Informe publicado por SumOfUs, con la colaboración de Ecologistas en Acción, en el que se muestra que las principales compañías farmacéuticas, como Pfizer y Teva, se abastecen de productos de fábricas contaminantes procedentes en su mayoría de China. A pesar de la falta de transparencia en la cadena de producción de estas grandes farmacéuticas, SomeOfUs revela que las multinacionales médicas obtienen las materias primas (APIs) de fábricas chinas e indias para la posterior elaboración de sus antibióticos. Durante el proceso de extracción y producción de las APIs, en las fábricas chinas se producen multitud de vertidos que contaminan el medio ambiente y crean el clímax idóneo para el auge de la resistencia bacteriana a los antibióticos (AMR, por sus siglas en inglés).

Estas superbacterias se pueden transmitir a través de la carne, el agua contaminada, el aire o por medio del contagio entre personas que ya están infectadas. Hay casos de bacterias que fueron identificadas por primera vez en la India, pero hoy se encuentran en Francia, Japón, Omán y Estados Unidos. Con la globalización cualquier problema de salud local se puede convertir en un desastre de proporciones mundiales, razón por la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga la AMR como uno de los principales riesgos para la humanidad. La propagación a nivel global de la resistencia antimicrobiana implicaría que enfermedades tan serias y contagiosas como la gonorrea y la neumonía podrían volverse incurables tarde o temprano. De hecho, como el número de casos intratables aumenta progresivamente en el mundo, cada vez más médicos consideran los tratamientos basados en los antibióticos como la última opción.

En el informe se detallan distintos mecanismos y buenas prácticas que la industria farmacéutica, junto con los gobiernos de todo el mundo, deberían poner en marcha para reducir su contribución al AMR: desde políticas de transparencia hasta implementar buenas prácticas de producción o aprobar regulaciones medioambientales exigibles a los productos comercializados.

Pero en vez de esto, y como hace público el último estudio del Observatorio Corporativo Europeo (CEO), las grandes compañías farmacéuticas, entre ellas Pfizer, gastan millones de euros en actividades de lobby para lograr que el acuerdo de liberalización comercial que se está negociando entre EE UU y la UE vea la luz. Un acuerdo que, de ponerse en marcha, desregularizará aún más el comercio de medicinas y que, bajo la excusa de la «estandarización de procesos”, se propone rebajar aún más los ya de por sí laxos requirimientos ambientales. Es decir, si este acuerdo comercial finalmente se aprueba, como pretenden las grandes farmacéuticas, la producción irresponsable de antibióticos continuará y las opciones de regularlo se verán muy limitadas, lo que incrementará el riesgo de padecer epidemias globales causadas por bacterias superresistentes.

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