Es imposible decir algo de Miguel Romero que no se quede corto, que no resulte insuficiente. Su embergadura política, intelectual y humana son innegables. Sin embargo, es imposible también callarse, no dedicar al menos unas líneas a despedir y agradecer a este gran compañero de luchas todos sus años de combate, de preocupación sincera por las/os empobrecidas/os, de reflexión lúcida, de amistad.

Para quienes ya llevan años bregando desde el ecologismo, Miguel ha sido siempre una figura de enlace, un puente. Ha sabido mediar y transmitir las urgencias ambientalistas a un entorno urgido por lo social y, sin duda, ha sido una persona clave en el entendimiento mutuo de nuestras organizaciones (y de muchas otras). Porque una de las cualidades más destacables del Moro era su capacidad de diálogo y de escucha.

Para muchas personas en Ecologistas en Acción, Miguel es, además, un maestro. Un maestro cercano, accesible, que te permitía sentirte compañera/o, aunque no llegaras ni de lejos a su capacidad de análisis ni a su trayectoria política.

Un placer escucharlo en sus conferencias brillantes y amenas. Y un placer también leerlo, con análisis certeros e iluminadores. Prodigioso verlo en las asambleas, moderando, buscando acuerdos sensatos que recogieran el sentir mayoritario. Prodigiosa también su capacidad de trabajo. Desde escribir manifiestos a altas horas, a barrer y colocar la sala después de una reunión (¿no es eso lo que exigimos desde el ecofeminismo?). El Encuentro Social Alternativo al Petróleo (2008) o la Cumbre de los Pueblos Enlazando Alternativas (2010), por ejemplo, no hubieran sido posibles sin Miguel.

Hasta siempre, compañero, aquí seguiremos con tu/nuestra lucha.