Ecologistas en Acción repudia y muestra su más enérgica repulsa por la masacre indiscriminada ocurrida en París y se solidariza con las víctimas y sus familias. No hay ninguna excusa ni atenuante para el asesinato indiscriminado de cientos de personas en París. No hay ninguna justificación para generar tanto dolor ni para una acción de este tipo.

Del mismo modo, para una organización pacifista como la nuestra, tampoco hay justificación para las repetidas acciones militares de los ejércitos de EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia o España, con miles de muertos/as civiles detrás, en Pakistán, Afganistán, Iraq, Siria o Palestina. Toda esa región ha sido desestabilizada una y otra vez para el control de los recursos y el acceso y salida de ellos.

Sólo desde 2011, en la guerra de Siria, enclave estratégico para el acceso a recursos energéticos han muerto 125.000 personas, y unas 4.300.000 han abandonado el país, en lo que se viene en llamar «crisis de refugiados». En este desastre tuvo gran responsabilidad el gobierno francés que ordenó bombardeos en Siria.

Total opera en Iraq desde hace 90 años. Después de la guerra de Iraq, los invasores se repartieron de nuevo el petróleo, entre ellas, Repsol y la francesa Total. Total consiguió el contrato para explotar el campo Halfaya y 4 licencias de explotación en el Kurdistan iraquí. Lo mismo ocurrió en otros lugares el planeta, como el Sahel o el norte de África.

Francia fue la potencia colonizadora del Sahel (Mali, Níger, Chad), control que aún ejerce. En la actualidad es de allí de donde importa el uranio que abastece a su producción nuclear (59 centrales). Esta es la causa fundamental que le llevó a intervenir militarmente en Malí en 2013. Las víctimas de aquella actuación se desconocen, aunque se estima que fueron más 1.000 malienses, 9 soldados franceses, otros 93 de los distintos países que apoyaban a Francia y 41 cascos azules.

En el Magreb africano, el Gobierno francés jugó un papel primordial en la intervención en Libia de 2011. Su resultado fueron entre 10.000 y 15.000 muertos/as. Este año ese conflicto bélico se reanudó. Actualmente, Libia continúa en un estado de fragmentación similar al que sufren países como Siria o Iraq. La economía de Libia depende del petróleo en un 95%, y casi el 80% de ese petróleo va a Europa.

Desde el descubrimiento de petróleo en Mesopotamia, esta zona ha sido partida; sus gobiernos han sufrido conspiraciones, sabotajes, bloqueos; se han creado grupos desestabilizadores, que se han vuelto luego contra los intereses occidentales; se han lanzado invasiones; se ha bombardeado a población civil; se ha mantenido a la población en campos de refugiados; etc. Todo ello justificado con valores imperialistas, hegemónicos, racistas y religiosos. Todo ello para justificar el control del recurso al que nuestra civilización es adicta: el petróleo (al que añadimos el gas y el uranio).

Estos recursos son casi inexistentes en Europa, por lo que se depende de importaciones, y en Estados Unidos y Canadá hace tiempo que se entró en un declive del petróleo convencional (pico del petróleo), lo que ha impulsado otras técnicas más drásticas con el medio ambiente y la sociedad, pero insuficientes para la sed energética.

La transición post-petrolera es la única alternativa a esta vorágine, pero es ignorada porque el control corporativo del mercado y las instituciones obligan a seguir con los mismos esquemas de consumo.

Necesitamos salir de la espiral de destrucción humana y ambiental. Hacerlo pasa por reorganizar profundamente nuestro sistema social, económico y energético.

Necesitamos recordar a los/as muertos/as, los/as de ahora y los/as de antes, los/as de aquí y los/as de allá. Es ineludible avanzar hacia un modelo energético nuevo. Tenemos que organizarnos contra el poder corporativo, contra su incrustamiento en las instituciones, contra su control de la sociedad, contra la adicción al crecimiento y el beneficio, la religión de la codicia que provoca tanta muerte. Debemos seguir denunciando las guerras y la violencia, la educación militar y su ensalzamiento. También el imperialismo, la dominación económica, el poder de las instituciones financieras y las instituciones internacionales que las apoyan. Es urgente denunciar el fundamentalismo religioso y los prejuicios de toda índole: racistas, culturales, xenófobos, homófobos, patriarcales y sexistas. Toca educar, crear, aprender. Toca cambiar. Toca reducir. Toca seguir.

Para Ecologistas en Acción, organización de firmes convicciones pacifistas y antimilitaristas, el mejor homenaje a las personas asesinadas en París sería que la próxima Cumbre de Cambio Climático, a celebrar allí mismo, engendre un salto cualitativo en nuestro cambio de modelo energético.