El 30 de noviembre se inició en París el Cop 21 o Cumbre del Clima. Pero qué es y de dónde viene el Cop 21. En 1992 se redacta la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que entra en vigor dos años después. La misma pretende lanzar luz sobre los problemas ligados al cambio climático. Dicha convención tiene como órgano supremo la Conferencia de las Partes (por sus siglas en inglés, conference of the parties), reuniéndose desde 1995 y también conocidas, estas reuniones, como Conferencias Sobre el Cambio Climático o Cumbres del Clima. Pues bien, las Cumbres Climáticas se vienen celebrando ininterrumpidamente desde 1995, naciendo de la celebrada en 1997 el protocolo de Kioto; y siendo, la que el presente año ha tenido lugar, la 21ª Cumbre por el Clima, en París.

El inminente objetivo de estas reuniones es establecer los compromisos y mecanismos necesarios para la reducción de los gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático, con la meta de detener la subida de la temperatura mundial en dos grados centígrados. Si bien es verdad que la sociedad civil ha tenido cabida en el encuentro de líderes mundiales, también lo es que dicha participación queda lejos de ser significativa, ¿acaso la sociedad civil organizada no tiene nada que aportar? Cientos de personas pertenecientes a diversas organizaciones que luchan por los derechos sociales y ambientales de las personas, así como a título individual, llegaron a París para hacer eco de sus voces, para subrayar la importancia de que esta cumbre no puede ser otra más de las tantas celebradas en las que los acuerdos no son vinculantes y a los cuales no se les ha dado seguimiento. París no se juega el clima, París se juega miles de vidas así como el deterioro de la calidad de otras tantas; como dijo el jefe indio Seattle «la tierra es una herencia de nuestros hijos». Millones de personas han alzado su voz, París debería de ser una inflexión del discurso político internacional. Las primeras noticias que llegan de allí son de esperanza, un despunte en la consciencia por parte de los dirigentes políticos, quienes parecen haber comprendido que es ahora o nunca. Tras los recientes atentados de París, la ciudad brota de nuevo en verde, verde que ha llevado seres humanos de todas las partes del globo y verde surgido también en manifestaciones por todo el planeta y con vista en París; sin embargo, surgen muchas dudas si me lo permiten. Si en París se plantea un cambio de modelo energético, la base para reducir las emisiones de gases efectos invernadero, ¿por qué Hollande bombardea Siria?, ¿no son acaso las guerras la punta de lanza de un modelo energético desmesurado e inhumano?, ¿Será el miedo a nuevos ataques terroristas la excusa para mantener el actual modelo energético?. Distintas imágenes le pueden surgir al lector; inundaciones, ausencia de glaciares, proliferación de zonas desérticas, desplazados, invasiones militares, especies que desaparecen… diapositivas de una mismas película, de un mismo modelo energético.

Laurent Fabius, ministro francés de Exterior, ya advirtió tres días después del inicio de la cumbre, de que las negociaciones iniciadas iban muy lentas. No es tiempo de poner lastres, los seres humanos (me niego a decir «el clima») no están para demoras; un fracaso en París como el de Kioto puede ser un verdadero «Black World», en alusión al Black Friday (por cierto con un récord en venta de armas en los EEUU), icono de un consumismo desmesurado y bandera del ya mencionado modelo energético actual. El 10 % de la población mundial emite más del 50 % de los gases efecto invernadero, por lo que me siguen surgiendo preguntas, sin intención de responderlas, porque a veces las preguntas son la mejor forma de expresar opinión: ¿no es acaso el cambio climático una de las consecuencias de un mundo desigual?, ¿no pasa el cambio por el clima por la recuperación de la soberanía de las naciones sobre las multinacionales?.

Ha terminado la cumbre de París y sabemos los acuerdos y decisiones tomadas, pudiendo tener una idea del grado de compromiso, pero será el tiempo (a corto plazo) el que demostrará si esta cumbre número 21 será una más entre tantas o por el contrario podremos decir que fue el inicio de una transición. Ante la duda, dada la trayectoria histórica, que del COP 21 surja el estandarte de un nuevo modelo energético y por tanto económico, como ciudadanos no podemos esperar, hay que sumarse al cambio ya iniciado años atrás por la sociedad civil de todo el mundo, un camino hacia el decrecimiento, único garante (al menos demostrado hasta la fecha) del cambio en el consumo de combustibles fósiles, además incidente en un sistema económico sustentado sobre el atroz consumo y encabezado por los «lobbies del apocalipsis», perdonen por ésta palabra, quería decir «lobbies de grandes empresas»; el fracaso de Kioto no paró a la sociedad civil; tampoco lo hará, si fracasara, la cumbre 21. Pero lo deseable, claro está, es que las instituciones supranacionales y nacionales caminen de la mano de sus ciudadanos. ¿Habremos aprendido? Pregúntenselo a Kioto.

Por Juan Muñoz Montero, Ecologistas en Acción de Roquetas de Mar.