Tras los graves incendios registrados en los dos últimos años en España y Portugal, Ecologistas en Acción y la Confederação Portuguesa de Associaçoes de Defesa do Ambiente (CPADA), trabajarán conjuntamente para lograr una mayor eficacia en la lucha contra los incendios forestales. Ambas organizaciones consideran necesario involucrar a las poblaciones locales y fomentar el voluntariado, algo que está a su alcance. Pero también es imprescindible erradicar la política del fuego y cualquier beneficio que de ella se pudiera obtener, algo que sólo depende de los responsables políticos de ambos estados.

España y Portugal presentan importantes similitudes, en relación con los incendios forestales. Además de coincidir las causas que originan estos siniestros, existe una inadecuada inversión de los presupuestos públicos en la lucha contra incendios, deficiencias en los dispositivos de lucha contra incendios y una errada política forestal que en España se manifiesta por el abandono y la escasez de presupuestos e inversiones en el sector forestal y en Portugal por la desaparición del organismo público forestal, la Direcção Geral de Florestas. Por ello, Ecologistas en Acción y la CPADA han decidido trabajar conjuntamente para lograr que tanto las administraciones competentes como los responsables políticos presten una mayor atención al problema de los incendios forestales y tomen medidas que erradique definitivamente la política del fuego.

Los dos últimos años, se han caracterizado, en ambos países, por haber registrado algunos de los veranos más negros en lo que a incendios forestales se refiere. En el caso de Portugal, el verano de 2003, se alcanzó las 440.000 hectáreas (ha) quemadas. En el caso de España, el año 2003 (133.000 ha quemadas) fue el segundo peor año del último decenio después de 1994 (395.000 ha). El año 2004 arrasó 115.600 ha en España, la mayoría en Galicia y Andalucía, y 109.000 ha en Portugal. Se da la circunstancia, de que aunque, tanto en España como en Portugal se ha incrementado el presupuesto de lucha contra incendios, el número de incendios se ha disparado llegando a superar los 20.000 siniestros anuales. Según un extenso informe del parlamento portugués, Portugal es el único país europeo que ha visto incrementada linealmente su superficie quemada año tras año desde 1990 (sin contar la excepcional situación de 2003). Esto demuestra que algo falla en la actual política contra incendios.

Un problema común es el elevado porcentaje de incendios de causa desconocida (entre el 20-25% en Portugal, y en España, aunque depende mucho de las Comunidades Autónomas, también se puede hablar de un 20-30% en general). Difícilmente podrá desarrollarse una adecuada prevención si se desconoce la causa que origina los incendios. La sensación de impunidad de los incendiarios, es otro gran problema. En España sólo se sanciona alrededor del 1% de los mismos y en Portugal sólo 0,50%. Este es un problema muy importante, porque resta autoridad a los profesionales que trabajan en el monte y porque funciona como un efecto dominó, cada vez más personas consideran que pueden conseguir beneficios quemando el monte sin que pase nada. Una cuestión a mejorar es la organización y estructura del dispositivo contra incendios.

Ecologistas en Acción y la CPADA critican el hecho de que cada año llegadas estas fechas, se “inaugure” la temporada de incendios, acostumbrando al ciudadano a que este fenómeno sea algo natural que tiene que producirse. Las organizaciones ecologistas señalan que no hay una “temporada” para los incendios y que la solución a esta problemática va más allá de actuaciones puntuales en estos meses. La CPADA critica que a estas alturas, aún no se han llevado a cabo actuaciones preventivas en materia de ordenación del territorio.

La gravedad de los incendios forestales reside en que sus consecuencias no se limitan al ámbito ambiental, estos siniestros acarrean graves consecuencias sociales, con pérdida de vidas humanas, importantes pérdidas económicas y la ruina de espacios naturales de elevado valor. Ante esta situación, tanto los ecologistas españoles como portugueses consideran que ni las diferentes administraciones competentes, ni mucho menos, los responsables políticos están dando una respuesta adecuada.

Para estas organizaciones, el problema nunca se solucionará limitándose a tomar medidas técnicas. Es necesario mejorar las deficiencias mencionadas (investigación de causas, mayor eficacia en la detención y sanción de incendiarios, cambio en la política forestal destinado a incrementar la biodiversidad del monte introduciendo un mayor porcentaje de frondosas en las masas repobladas, mejora en los servicios de extinción de incendios, etc) es necesario involucrar a la población local mediante campañas educativas, dotación de medios, formación para que sepan como actuar en situaciones de emergencia y fomentando el voluntariado. Igualmente es necesario erradicar cualquier posible beneficio que pudiera aportar un incendio. En este caso, es la administración y los políticos responsables los que tienen la última palabra y quienes deben adquirir el compromiso de no tomar decisiones que puedan beneficiar a particulares o sectores. En este sentido, ambas organizaciones consideran que entre los estados de España y Portugal deberían existir una mayor colaboración y un mayor trabajo conjunto.

Para elaborar propuestas concretas que incrementen la eficacia en la lucha contra incendios forestales, ambas organizaciones trabajarán conjuntamente. Para ello, organizarán encuentros anuales, algo que ya se inició en 2003, para valorar y analizar la situación en sus respectivos países. Además, se está trabajando en la creación de una plataforma civil luso-española, formada por ecologistas, vecinos y todas aquellas entidades locales que lo deseen, en zonas que han sido gravemente afectadas por incendios. El objetivo de estas iniciativas es abrir el debate sobre los incendios forestales a la sociedad, de tal forma que los responsables políticos se vean obligados a participar y abrir un dialogo entre los sectores civiles interesados de ambos países y lograr que tras un incendio nadie se vea favorecido.