La Empresa Municipal de transporte de Madrid (EMT) pretende suprimir ocho líneas de autobuses los domingos y festivos a partir del 13 de julio. Esta medida se suma a anteriores ajustes a la baja de líneas, frecuencias y vehículos, la tiempo que se registran subidas de tarifas. La Plataforma Madrid en Transporte Público (MTP), en la que participa Ecologistas en Acción, reporta un goteo de recortes que afecta especialmente a barrios populares de la periferia.

Las líneas 22, 83, 108, 129, 149, 156, 247 y 401(E1) dejarán de funcionar los domingos y festivos en el plazo de dos semanas. Antes fue suprimida la línea I (Somosaguas), la 117: también se registró la desaparición del Metrobúho o el retraso hasta las 7 de la mañana del inicio del resto de autobuses domingos y festivos. El goteo se completa con la retirada de autobuses de la circulación que desde 2010 suponen ya 450 autobuses menos, lo que ha afectado a las frecuencias de paso y aumentado los tiempos de espera en las paradas. En algunos casos, la suspensión de línea elimina cualquier vía de comunicación pública, como la 83 que va al parque sindical desde el barrio del Pilar.

La política de recortes, si no se enmienda pronto, convertirá el transporte público en un medio ineficaz, lento y caro, del que huyan cada vez más usuarios, justificando así nuevos recortes, en un círculo vicioso de desmantelamiento del mismo.

Estos recortes son el resultado de la pésima gestión de la EMT, y también de la reducción de las aportaciones de las administraciones central y autonómica al Consorcio, que pretende ahorrar 200 millones de euros en gastos en 2014, a costa de los usuarios.

La plataforma MTP considera que el mantenimiento de un transporte público de calidad debería ser una prioridad del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, ya que es a la vez una necesidad y un derecho ciudadano que ellos tienen la obligación de proporcionar, llevando a cabo políticas que aumenten el número de usuarios a la vez que disminuyan los vehículos privados en circulación. Las ventajas del transporte público son innegables para la ciudad: resulta más barato, consume menos energía, emite menos CO2, reduce la contaminación, ocupa menos espacio público, es más seguro, universalmente accesible y, por lo tanto, más democrático. Su promoción pasa por atender las necesidades de movilidad de la población, proporcionando un servicio eficaz, reduciendo tarifas y creando abonos específicos para los colectivos más afectados por la crisis y la gratuidad para los niños y familias con pocos recursos.