La administración pública dispone de normativa suficiente para llevar a cabo procesos de expropiación de terrenos. Aunque, como en este caso, se disfracen las expropiaciones forzosas como interés general, cuando no lo es. Pese a disponer de herramientas jurídicas, el Gobierno de Aragón, de nuevo, apuesta por no seguir por los procedimientos reglamentarios disponibles y utiliza la razón de la fuerza para ejercer la represión. Ayer sufrida contra los vecinos de Artieda, de cuya lucha, basada en la dignidad y entereza, debería aprender.

Lo vivido ayer miércoles en Artieda es sencillamente intolerable. La actuación de los antidisturbios era, en primer lugar, totalmente innecesaria. La orden de ejercer esta intervención policial ya dice mucho del talante de las autoridades responsables de la intervención. Tanto por la brutalidad ejercida, totalmente inaceptable y denunciable, como por la utilización de recursos humanos y materiales (incluido un helicóptero y más de 10 unidades de la Guardia Civil) para imponer intereses partidistas en momentos de supuesta austeridad.

Ecologistas en Acción estuvo en Artieda y niega categóricamente las argumentaciones esgrimidas por la Guardia Civil y Delegación de Gobierno para tratar de justificar su violencia. En ningún caso hubo intención por parte de los técnicos de la CHE de acercarse al pueblo. De hecho, ni se les vio, más allá de intuirles a cientos de metros de distancia, tras el dispositivo represivo. Los antidisturbios intervinieron de forma premeditada, con la única intención de causar daños y provocar disturbios mayores. Y la gente concentrada solo ha podido protegerse y plantarse en el camino para defender su pueblo y seguir viviendo en Artieda.

La resistencia y la unión popular de los concentrados lograron que no tengamos que lamentar males mayores. También consiguieron que la Guardia
Civil, tras largos minutos de provocaciones e intimidación, abandonaran el camino. La cultura del miedo que tratan de extender no ha hecho mella en una lucha digna, justa y que apoyamos.

Ante la gravedad de los hechos descritos, Ecologistas en Acción exige la dimisión inmediata del delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde, al que hace responsable directo de esta actuación que podría haber tenido consecuencias de mucha mayor gravedad, que se han conseguido evitar gracias al ejemplar comportamiento de las personas concentradas. Por otro lado reclama que se cree una comisión de investigación en las Cortes de Aragón que aclare los hechos, bajo qué órdenes se ha actuado y quién ha ordenado la carga policial que han sufrido personas pacíficas. Mediante esta comisión, exigimos que se depuren las responsabilidades por los hechos acaecidos. Y que se explique a dónde van las continuas grabaciones e identificaciones practicadas durante toda la mañana por parte de la Guardia Civil.

También denunciamos la falta de identificación personal en el uniforme de los agentes que han actuado en este operativo, identidad que debe ser visible por ley y que vulnera los derechos de los agredidos, que no pueden denunciar los abusos sobre un agente en particular.

La organización ecologista también denuncia y hace co-responsable de estos hechos al Presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro, Xavier de Pedro, que ha justificado la actuación represiva y ha alegado que la Guardia Civil protegía a sus técnicos. Como hemos comentado, no han hecho mención de acercarse. Sus declaraciones, en las que dejar caer que la fuerza policial podría imponer el acceso a los terrenos expropiados es de una irresponsabilidad tremenda.

Lo acontecido ayer es un nuevo ejemplo de la escalada de represión que están sufriendo aquellas personas y colectivos que vienen denunciando las políticas neoliberales de los distintos gobiernos. En este caso, español y aragonés. Ecologistas en Acción denuncia esta estrategia gubernamental de instaurar una cultura del miedo y seguirá luchando contra el proyecto de recrecimiento del embalse de Yesa y contra todas aquellas medidas que sean ambientalmente y socialmente injustas, pese a los métodos represores que traten de amedrentarnos.