El Plan General de Ordenación Urbana de 1999 lo calificaba como espacio general de espacios libres adscritos a suelo urbanizable. Es decir, que en la práctica debía ser destinado a zona verde o parque, pero no a suelo industrial y por tanto, lo protegía de toda actuación en su contra. La familia Moliner, propietaria del terreno, impugna ante los tribunales esta clasificación, ya que quieren convertirlo en industrial.

En 2001 la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia dicta sentencia dando la razón a las propietarias y yendo más allá de lo reclamado, al permitir que el suelo fuese considerado como industrial, aunque solo se pedía que fuera declarado urbanizable. La sentencia supuso además, una modificación puntual del PGOU que se lleva a efecto sin participación publica.

En este momento pudo presentarse recurso en contra de la resolución judicial o haberse puesto en marcha actuaciones que volvieran a proteger el Montecillo. Sin embargo, el ayuntamiento, gobernado por PSOE, IU y Tierra Comunera no hicieron nada a este respecto y permitieron las actuaciones que se llevaron a cabo años después, con el PP de nuevo en el gobierno municipal. En este momento las personas propietarias de los mismos, se lo vendieron a la empresa Inbisa, su actual propietaria.

En septiembre de 2005 comenzó la tala del Montecillo de Villafría. Más de quinientos ejemplares de encinas, robles y quejigos, que en algunos casos tenían más de trescientos años, fueron arrasados. La tala puede calificarse de ilegal ya que en el momento de llevarse a cabo había caducado la licencia de desbroce, conforme a los plazos que la ley establece. Además, dicha licencia había sido concedida a la anterior propietaria, figurando a nombre de Concepción Moliner, sin haberse realizado la transmisión preceptiva a su nuevo titular, la empresa Inbisa.

Así, se convirtió este último vestigio de bosque autóctono en Burgos, en un solar a la espera de que se instalaran naves e instalaciones industriales. Paradójicamente, esta actuación discurría en paralelo a la declaración del llamado “Cinturón Verde de Burgos”, un corredor vegetal que atraviesa la ciudad siguiendo los cursos fluviales. Dicho proyecto seguía incluyendo el recién talado Montecillo como comienzo del “Cinturón Verde”.

La tala del Montecillo fue justificada en ese momento por la supuesta necesidad de suelo industrial para la ciudad. Pero, la realidad ha resultado ser bien distinta ya que han pasado casi diez años sin que ninguna empresa haya optado por instalarse en ese terreno y ha puesto de manifiesto que la necesidad de suelo industrial no era un hecho cierto.

Ahora, en 2014, nos encontramos con una propuesta para actuar en el Montecillo. Se trata de la construcción de un gran centro comercial, que generará empleo a costa de destruir otros, al que se accederá mayormente en vehículo a motor y que fomenta un tipo de consumo basado en criterios poco sostenibles social y ambientalmente. Sinceramente es algo bastante difícil de justificar y nuevamente pone de manifiesto que se priorizan los intereses económicos de unas pocas personas por encima de los del resto.