La intención de ENCE Energía junto al Gobierno de Canarias de introducir en Gran Canaria y Tenerife centrales térmicas de electricidad a partir de la incineración de biomasa , ha abierto el debate en torno al empleo de la bioenergía en nuestras islas. Así, tanto el Cabildo de Gran Canaria, Ayuntamiento de las Palmas de Gran Canaria, Mancomunidad del Sureste, como algunas asociaciones, se han mostrado favorables a la utilización de la biomasa partiendo de un “modelo descentralizado y acorde al territorio”; y del “uso de plantas a pequeña escala” para la producción de calor o biogás mediante el aprovechamiento de biomasa local. En esta línea, se han apuntado las potencialidades que ofrecen los bosques existentes en Gran Canaria, principalmente de eucaliptos, desde el punto de vista de su valorización energética para el consumo descentralizado en calderas de biomasa para piscinas públicas, hoteles o casas particulares; y por otro, la posibilidad de introducir cultivos de alto rendimiento tanto de eucaliptos como de tuneras, en terrenos agrícolas marginales, para la producción de astillas destinadas a generar calor y a producir biogás respectivamente.

Desde la federación ecologista se aboga por fomentar y regular determinados usos de la biomasa de nuestros bosques desde el punto de vista energético, cuando sea posible y siempre para la producción a pequeña escala, en zonas concretas como parte de la economía local y bajo criterios de sostenibilidad y eficiencia. No obstante, consideramos que ha de priorizarse su aprovechamiento material lo máximo posible, por ejemplo en forma de compost de calidad para fertilizar los suelos, antes que su valorización energética.

Si bien la utilización como fuente de energía de la biomasa puede cumplir un papel en la transición hacia un escenario energético basado en las renovables, como elemento complementario o de respaldo a la solar, eólica o geotérmica; y que podría tener un rol importante tanto a nivel ecológico (prevención de incendios), como económico y social (complemento al desarrollo y revitalización de zonas rurales). Consideramos que ello no
puede hacerse de modo discrecional, fomentando prácticas poco sostenibles como la plantación intensiva de eucaliptos y tuneras, en tierras marginales de cultivo, para la generación térmica e incentivando una demanda que podría cubrirse con sistemas más eficientes y sostenibles en las Islas como la solar térmica.

La producción de biomasa para calor con cultivos de eucaliptos o de tuneras para biogás en Gran Canaria, que puedan competir con la producción alimentaria al ocupar tierras de cultivo abandonas, pensamos que no ayudaría a una economía tan dependiente de las importaciones de alimentos. Según el Cabildo de Gran Canaria en la isla solo se produce un 10% de los alimentos que consumimos, por lo que estamos importando la práctica totalidad de los mismos. Destinar tierras aptas para la alimentación a la plantación de cultivos energéticos, aunque sea de consumo local, solo ahondaría en nuestra dependencia del exterior y aletargaría el camino hacia la soberanía alimentaria.

Según datos del Gobierno de Canarias en 2009 se produjo un importante descenso de la superficie agrícola cultivada en el archipiélago, pasando de 24,85 hectáreas por cada mil habitantes en 2008 a 19,75 en 2009. En el caso de Gran Canaria, según la misma fuente, solo el 5,85 % de la superficie de la Isla está destinada a la actividad agrícola, 30.000 hectáreas de las que solamente 9.000 están cultivadas. Por ello desde la Federación Ecologista consideramos que esas tierras son un recurso estratégico y esencial para garantizar en un futuro nuestra soberanía alimentaria, evitando cualquier destino de las mimas separadas de dicho uso. No podemos dejar, tal y como ha sucedido en otros territorios del estado Español que la biomasa se convierta en un problema al destinar suelos agrícolas a la plantación intensiva de eucaliptos o tuneras. Por otro lado, a nadie se le escapa los impactos ecológicos asociados al manejo de estas dos especies, tales como la competencia con ecosistemas locales, procesos de degradación, pérdida de fertilidad del suelo o erosión por malas prácticas forestales y su cultivo en lugares poco apropiados, que podría agravarse con su reintroducción como cultivo energético. Recordemos que eucaliptos y tuneras se introdujeron en nuestra isla, tal y como se pretende ahora, bajo criterios esencialmente económicos sin tener en cuenta las consecuencias ambientales que ello aparejaría. Estos problemas han llevado a la catalogación de la tunera india (opuntia dilleni) y tunera común (opuntia máxima) como especies exóticas invasoras.

Solicitamos al Cabildo coordinación entre su política ambiental, energética y agrícola dado que subvenciona a la Mancomunidad del Sureste con 200.000 € para cultivos energéticos con tuneras, mientras gastó 329.506 € en la Restauración Ambiental del Sitio de Interés Científico de Juncalillo del Sur, donde una parte de ese dinero se usó para el control y erradicación de esta misma especie.

Asimismo, en ningún caso podemos pensar en estas plantaciones de ciclo corto, destinadas a la obtención de energía, como bosques y atribuirles un incierto beneficio frente al cambio climático, considerando nulas sus emisiones de GEI. Al contrario, dudamos, por su carácter de monocultivo intensivo, de regadío, mecanizado y dependiente de fertilizantes, herbicidas y plaguicidas, que su balance total de emisiones de CO2, una vez transformados en energía, sea neutro.

Desde Ben Magec-Ecologistas en Acción ya hemos mostrado nuestro rechazo a modelos de desarrollo, como el planteado por ENCE Energía, basados en la generación de electricidad a gran escala mediante la incineración de biomasa. Nuestros planteamientos de cara al nuevo escenario energético se dirigen hacia la reducción de las necesidades y el consumo energético, apostando por el ahorro y la eficiencia.

La obtención de energía a partir de biomasa no ha de competir con la producción de alimentos ni generar nuevos problemas ambientales, sino dirigirse a su aprovechamiento a pequeña escala, vinculada a la disponibilidad de recursos locales.

Creemos que hay que abrir un debate amplio en torno a la generación de bioenergía en la Isla, dado que un recurso renovable (reemplazable o que vuelve a crecer) no necesariamente ha de ser sostenible; es decir, que siendo productivo no impacte sobre el medio y quienes lo habitan.