El nuevo Plan Energético que prepara el Gobierno de Aragón para el periodo 2013-2020 vuelve a caer en ilusorias perspectivas de crecimiento en el consumo de energía, olvida completamente la amenaza de la fractura hidráulica (o “fracking”) y sigue apostando por fuentes energéticas tan prescindibles y contaminantes como el carbón.

Ya en el anterior Plan Energético de Aragón, para los años 2005-2012, fue evidente la desmesura entre la creencia en grandes e ilimitados crecimientos económicos, reflejadas en sus correspondientes exigencias energéticas, y la dura realidad que nos ha dejado la política neoliberal, con una profunda crisis. Muestra de ello es que en ese Plan Energético, entre 2005 y 2012, se pretendía multiplicar por 2´11 la generación eléctrica aragonesa y el resultado final ha sido que la generación eléctrica en el 2012 es casi idéntica a la de 2005. Según los informes de Red Eléctrica Española (R.E.E.) Aragón produjo en el 2005 16.563 GWh (gigavatios hora) y en el 2012 16.816 GWh, es decir que solo ha multiplicado su producción por 1´02 en ese periodo.

Sin embargo el exagerado objetivo de crecimiento sí que trajo un crecimiento de la potencia eléctrica instalada que pasó de los 4.903 MW (megavatios) instalados en 2005 a los 7.388 MW de 2012, multiplicando la potencia instalada por 1´51, en especial por la construcción de tres centrales térmicas de ciclo combinado (dos en Escatrón y una en Castelnou) y el desarrollo de la energía eólica. Por el camino se quedaron, por razones económicas, proyectos de centrales térmicas como las de Ballobar o Fayón, y otras que son de dudosa construcción como las de Ariño, Mequinenza y Osera de Ebro (estas dos últimas autorizadas).

El exceso de potencia eléctrica instalada, tanto en Aragón como en el resto del Estado Español, queda patente cuando se ve que el máximo histórico de demanda de potencia eléctrica en España se dio el 17 de diciembre de 2007 (hace cinco años y medio), día en el que se requirieron 44.876 MW de potencia. En esas fechas la potencia eléctrica instalada en España ya era, solo en el régimen ordinario, de 65.977 MW, y si se sumaba la de régimen especial se llegaba a 90.459 MW. A finales de 2012, según R.E.E., ya había instalado en el sistema eléctrico español 107.616 MW (67.996 MW en régimen ordinario y 39.620 MW en el especial), es decir 2´4 veces más que el máximo histórico de demanda de potencia eléctrica. Posiblemente el sobredimensionamiento del sistema eléctrico es una de las causas del ataque combinado entre el gobierno español y las grandes empresas eléctricas contra las energías renovables, energías en las que han invertido multitud de pequeñas y medianas empresas.

En el Plan Energético de Aragón 2013-2020 vuelve a repetirse el error de asumir crecimientos exagerados en la producción eléctrica (y en el uso general de otras fuentes energéticas) y se supone que en Aragón la producción eléctrica en el 2020 va a ser de 35.100 GWh. Dado que la producción eléctrica aragonesa en 2012 fue de 16.816 GWh el Gobierno de Aragón asume que se multiplicará la producción eléctrica por 2´09 en tan solo 8 años, todo un triunfalismo teniendo en cuenta además la seria crisis económica del país. Otro previsible error de cálculo en el nuevo plan energético está en la creencia de que las energías renovables van a incrementar fuertemente su presencia, ya que este sector probablemente sufrirá cambios drásticos que hacen dudar sobre del futuro de este tipo de energía.

En cuanto a las energías de origen fósil, que con sus emisiones de CO2 agravan el calentamiento global del clima, el Plan Energético sigue con la táctica habitual de ocultar su mayor uso con el crecimiento habido o previsto de las renovables. Ecologistas en Acción de Aragón siempre ha manifestado al Gobierno de Aragón que las energías renovables deben servir para sustituir a las energías fósiles (carbón, gas, petróleo…) y no como hasta ahora para servir de simple suma a las anteriores y de fachada verde. En especial es relevante, como ya ha criticado muchas veces Ecologistas en Acción, la apuesta que hace el Gobierno de Aragón, y los principales partidos políticos aragoneses, por el carbón, que no solo quiere que se siga usando sino que incluso pretende que se incremente algo su uso, justificando el pésimo balance ambiental del carbón, el combustible que emite más contaminantes y CO2 por unidad de energía aprovechada, en el supuesto desarrollo de las técnicas de secuestro geológico de CO2 , desarrollo más que dudoso dados los muchos retrasos y problemas que están teniendo las investigaciones sobre estas técnicas. Las técnicas de secuestro de CO2 tardarán mucho en desarrollarse, un lapso de tiempo de décadas que no nos podemos permitir, y hay muchas dudas sobre su viabilidad técnica y económica. El carbón es responsable de cerca de un tercio de las emisiones aragonesas de CO2 y se puede prescindir ya de él precisamente por el exceso de potencia eléctrica instalada.

Otros aspectos que han sido objeto de crítica en las alegaciones que Ecologistas en Acción de Aragón acaba de presentar contra el Plan Energético de Aragón hacen referencia al olvido completo sobre un tema de candente actualidad como es el de la fractura hidráulica, o “fracking”, técnica muy agresiva para extraer gas de esquisto y que amenaza al territorio aragonés. La fractura hidráulica es un asunto muy relevante en materia energética que debe tratarse obligatoriamente en un plan energético y en el que debe constar su prohibición total.

Así mismo en el Plan Energético de Aragón se pretende fomentar el uso de los biocombustibles y la construcción de gran número de pequeñas centrales minihidráulicas. Para la obtención de los biocombustibles se echan en falta estudios que traten sobre su viabilidad ecológica (uso de pesticidas en sus cultivos, por ejemplo) y su retorno energético o balance entre la energía obtenida y la gastada para obtener el biocombustible. En cuanto a la energía minihidráulica Ecologistas en Acción teme por el impacto ecológico que puedan tener estas centrales en los ríos aragoneses.

Resumiendo se puede decir que este plan energético obvia temas importantes, como la fractura hidráulica o las incertidumbres normativas de las renovables, parte de unos supuestos exagerados sobre el uso de la energía futura y sigue apostando por combustibles, como el carbón, con grandes afecciones ambientales y de un más que dudoso futuro por los muchos problemas políticos y económicos que tiene. Un mal plan, lleno de espejismos y de trucos contables para disimular sus aspectos ambientales, plan que el tiempo pondrá en su lugar, un mal lugar.