas en el epígrafe anterior justificarían por sí mismas la necesidad de una transición en el modelo energético. No obstante, resulta que muchas de las tecnologías renovables son ya competitivas en precio, antes incluso de tener en cuenta ni uno solo de los beneficios indirectos citados. Y lo mismo puede afirmarse de muchas de las medidas de ahorro y de uso inteligente de la energía, cuya inversión se recupera con el transcurso de sólo unos pocos años de su vida útil. Transitar hacia el NME tiene, por tanto, sentido económico en sí mismo. Sentido cada vez mayor, gracias a las economías que se derivan de su desarrollo.
Pero para que tenga éxito la transición, y se logre en los breves plazos que nos impone el creciente deterioro medioambiental, es imprescindible rediseñar el sistema energético alrededor del modelo sostenible y limpio. Abandonar el discurso políticamente correcto de que todas las tecnologías son necesarias en el mix, para afirmar de forma enfática y sin vuelta atrás, que sólo hay sitio para el ahorro y las renovables, y que es necesario introducir todos los cambios que precise el sistema para implementar el NME de la forma más eficiente y rápida posible.
Será preciso entonces, entre otras cosas:
seleccionar con criterio las mejores tecnologías disponibles para cada emplazamiento
adaptar la política energética para permitir un desarrollo ordenado de todas las fuentes renovables
complementar tecnologías que permitan gestionar la intermitencia de algunas de las fuentes renovables
aprovechar los futuros ahorros para implementar sistemas eficientes de acumulación
derivar más usos energéticos, particularmente el transporte, hacia la electricidad, de forma coherente con el desarrollo de las renovables
planes de movilidad sostenible que garanticen la accesibilidad a los bienes y servicios con una disminución considerable de la movilidad, promoviendo el comercio de proximidad y los circuitos cortos de intercambio, lo cual también fomenta el empleo local
poner en valor el entorno rural como fuente de recursos energéticos, además de agrícolas y ganaderos
PROPUESTAS DE ACCIÓN
La transformación del sistema energético de una forma tan radical como la que se propone aquí precisa del impulso político del Gobierno. A él por tanto le corresponde liderar las iniciativas que debían conformar la columna vertebral de una auténtica política de estado en materia energética. En concreto:
Bloque 1: Profunda reforma del Sector Eléctrico
El Sector Eléctrico Español adolece de defectos graves de diseño que son los que realmente explican el enorme déficit tarifario que se ha generado en los últimos años.
La ley vigente, que entró en vigor en 1998, tiene como piedra angular un sistema de formación de precios que supuestamente debería arrojar un solo precio de generación de energía para cada hora. La realidad, sin embargo, es que todas las tecnologías complementan su retribución a través de mecanismos de una complejidad que se ha ido acentuando con el paso del tiempo.
Conviven en el sistema centrales anteriores a la Ley, que representan cerca del 35% de potencia instalada, junto con un 30% de plantas renovables, un 10% de plantas de cogeneración (generación conjunta de electricidad y calor) y un 25% de nuevas plantas de gas. De todas ellas, sólo estas últimas deberían estar sometidas a un régimen completo de mercado.
Por una parte, las plantas construidas con anterioridad a la Ley lo hicieron bajo la planificación estatal y un marco regulatorio que garantizaba el retorno de las inversiones. De hecho, en el Protocolo firmado entre las empresas eléctricas y el Gobierno que dio lugar a la Ley, se incluyó una ingente cantidad de dinero destinado a los titulares de esas centrales, los llamados Costes de Transición a la Competencia (CTCs), con el fin de salvaguardar la rentabilidad de las inversiones ante el cambio regulatorio. Sorprendentemente, sin embargo, no se incluyó en la normativa de los CTCs ningún elemento corrector para el caso en el que el precio de mercado resultara mayor del previsto, como viene sucediendo desde el año 2005. De todo ello se concluye que estas centrales están recibiendo una retribución diseñada para un mercado en competencia cuando gozan de unos privilegios de partida incompatibles con esa misma competencia.
Por otra parte, las plantas renovables se han venido ejecutando acogiéndose a normas que garantizan un ingreso predecible por la energía producida. El precio de mercado, en este caso, se complementa hasta alcanzar la retribución asegurada. Mecanismo éste perfectamente justificable: se trata de tecnologías con todas las ventajas descritas hasta aquí, pero inmaduras desde el punto de vista de los costes. Gracias a estas medidas de apoyo a su retribución ha sido posible no solo instalar mucho, sino también las economías de coste que justifican la propuesta de cambio de modelo energético que se recoge en este documento.
En conclusión, resulta crucial reformar el sistema de formación de precios del mercado eléctrico para que cada central sea retribuida según la expectativa de rentabilidad de sus titulares en el momento de su construcción. La reforma debe ir acompañada de una simplificación del mercado que elimine todos los complementos adicionales a las fuentes de generación, los costes innecesarios –tales como los introducidos por las subastas CESUR– y que unifique los costes de generación de energía fuera de las tarifas de acceso.
Para la puesta en marcha de una reforma de tal calado es indispensable, con carácter previo, elaborar una minuciosa auditoría económica y social de los costes de las centrales previas a la Ley, de las centrales renovables y de cogeneración, así como de los costes de mantenimiento de red. Esta auditoría, que resulta fundamental para dotar de transparencia al sistema, debe hacer especial hincapié en la imputación de costes generales efectuada por las empresas eléctricas y debe conllevar a la liquidación definitiva de los CTCs.
Bloque 2: Medidas específicas para implementar el cambio de modelo energético
En cuanto a las medidas específicas de fomento de las energías renovables, nos centramos en dos:
La constitución de una mesa de negociación, pública y transparente liderada por el Gobierno e integrada por los partidos políticos, los consumidores, los representantes de empresas del sector, los trabajadores y las organizaciones ambientales, con el objetivo de aprobar un Plan Energético Nacional con el mayor consenso político y social que ofrezca la necesaria estabilidad que requiere el modelo energético que necesita nuestro país.
Dicha mesa abordaría, en profundidad y con objetividad, las fórmulas más eficientes y económicas con las que materializar la transición rápida al NME, desde la convicción compartida de que ya no tiene sentido ningún modelo energético que no esté basado en el ahorro, la eficiencia, la inteligencia, las energías limpias y renovables y la soberanía energética.
No podemos esperar, sin embargo, a las conclusiones de la mesa de negociación dejando las cosas como están. Es urgente tomar algunas medidas de emergencia que palien la extrema situación en la que se encuentra actualmente el sector de las energías renovables, que está viendo como se destruye en unos pocos meses la inversión que como país hemos realizado en un sector puntero y de futuro.
En particular, proponemos dos medidas concretas relativas al fomento del autoconsumo y la restitución de la seguridad jurídica.
En primer lugar es esencial la eliminación de todo tipo de barreras al autoconsumo de la energía producida por un consumidor para sí mismo, bien sea en la modalidad de autoconsumo instantáneo, bien en la modalidad de balance neto –aquélla que permite verter a la red eléctrica energía excedentaria en ciertos momentos para posteriormente recuperarla–. Reclamamos la aprobación urgente de un mecanismo de balance neto sin ningún tipo de subvención; pero también sin ningún tipo de limitación salvo las de carácter técnico, en el que el consumidor pague los servicios de la red que realmente utilice. Un mecanismo como el propuesto no puede generar ningún tipo de transferencia de rentas entre unos consumidores y otros a la vez que tiene enormes ventajas para los consumidores que apuesten por el mismo, para el empleo y para el resto de la sociedad en su conjunto.
En segundo lugar, debe procederse a la inmediata restitución de la seguridad jurídica en el sector de las renovables en España, fuertemente dañada en los últimos años y que condiciona enormemente su desarrollo futuro.
En particular deben derogarse las disposiciones que afectan a proyectos renovables iniciados contenidas en los Reales Decretos-Ley 14/2010 (recortes retroactivos a la fotovoltaica) y 1/12 (moratoria indefinida a las renovables). Bastará con la auditoría del sector eléctrico de la que se hablaba en el punto anterior, para que salgan a la luz ingentes recursos económicos que quedarán liberados para apoyar a las tecnologías aún no maduras.
La transición hacia modelos evolucionados de desarrollo de renovables debe contar con una estrategia clara a largo plazo, una adecuada planificación de las infraestructuras energéticas, sin parones bruscos de actividad ni medidas retroactivas que afecten a inversiones previamente realizadas, ni a inversiones futuras.
Bloque 3: Medidas transversales
Además de las medidas de los dos bloques anteriores, centradas en el sector eléctrico, es necesaria la puesta en marcha de medidas en otros sectores.
Entre ellas destaca una actuación integral sobre el sector del transporte que incremente su electrificación (principalmente mediante la potenciación del transporte de mercancías por ferrocarril y del vehículo eléctrico) y que incluya un plan de movilidad sostenible (refuerzo del transporte colectivo, límites a la circulación por ciudades de vehículos de baja ocupación, etc.).
Asimismo resulta crucial la actuación sobre el sector de la edificación, garantizando la transposición de las directivas europeas sobre certificación y etiquetado de eficiencia energética y sobre saldo energético casi nulo. Es urgente la aprobación de un plan nacional de rehabilitación de edificios que cuente con el ahorro y la eficiencia energética como uno de sus pilares.