Conclusiones de las jornadas ‘Ecología y empleo'.

Antonio Hernández, Pedro Ramiro y Federico Ruiz, Ecologistas en Acción de Madrid. Revista El Ecologista nº 80.

¿Cuáles son los puntos comunes y de fricción entre ecologismo y sindicalismo? ¿Qué propuestas existen para el decrecimiento y la reconversión por sectores de actividad? ¿Existen experiencias y metodologías para avanzar en una transición justa? ¿Es posible ir avanzando hacia otra economía para repartir el empleo? ¿Qué propuestas de trabajo conjunto y de colaboración ecologismo-sindicalismo pueden plantearse?

Las anteriores preguntas fueron el punto de partida de las mesas redondas y los talleres que llevamos a cabo el pasado mes de octubre en Madrid en las jornadas Ecología y empleo. En ellas pudimos analizar los conceptos y los conflictos que pueblan el territorio de confluencia entre el trabajo asalariado, en un periodo histórico de crisis sistémica del modo de producción capitalista, y las exigencias de protección de un planeta amenazado por múltiples desastres ecológicos, algunos ya inminentes. Al fin y al cabo, se trataba de debatir sobre las relaciones existentes entre el ecologismo y el sindicalismo, con vistas a establecer propuestas y espacios de colaboración para afrontar tanto la crisis del sistema económico como la de los ecosistemas planetarios.

En los dos días que duraron las jornadas, más de un centenar de personas pertenecientes a diferentes movimientos sociales y plataformas ciudadanas (como Marea Verde y Marea Blanca), grupos ecologistas (como Ecologistas en Acción y Greenpeace), partidos políticos (Izquierda Unida, Izquierda Anticapitalista y Equo) y organizaciones sindicales (contamos con la participación de representantes de CC OO, CGT, ESK, SAT y Solidaridad Obrera) pudieron intervenir en un diálogo abierto y constructivo que, sin rehuir asuntos controvertidos, trató de centrarse en la superación de las diferencias para ir avanzando en la construcción de nociones comunes para el trabajo conjunto entre el movimiento ecologista y los sindicatos.

Acuerdos y coincidencias

Como hemos dicho, la idea central de estas jornadas era que de la clarificación teórica pudieran surgir propuestas y espacios de colaboración para afrontar, desde el punto de vista del empleo, dos crisis que son gemelas: la económica y la ecológica. Sabemos que nuestros gobernantes rechazan que esta crisis sea sistémica y pronostican que saldremos de ella como se salió de las anteriores, pero también somos conscientes de que eso es imposible si se tienen en cuenta los límites físicos del planeta. En este sentido, el hecho de que las organizaciones sindicales y ecologistas se sienten a debatir acerca de cómo afrontar la cuestión del trabajo y el empleo en un contexto como el actual ya supone, sin duda, un avance.

En realidad, a pesar de que en los últimos tiempos haya podido haber algunos puntos de fricción entre ecologismo y sindicalismo –no podemos olvidar, por ejemplo, las discusiones en torno a las movilizaciones de los mineros en verano de 2012 y el debate sobre la necesidad de seguir manteniendo o no la extracción de carbón en el marco de la profunda crisis ecológica global que hoy vivimos–, del diálogo conjunto puede constatarse que compartimos buena parte del diagnóstico y que tenemos un grado bastante avanzado de acuerdo en cuestiones como las siguientes:

  • No podemos contaminar el agua, quemar el suelo, destrozar los ecosistemas, cambiar la delicada composición química de la atmósfera y quemar los vagones del tren de la vida para alimentar la máquina de la tasa de beneficios.
  • El capitalismo está en guerra con el planeta y con nuestros cuerpos.
  • No hay salida a las crisis (económica, social y ecológica) con las mismas medidas que las han provocado.
  • Es necesario visibilizar los trabajos de cuidados y repartirlos de forma igualitaria.
  • No hay empleo en un planeta muerto.
  • La lucha del ecologismo es también la lucha de clases.

Asimismo es cierto que, partiendo de estas premisas, se hacen necesarios numerosos cambios conceptuales para abordar la cuestión del empleo y, en términos generales, del trabajo. Algunos de ellos son:

  • No se puede reducir el concepto de trabajo al de empleo.
  • Mirar la realidad solo desde la economía monetarizada supone invisibilizar los trabajos de cuidados para la reproducción social y el trabajo de mantenimiento de la naturaleza para autorreproducirse.
  • La resolución de necesidades ha de ser más central que el concepto de producción (que además suele confundirse con la extracción).

Dificultades y contradicciones

Al mismo tiempo, no puede negarse que se observan diferentes dificultades y contradicciones en las preocupaciones del movimiento sindical y el ecologista.

Para empezar, ambos movimientos no comparten el mismo imaginario. Mientras una parte importante del mundo sindical aspira al crecimiento económico convencional para resolver la creación o el mantenimiento del empleo –y para ello propone incrementar la producción, invertir en la construcción de infraestructuras, aumentar los regadíos, etc.–, el movimiento ecologista busca más el equilibrio –y no el crecimiento– con la naturaleza, la disminución de la extracción de materiales, del uso de energía y de la emisión de residuos, entre otras cosas para poder mantener el trabajo en el futuro. Podría decirse, desde nuestra perspectiva, que para poder avanzar en la construcción de imaginarios comunes sería necesaria, como decíamos en las conclusiones de las jornadas, una “alfabetización ecológica”.

Igualmente, se produce un desacuerdo en relación a los plazos que establecemos para avanzar en el cambio de modelo. Este desajuste de plazos se manifiesta, sin ir más lejos, cuando la resolución de necesidades en el corto puede impedir la resolución de necesidades en el medio-largo plazo; hablamos, por ejemplo, del mantenimiento del empleo en sectores altamente contaminantes. Junto a ello, en numerosas ocasiones se producen desfases entre los intereses locales e individuales y los intereses globales y colectivos, que son difíciles de casar en un contexto de pérdida acelerada de empleo y derechos sociales. Sí hay acuerdo, sin embargo, en que no hay tiempo para el largo plazo en cuestiones tan relevantes como el cambio climático, para la que solo nos queda una década para reaccionar.

En los debates entre ecologismo y sindicalismo surgen también algunas otras dudas y puntos de fricción, entre los que podríamos citar los siguientes:

  • Se da la circunstancia de que los sectores más sostenibles son más débiles sindicalmente que los sectores de actividad más contaminantes (minería, metalurgia, etc.).
  • Se hace necesario repartir el empleo y el trabajo.
  • Para cambiar las reglas de funcionamiento de la sociedad se necesitan amplias mayorías; sin embargo, cuanto mayor es la coalición menos se comparte el imaginario de la austeridad material y el crecimiento relacional.
  • No está respondida la pregunta de qué alianzas son deseables –y posibles– para la acumulación de fuerzas.
  • Tampoco queda claro de dónde sacar los recursos públicos que se necesitan para hacer la transformación ecológica y social necesaria.
  • Las luchas y experiencias locales han de complementarse con medidas sistémicas y globales para evitar que estas últimas las asfixien.

El debate, según sectores de actividad

De cara a construir una sociedad sostenible basada en los principios de la justicia social y ambiental, ya sea llegando a ella mediante un proceso de transición o revolucionario, se hace necesario elaborar propuestas alternativas según los diferentes sectores de actividad socioeconómica. Así, pensar en cómo podemos ir haciendo la transición hacia sociedades post-capitalistas fue otro de los elementos centrales de las discusiones que tuvimos en las jornadas Ecología y empleo. Los resultados de los debates, como seguramente corresponde al estado actual de la reflexión general al respecto, arrojaron más preguntas que respuestas. Con objeto de que puedan servir para seguir fomentando un debate en el que deberemos ir avanzando en los próximos tiempos, recogemos a continuación las más destacadas.

Transporte: ¿En qué medida una estructura de movilidad sostenible, basada en transporte público poco contaminante, puede absorber el empleo que actualmente crea el transporte privado? ¿Sería viable un modelo de movilidad como el actual sustituyendo los coches y camiones alimentados con productos petrolíferos por otros eléctricos o de agrocarburantes? ¿Qué se puede hacer con las infraestructuras excedentes e innecesarias que se han construido en los últimos años? ¿Habría alguna propuesta de crear empleo que no fuera muy gravosa para las arcas públicas?

Energía: ¿Qué posibilidades y previsiones hay de que las renovables cubran la producción de electricidad para 2030? ¿Y para el conjunto del consumo energético, no solo el eléctrico? ¿Cuál es el potencial de empleo de renovables frente a convencionales? En las previsiones de expansión de las renovables, ¿se tiene en cuenta la escasez física de muchos materiales que se utilizan en los sistemas de captación? ¿No es peligroso desde el punto de vista democrático un modelo eléctrico muy centralizado y dependiente de la tecnología?

Agricultura: ¿Es capaz la agricultura ecológica de satisfacer las necesidades del conjunto de la población? ¿Y sería eso posible sin mecanización? Cuando hablamos de una perspectiva de vuelta al campo, ¿puede considerarse eso hoy una tendencia relevante? Si se propone un trasvase de población urbana al mundo rural, ¿qué debería cambiar en la vida y cultura en este medio para hacerla atractiva a los urbanitas y especialmente a las mujeres? ¿Cuánto empleo podría crear un plan de reforestación general? ¿Tendría sentido y sería compatible con un aumento de las tierras cultivables necesarias para garantizar la soberanía alimentaria?

Industria: Si hablamos de relocalización, ¿cómo debería llevarse a cabo una reubicación de unidades productivas basada en la minimización espacial de los flujos de mercancías? En la problemática del carbón, ¿qué alternativas unitarias de sindicalismo y ecologismo podrían elaborarse cara a la inevitable reconversión del sector? ¿Qué posibilidades hay de una implantación real y progresiva de la química verde, tanto en el sector industrial como en las actividades cotidianas? ¿Cómo podrían reconvertirse en términos de empleo las industrias del automóvil, hidrocarburos, defensa…?

Turismo y urbanismo: ¿Es posible algún tipo de turismo de masas que no dañe los ecosistemas? ¿Cómo promover un turismo menos estacional que cree empleo estable? ¿Qué posibilidades de empleo tiene la rehabilitación en el sector de la construcción? ¿Es posible derribar muchos edificios sobrantes o los que ocupan las mejores tierras de cultivo? ¿Cómo habría que hacerlo?

Servicios Públicos: ¿Sería posible un control ciudadano de los sectores públicos, para que no esté solo en manos de funcionarios y/o el Estado? Dado que la educación pública no está garantizando una adecuada formación para la sostenibilidad, ¿cómo habría que tratar desde lo público-estatal a proyectos que sí van en esa línea? ¿Es razonable y viable solicitar transporte público gratuito? El modelo sanitario actual es paliativo e intensivo en recursos materiales, ¿habría otro modelo sanitario con otros parámetros? ¿Cuáles serían sus características y cómo repercutiría en el empleo en ese sector?

Cuidados: ¿Cuánto tiempo de vida se dedica a las tareas de cuidados? ¿Es viable como estructura económica-laboral que los trabajos de cuidados estén mejor o igual pagados que los de otros sectores? ¿Bajo qué condiciones? Cuando hablamos de cuidados, ¿es posible en nuestra cultura incorporar la necesidad de cuidar de manera efectiva e igualitaria a la naturaleza y al resto de seres vivos? ¿Qué propuestas normativas pueden hacerse para que sea una realidad el reparto del trabajo de cuidados?

Propuestas y alternativas

Todavía queda un largo camino por recorrer a la hora de construir propuestas alternativas al statu quo que permitan, al mismo tiempo, afrontar la crisis del modelo de trabajo/empleo y la crisis socioecológica. Pero aquí y ahora ya se están dando pasos en esa dirección. Como se desarrolla en otros artículos de esta misma revista, las propuestas de reparto del trabajo y de transición justa son, por ejemplo, algunas de ellas.

Parece claro que si no es posible, ni deseable, el crecimiento del uso de materiales y energía, es necesario empobrecerse materialmente y enriquecerse relacional y culturalmente. Así pues, el trabajo –tanto si disminuye, por efecto de la tecnología, como si aumenta, por una menor disponibilidad energética– hay que repartirlo. Y, a partir de aquí, lo que hay que concretar es cómo llevarlo a cabo: con una combinación de estrategias de cambio y transición en lo macro y micro; pensando en términos de cooperación y no de competencia; analizando qué trabajos son necesarios, útiles, penosos, etc.

En una línea similar, las propuestas de avanzar hacia una transición justa se articulan en torno a la transformación del modelo productivo teniendo en cuenta la problemática socioambiental. Es decir, que no puede pensarse en una transformación de la economía sin garantizar el acceso de la población a los bienes necesarios para la vida; al igual que no tiene sentido transformar la sociedad sin considerar como centrales los principios de igualdad, justicia, redistribución, etc.

En todo caso, para poder avanzar en la construcción y puesta en práctica de alternativas socioeconómicas es fundamental fomentar las relaciones de confianza, trabajo conjunto y apoyo mutuo entre los movimientos ecologistas y sindicales. Sabiendo que, en términos de empleo, va a resultar inevitable la reducción e incluso la eliminación de determinados sectores de actividad: automoción, turismo, energía nuclear, industria petroquímica, construcción, armamento… Pero, a la vez, siendo conscientes de que pueden repensarse y fomentarse otros sectores como el de las energías renovables, la agricultura ecológica, la educación, la banca pública, etc.

Todo ello, eso sí, sobre la base de una ineludible reducción en los niveles de consumo que hemos venido teniendo en las sociedades occidentales en las últimas décadas, lo cual sin duda tendrá consecuencias sobre el mundo del trabajo y el empleo tal y como lo hemos conocido hasta ahora. En eso estamos.