Miles de voluntarios regeneran un monte incendiado en el Parque Natural.

Juan Clavero, Ecologistas en Acción de Andalucía, ha sido el coordinador de este proyecto. Fue el primer director del Parque Natural de la Sierra de Grazalema. Revista El Ecologista nº 75.

Un proyecto de 11 años, en el que han participado 5.783 voluntarios y voluntarias, ha conseguido la regeneración de un bosque mediterráneo diversificado en una amplia parcela de 35 hectáreas junto al Puerto de los Acebuches, a las puertas del famoso Pinsapar del Parque Natural de Grazalema. Estamos ante el proyecto de repoblación ciudadana de mayor amplitud por el número de participantes y por la superficie reforestada de los realizados en Andalucía.

Este año se conmemoran veinte años del desolador incendio forestal que arrasó 824 hectáreas en pleno corazón del Parque Natural Sierra de Grazalema, provocando un gran desastre ecológico y una irreparable pérdida de vidas humanas, pues murieron calcinados cinco trabajadores de los retenes contraincendios.

Tras el incendio, Ecologistas en Acción planteó que no sólo había que exigir responsabilidades por este desastre –que nadie asumió–, sino que había que implicar a toda la sociedad en la defensa de los bosques. En enero de 1993 se organizó una primera jornada de repoblación en Monte Prieto, el monte público incendiado. El éxito de la convocatoria fue tal que nos planteamos diseñar un proyecto de mayor alcance en el tiempo para conseguir la regeneración real de una parte de la zona quemada. A pesar de las múltiples dificultades, el proyecto se ha llevado a cabo con un rotundo éxito, arrojando resultados muy positivos tanto en lo referido a la regeneración de la cubierta vegetal como a la participación pública.

El diseño y desarrollo del proyecto

En primer lugar, elaboramos un proyecto técnico riguroso, pues entendíamos que no nos podíamos limitar a plantar árboles para que luego la mayoría se pierdan, como ocurre en muchas reforestaciones participativas, sino que es imprescindible conocer la vegetación potencial de la zona y las técnicas de regeneración forestal del monte mediterráneo, incluyendo el valioso matorral.

Monte Prieto es la continuación hacia el este de la Sierra del Pinar, conformando ambas el núcleo más destacado de la serranía de Grazalema. Esta zona está enclavada dentro del ámbito del clima mediterráneo, destacando como elemento diferenciador su alta pluviosidad, que supera los 2.000 l/m2 de media anual. Geológicamente todas estas serranías pertenecen al Subbético Medio de las Cordilleras Béticas, con calizas y dolomías del Jurásico como rocas dominantes.

En estas condiciones ambientales se desarrolla una vegetación esclerófila y basófila dominada por las encinas, apareciendo en la parte baja vegetación termomediterránea, con acebuches y algarrobos, y en la alta, especies de hojas marcescentes, como el quejigo, y caducifolia, como arces y serbales. En estas umbrías, a partir de los 900 metros de altitud, dominan los pinsapos. El área escogida para el proyecto de reforestación fue una parcela de 35 hectáreas situada en la banda de transición entre los pisos termo y mesomediterráneo, permitiendo así una mayor biodiversidad.

El proyecto “Campaña de Participación Ciudadana en la Regeneración Forestal de Monte Prieto” fue aprobado por unanimidad de la Junta Rectora del Parque Natural de la Sierra de Grazalema en 1994, no sin reticencias por parte de los responsables de la antigua Consejería de Medio Ambiente (CMA), hoy integrada en la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, que desconfiaban del compromiso de los ciudadanos para mantener un trabajo continuado y con rigor técnico durante más de una década. Los objetivos del proyecto eran:
- Concienciar a la población sobre la necesidad de colaborar en la conservación, defensa y regeneración de las masas forestales.
- Conseguir regenerar una zona incendiada, como símbolo del compromiso de los ciudadanos en defensa de sus montes.
- Configurar un paisaje semejante al óptimo climácico, y formación de un hábitat óptimo para la fauna.
- Divulgar las actuaciones que son necesarias para conseguir la regeneración forestal de una zona incendiada.

Las campañas de voluntariado que se suelen realizar –tanto por las administraciones como por las organizaciones ecologistas– tienden a primar las plantaciones sobre los tratamientos selvícolas de regeneración, y adolecen de una falta de seguimiento de los trabajos necesarios. Se difunde así la falsa creencia de que tan solo plantando árboles se recupera un bosque. Además, las repoblaciones suelen ser monoespecíficas con especies arbóreas. Sin embargo, antes de iniciar una campaña de regeneración de un bosque incendiado hay que realizar un estudio ecológico para conocer las especies que deberían conformar el bosque original y su distribución, determinada tanto por las diferencias de altitud como por las variaciones de la topografía, insolación y humedad.

Otro de los problemas logísticos en campañas con la participación de tantos voluntarios es la dificultad de organización de los trabajos con el rigor técnico necesario. Por ello organizamos a los participantes –unos 500 por campaña– en 10 grupos de 50 personas, que realizaron sus trabajos en días distintos. La zona se dividió en parcelas, adscribiéndose cada una a un grupo de voluntarios, facilitando el seguimiento de los trabajos y aumentando la relación afectiva con el bosque regenerado. Se ha hecho especial hincapié en las medidas de seguridad, de forma que no ha habido que lamentar ni un solo incidente serio.

Las distintas campañas se han desarrollado en dos fases: actividades de preparación y de formación de monitores, y trabajos de reforestación. En las primeras campañas la mayoría de los voluntarios fueron de centros escolares de la provincia de Cádiz, que se inscribían con un compromiso de continuidad. En cada campaña se organizó un curso de formación previa para los monitores de los distintos grupos. A partir de la campaña 2001/2002 se procedió a realizar una profunda evaluación del Proyecto y la revisión del mismo. A partir de esa campaña el Proyecto se dirigió fundamentalmente a voluntarios adultos, manteniendo la participación de cursos superiores de algunos centros escolares. Este cambio supuso una mejora ostensiblemente los resultados de los trabajos selvícolas. Además, se priorizaron los trabajos de regeneración del bosque y matorral mediterráneo sobre los de repoblación.

La regeneración del monte mediterráneo

Normalmente existe la creencia de que para recuperar un bosque tras un incendio hay que repoblarlo plantando árboles. En los bosques mediterráneos esto no siempre es así, pues la mayoría de las especies de árboles y arbustos de estos ecosistemas rebrotan de cepa tras el incendio al mantener vivas sus raíces y órganos de resistencia subterráneos. Tras el incendio de 1992, tuvo lugar una fuerte regeneración de encinas, acebuches, algarrobos, lentiscos, majoletos, coscojas, cornicabras, retamas, palmitos…

Los trabajos realizados han tenido como objetivo regenerar lo más rápidamente posible la vegetación arbórea y arbustiva autóctona, por medio de las técnicas silvícolas adecuadas: eliminación del matorral invasor y competidor, resalveos para seleccionar los rebrotes de las especies arbóreas, plantación de especies de árboles y arbustos en zonas de escasa regeneración natural, reposición de marras, podas de formación… Además, tuvimos que abrir y mantener senderos y cortafuegos, y atender a que las numerosas herramientas utilizadas –azoletas, tijeras y serruchos– estuvieran en buen estado de uso.

Balance global

En las once campañas que se han desarrollado han participado un total de 5.783 voluntarios y voluntarias, se han plantado más de 15.864 árboles y arbustos y se han regenerado 3.481 pies de plantas autóctonas. Los resultados de los trabajos realizados son ya evidentes, sobre todo en la potente regeneración natural, existiendo una alta tasa de cobertura de vegetación y cientos de ejemplares de árboles que superan ya los tres metros de altura. En el año 2003 las encinas y quejigos dieron sus primeras bellotas.

El Plan de Uso Público del parque natural incluyó esta zona dentro de los elementos de interés para la interpretación de las consecuencias de los incendios forestales y las técnicas para su regeneración. Desgraciadamente nada se ha hecho.

Con motivo del veinte aniversario del incendio, Ecologistas en Acción ha propuesto que se proceda a la apertura de los senderos de Monte Prieto con la adecuación de paneles interpretativos que expliquen las consecuencias de los incendios forestales y los trabajos realizados por los voluntarios y voluntarias para conseguir su regeneración. Así mismo hemos propuesto que se organicen visitas guiadas para que los vecinos del parque natural y los voluntarios y voluntarias que participaron en esta campaña de reforestación puedan comprobar los resultados del trabajo altruista realizado. Lamentablemente, los responsables de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente y del parque natural no ha contestado a esta propuesta, lo que demuestra que prefieren olvidar este desastre medioambiental y humano –en el que tuvieron su cuota de responsabilidad– a poner en valor el trabajo de miles de voluntarios y voluntarias que han conseguido demostrar que los ciudadanos son capaces de mantener durante más de una década un trabajo persistente para conseguir la regeneración forestal de un monte público incendiado.