Como respuesta sarcástica a la aprobación en Castilla-La Mancha de la caza del jabalí a caballo y con lanza, ACEM-Ecologistas en Acción de la Manchuela, ha solicitado la caza del jabalí en burro y con garrote. Se acompaña de fotos con una exhibición de dicha modalidad.

En fecha 21 de enero de 2013 hemos dirigido escrito a la consejera de Agricultura solicitando esta nueva modalidad de caza. Con nuestra demanda nos ponemos a la altura de la consejería, en el absurdo y el disparate. Así, la mayor parte de nuestras argumentaciones en favor de nuestra singular caza con garrota en borricate son declaraciones literales de la consejera, representantes políticos y representantes del sector cinegético justificando la caza del jabalí con lanza a caballo, u otras modalidades de caza, y textos sacados de la promoción de la caza por parte de la administración, como si fuese esta la única alternativa para el desarrollo rural.

Sin embargo, la realidad es que la actividad de la caza año a año va perdiendo practicantes, reflejo de la sensibilidad y preferencias de la sociedad castellano manchega, española y europea. Reducción progresiva del número de licencias de caza, tanto a nivel autonómico como nacional, y eso pese a la pertinaz promoción de la caza en Castilla la Mancha. Actualmente sobrepasan ligeramente las 170.000 licencias, cuando hace pocos años se superaban las 200.000.

Paradójicamente estos 170.000 pueden disfrutar de más del 90%, de la superficie de Castilla la Mancha, más de 7 millones de hectáreas. Pero les pueden parecer pocas, en el último año, se está permitiendo cazar en los pocos sitios donde estaba limitada, los refugios de caza, lagunas y zonas húmedas, espacios protegidos como la Reserva de la Hoces del Cabriel, e incluso se valora autorizar en Parques Nacionales….

Todo el territorio es cinegético, excepto pueblos y ciudades y zonas de seguridad. Y esto es, porque desde la Junta se considera la caza como una actividad económica generadora de riqueza y empleo, y nos preguntamos, como no va a generar rendimientos económicos una actividad que explota más del 90% de la superficie total. Y para ello desde los medios de comunicación públicos y privados, y con dinero lógicamente público, se insiste en una promoción continua de la caza.

Pero vincular el desarrollo rural al fomento de la caza es algo muy burdo, más cuando no se contabilizan los costes ambientales, los desequilibrios producidos en el medio natural, que además muchas veces se traducen en daños económicos, y los costes sociales cuando se usan recursos que deben ser de la sociedad, y que provocan incompatibilidad con otros usos del medio natural, como pueden ser actividades sostenibles como el turismo de naturaleza.

No es de extrañar, que satisfacción sea la palabra más repetida por los representantes del privilegiado sector cinegético ante las últimas modificaciones de la normativa. En nuestra región ahora se puede cazar más tiempo, más especies, con más modalidades, y en más lugares. Paulatinamente la caza se ha ido convirtiendo en una industria, la gestión cinegética actual aumenta la intervención humana sobre las especies de caza y su hábitat, orientado no solo a aumentar las densidades sino también la productividad de sus trofeos.

En este servilismo de la administración al mundo de la caza, se han dado desatinos, algunos tan sonados como la autorización de la caza del jabalí con lanza y a caballo. Nuestra asociación con ese escrito solo pretende hacer mofa, y mostrar lo ridículo y grotesco que puede llegar a autorizarse.

Sin embargo existe otra caza, la caza tradicional y pegada al territorio, cada vez más olvidada, caza pura, sin apenas intervenciones, caza sostenible. Y es que resulta posible compatibilizar la caza con la conservación de la naturaleza, pero para ello tanto la administración como el sector cinegético deben cambiar hacia esa caza lo más natural posible. Y ya puestos, no sería mucho pedir que se existiesen suficientes espacios vedados para la caza, frente al exagerado porcentaje de territorio que actualmente se encuentra acotado, dedicados a facilitar su uso público no cinegético y la conservación del medio natural.

Pero desde nuestra asociación ACEM-Ecologistas en Acción, al igual que otras asociaciones comprometidas con la conservación de la naturaleza, tenemos temor a que la nueva ley de Caza que proyecta el gobierno de Mª Dolores de Cospedal deje al margen las prioridades ambientales y se doblegue nuevamente, y siga insistiendo en favorecer los intereses de unos pocos, cada vez menos, que practican una caza comercial, desnaturalizada y artificial, que cada vez produce mayores impactos ambientales y sociales.