Ecologistas en Acción denuncia la recurrente falta de rigor de la industria y de los grupos de presión relacionados con la fractura hidráulica (fracking).

Para Ecologistas en Acción las bases argumentales sobre las que se sostiene la postura del grupo de presión a favor de la fractura hidráulica. (fracking) son débiles, contradictorias y carecen de rigor, y desaconsejan la concesión de permisos de esta naturaleza.

La industria y grupos pro fractura hidráulica siguen sin aclarar las reservas de gas no convencional y el tiempo que las mismas serían capaces de cubrir la demanda. No es lo mismo totales que extraíbles (brutas o netas), y la única forma de que se alcancen valores superiores a 30 años, como relación entre reservas y consumo actual, sería utilizando valores muy superiores a los pocos datos disponibles, y con la única referencia del estudio de metano en vetas de carbón que se ha utilizado (IGME, 2004).

Asimismo, las contradicciones son manifiestas, ya que mientras el informe del Consejo ingenieros de minas declara que las cuencas carboníferas asturianas son las que presentan un mayor potencial para la extracción de gas no convencional, Javier Moro, de Repsol entendía que en el caso asturiano la explotación de gas presentaría más inconvenientes y con un volumen de reservas inferior, lo que está seguramente más cerca de la realidad. Basta ver el número de permisos que en Asturias han sido abandonados.

Pero donde su falta de rigor alcanza mayores niveles, según Ecologistas en Acción, es cuando tratan de restar importancia a la decisión francesa de prohibir la fractura hidráulica en base a su producción nuclear, que efectivamente es muy alta (casi 80 %) de su generación eléctrica. Pero eso significa confundir el modelo energético con el modelo eléctrico, como si el sistema de transporte francés fuese totalmente eléctrico, o como si los sectores doméstico e industrial franceses no utilizasen gas o petróleo, de los que Francia importa más del 90 %. La posición francesa con lo que tiene que ver es con el alto nivel de movilización popular, especialmente en el sudeste francés, donde a pesar de años de convivencia con la industria del petróleo, sin contestación, no están dispuestos a asumir los riesgos de utilizar la fractura hidráulica.

Con respecto a los casos de contaminación del agua, como en el sucedido en Pavillion (Wyoming, Estados Unidos) que, pese a las trabas puestas por la compañía explotadora, que se negó a entregar sus propios datos de caracterización del metano, los análisis isotópicos realizados por la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) demostraron claramente que el origen del mismo no era natural, sino ligado a las explotaciones de fractura hidráulica.

No se puede obviar tampoco que el conflicto de intereses es palmario. Tanto Repsol como el Consejo de ingenieros de minas no pueden evaluar imparcialmente un tema del que pueden obtener algún tipo de beneficio económico. Así, en el informe de los ingenieros de minas participa, entre otros, Fernando Pendás Fernández, que en realidad es un empresario del sector, y cuya empresa, Vancast, de la que tiene un 14%, interviene en varios permisos de investigación: entre otros en el vigente «Granda» que ocupa todo Gijón y los concejos circundantes, o en el recientemente abandonado «Villaviciosa».

Para Ecologistas en Acción resulta totalmente inadmisible dejar en manos de dicha industria el futuro, no sólo energético, sino también económico de regiones con importantes valores que mantener.