Desde hace poco más de un año, muchas personas en muchos más lugares de los que hubiésemos imaginado, comenzaron a investigar y conocer un nuevo problema al que enfrentarse: la Fractura Hidráulica, un método para extraer gas no convencional del subsuelo que procedía de Estados Unidos y del que poco se sabía por estas latitudes. Fueron acumulando y compartiendo esa información, y con ella se fueron formando una opinión no muy positiva acerca de lo que les había caído.

Y es que la fractura hidráulica llegó a nuestro territorio como entra el elefante en la cacharrería, sin cautela ni raciocinio, y con una descomunal torpeza intentando aplacar el ruido que provoca. Y al igual que otras inversiones del capital de infausto recuerdo, como el tsunami urbanizador, lo ha hecho sin información suficiente para llevarse a cabo, indiscriminadamente, de manera opaca y sin el consenso social necesario.

De hecho, después de este tiempo, las personas que hemos podido acercarnos a conocerla nos hemos dado cuenta del sinsentido de una propuesta que no se sostiene ni en la pata de la racionalidad económica, ni en la pata de la sostenibilidad ambiental, ni en la del respeto por la salud de las personas, y que sobran los motivos para oponerse a esta nueva propuesta, pues provoca problemas para la salud de las personas, contaminación de aguas y suelos, y sobre todo, porque es una práctica incompatible con la necesaria lucha contra el cambio climático, en un tiempo marcado por el agotamiento inminente de los combustibles fósiles.

Para profundizar en todo esto, y desde el rigor, en las páginas del libro que ahora presentamos, y que nos acerca a este nuevo método de explotación de gas del subsuelo, se ofrecen los motivos por los que la fractura hidráulica no tiene más sustento que la codicia, el riesgo, la inequidad y el oscurantismo. Y para apuntalar bien ese rigor, en primer lugar, nos hemos fijado en el contexto en el que se produce, para saber de dónde procede y cómo se conecta con el pasado, por qué ahora sí es conveniente y antes no lo era, y en qué consiste realmente esta técnica de explotación de gas. Luego, hemos querido echar un vistazo al panorama global y más local para conocer cómo se estaba desarrollando en otros lugares, y en el nuestro. A continuación, parecía evidente que para fundamentar el rechazo debíamos repasar las diferentes razones que nos empujaban a ello: la ausencia de respeto por la salud de las personas y por el cuidado del entorno más cercano, y el engaño que supone respecto al cambio climático. Y finalmente, no podíamos terminar, sin abrir todavía más, una puerta a las alternativas, al futuro. Unas alternativas, no solamente necesarias en estos momentos en los que es “el planeta entero el que está en estado de emergencia mundial” sino también y sobre todo, posibles. Y basadas en aquellos principios de los que la fractura hidráulica adolece; esto es, transparencia, control democrático y social, sostenibilidad ambiental, equidad, y justicia.

En el libro «Agrietando el futuro. La amenaza de la fractura hidráulica en la era del cambio climático” hemos puesto un resumen al inicio de cada capítulo, que en pocas palabras, pretende facilitar la tarea y animar a leerlos todos. El resultado final se trata de un esfuerzo colectivo, donde vari@s autor@s hemos colaborado uniendo nuestros esfuerzos con un objetivo común.

Nos gustaría poner en valor la gran voluntad necesaria para comenzar un proceso que, por colectivo, se convierte en bastante complejo pero, sin duda también, enormemente enriquecedor. Con la esperanza de que al terminar de leer sus páginas, quien lo haga, se sienta más ric@ que al principio presentamos este libro.