En el marco de la Semana de Lucha Social cerca de cuarenta activistas han realizado realizaron el 7 de julio una acción en una gasolinera céntrica de Repsol-YPF en Madrid. Han colgado varias pancartas y, tras bloquear durante casi media hora el acceso a la gasolinera, se han retirado después de negociar con la policía. En medio de un intenso tráfico, tres activistas han subido al techo de la gasolinera y han desplegado dos pancartas con los lemas: «No más prospecciones, Repsol Mata» y «Repsol Mata». Desde abajo, se desplegaba una tercera pancarta, con el lema «Repsol fuera de Bolivia». Una vez colgadas, se ha procedido a cortar el acceso lateral a la gasolinera, mientras se distribuían panfletos a los conductores explicando los motivos de la acción. La interrupción del tráfico no provocó ningún tipo de incidente. La acción pretendía denunciar el coste humano, económico y ecológico de las intervenciones de Repsol-YPF, especialmente en América Latina. Además, se trataba de llamar la atención sobre los efectos sobre la fauna y la salud humana de las prospecciones que la empresa realiza en las Islas Canarias y el Mar de Alborán (Andalucía).

El calor y la sequía que sufrimos en estos días tiene que ver con el llamado Cambio Climático. Curiosamente este calentamiento global del planeta ha sido, y está siendo causado, por la emisión a la atmósfera de ciertos gases contaminantes, entre ellos el CO2, que se generan con la producción de electricidad y por la utilización del transporte motorizado. Cuanta más electricidad y gasolina consumamos, más contribuimos a aumentar las temperaturas, año tras año. El Cambio Climático tiene hoy repercusiones planetarias cada vez más severas. Como por ejemplo el hecho que un tercio de la población mundial está afectada por la desertificación. Eso hace urgente el ahorro energético y el uso de energías limpias. Todo lo contrario de lo que promueve la empresa Repsol-YPF, uno de los mayores productores de CO2 en España, negándose además a bajar las emisiones drásticamente, como está previsto en el Protocolo de Kioto. En cambio Repsol-YPF se presenta como empresa “sensible con el medio ambiente”, maquillando su imagen corporativa con campañas publicitarias.

El año pasado Repsol-YPF generó un beneficio neto de 845 millones de euros, o sea el sueldo anual de 17,8 millones de bolivianos. ¿Pero qué es lo que no se suele decir públicamente? Que en 2003 el expresidente de Bolivia ordenó al ejercito disolver a punta de balas las movilizaciones contra la explotación de gas, en la que Repsol-YPF era socia mayoritaria con el resultado de 70 muertos y 400 heridos. Que desde hace meses el pueblo boliviano está bloqueando las carreteras del país para pedir la expropiación de Repsol-YPF. Que en Argentina donde la empresa enfrenta al menos cuatro causas judiciales por contaminación han optado por borrar la palabra Repsol de su logo corporativo por el fuerte rechazo de la población a la privatización de la empresa pública YPF en 1999, bajo el mandato del mafioso Carlos Menem. Que en marzo la Corte Suprema de Argentina sentenció en contra Repsol-YPF prohibiendo la explotación de hidrocarburos en la una reserva natural considerada uno de los humedales más importantes del mundo. Que incluso en el archipiélago canario hay un fuerte movimiento contra las plataformas marinas que Repsol pretende construir en las costas de Lanzarote y Fuerteventura.

En momentos históricos en Bolivia donde la población ha ocupado pozos petroleros de Repsol-YPF, es muy oportuno visibilizar su responsabilidad por la pobreza y la crisis ecológica en el mundo. Sería ingenuo pensar que Repsol logró posicionarse entre las petroleras con más reservas de América Latina sin aprovechar la complicidad de los Gobiernos corruptos, la malversación de fondos públicos, negocios ilícitos y la violación de todo tipo de derechos humanos en los países donde opera.

Como resultado de la actividad industrial de Repsol-YPF hay ríos y aguas subterráneas contaminados y muertes por el uso domestico de estas aguas y un aumento de metales pesados registrado en las personas. Donde opera Repsol-YPF, se encuentran suelos contaminados con valores altísimos de sustancias peligrosos, epidemias de hepatitis, desnutrición, cáncer y enfermedades de piel. Se demostró una intoxicación crónica de hidrocarburos en la población que vive cerca de los yacimientos de gas o petróleo. Además miles de empleados de la multinacional en países como Perú o Ecuador viven en condiciones infrahumanas y trabajan sin la mínima protección, expuestos a una grave inseguridad laboral.

En Colombia, según Amnistía Internacional, Repsol-YPF facilita ayuda financiera a unidades militares del Ejército vinculadas con grupos paramilitares, responsables de crímenes de lesa humanidad y graves violaciones de los derechos humanos. La situación en Nigeria, donde Gas Natural (el socio industrial de Repsol-YPF) consigue el 11% de sus reservas, es aún peor. El régimen militar dictatorial, tiene instaurado un auténtico estado de terror. En Guinea Ecuatorial el negocio de Repsol está amparado por la diplomacia español que le hace el juego a la dictadura militar del presidente Obiang. En Liberia, otro país bajo un régimen autoritario, explorará aguas profundas en la búsqueda del oro negro.

Pero Repsol también mata en el territorio español. Por ejemplo, está realizando prospecciones en el Mar de Alborán (Andalucía). Allí está seriamente amenazada la fauna y los recursos pesqueros. También la salud de las personas que habitan la zona, ya que se van a desprender metales pesados y compuestos aromáticos cancerígenos. Por eso Ecologistas en Acción – Cádiz se ha sumado a esta acción. Las consecuencias negativas de las prospecciones en busca de petróleo y gas natural de Repsol-YPF se basan en los estudios sísmicos para determinar la existencia y localización de los depósitos de hidrocarburos. Para tales fines se utilizan ondas, generadas por cañones de aire comprimido. Estas ondas tienen unas características físicas totalmente dañinas para la fauna existente en el área de estudio, los niveles de intensidad sonora generados por dichas ondas pueden alcanzar hasta los 250 decibelios, lo que los dejaría “ciegos, sordos y mudos” en su medio natural. Los peces óseos resultan afectados, produciéndose disminuciones en la abundancia de los recursos pesqueros, también las tortugas marinas y los calamares gigantes. A todo esto hay que sumar los vertidos asociados a la explotación del crudo y el riesgo de una marea negra.

La actividad cotidiana en los 13,5 millones de hogares en el Estado español ocasiona un 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero que se arrojan a la atmósfera en éste país, casi tanto como la industria (34%) y el transporte de viajeros y mercancías (27%). Nuestra demanda de petróleo aumenta de un 30 o 50 % en los próximos veinte años. Pero nos hemos preguntado una vez ¿a quién debemos los costes ambientales y sociales que generan nuestros viajes en avión y coche, o el consumo de uvas de Chile y gambas de la India?

Hay muchos intereses detrás del negocio con el petróleo. ¿O por qué se deteriora el transporte público a la vez que se invierte en grandes carreteras como la M-30? ¿O por qué a todos los municipios se les ocurrió alejar los centros comerciales a lugares donde no se llega a pies? Por otra parte no sorprende el creciente consumo eléctrico en nuestra vida cotidiana teniendo en cuenta que la electricidad viene principalmente de la quema de gas y petróleo. La entrada en función de 41 plantas de ciclo combinado en el Estado español, con una potencia de 400 MW, a partir de 2008 (y la espera de otras 150 instalaciones a que les den la autorización) muestra que los consorcios energéticos necesitan más consumidores para su nueva oferta de kilowatios en vez de reducir el consumo eléctrico. Y Repsol-YPF podrá aumentar aun más sus beneficios vendiendo gas natural de Argelia mientras la población allí estará sufriendo la pobreza y la miseria.

Ecologistas en Acción

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