Esta vez no lo decimos Ecologistas en Acción, esta vez lo dicen ante la juez tres organismos independientes.

Después de lo sucedido en Muñeca de la Peña (en las cercanías de Guardo) el pasado 12 de Diciembre de 2014, donde la Junta de Castilla y León a través de su Dirección General de Medio Natural en Valladolid y el Servicio Territorial de Medio Ambiente de Palencia acudieron al rescate de un oso pardo en mal estado y, con la inestimable ayuda de los servicios veterinarios de Cabárceno (Cantabria), el oso se les murió.

El asunto continúa bajo investigación judicial y las partes personadas insistimos en que todo fue una auténtica chapuza, digna de gente que, a pesar de lo que digan sus títulos y sus papeles, consideramos que no están capacitados para conservar osos y algunos, lo que es peor, no sabemos si quieren conservarlos.

Pues bien, después de una acertada petición de una de las partes personadas (FAPAS), se han incorporado a la causa judicial tres informes, uno de la Junta de Andalucía, otro de un centro veterinario extremeño especialista en fauna salvaje y el tercero de la Universidad de Alcalá de Henares, que dejan en muy mal lugar la forma del procedimiento y a los que participaron que, ante su señoría, presumieron de títulos, experiencia y conocimientos, algo que estos informes no avalan.

No consiguieron salvar al oso y, lo que es peor, pretendían cerrar la investigación con un carpetazo, sin una triste analítica toxicológica que descarte ciertamente el veneno como posible causa de muerte, entre otras, y dando como probables causas de esa muerte unos argumentos propios de un recreo de parvulario.

Es muy triste ver declarar ante la Juez a personas que se presupone deben conservar osos argumentando, no sabemos si intencionadamente o por ignorancia, hipótesis inverosímiles y, lo que es peor, después quejándose amargamente de que han tenido que declarar, ellos, técnicos y jefes, por culpa de cuatro ecologistas radicales.

Pues bien, esos informes recién incorporados parece que aportan por fin sentido común, aderezado con una dosis de conocimientos y experiencia que parecen faltar por estas tierras. Tienen que venir de fuera para decirnos lo torpes que somos. Ha quedado claro, los participantes en el proceso saben de osos cautivos, americanos y muertos, pero muy poco de osos cantábricos vivos.

Esperemos que no haya otro caso similar pero como tristemente quizás no sea así, confiamos en que esa próxima vez sí haya transparencia, claridad, tratamiento veterinario profesional, custodia por agentes de la autoridad, y garantías judiciales en todo el procedimiento, junto con una necropsia multidisciplinar. Y no un traslado sin garantías, un oso muerto depositado en una nave, eso sí, con cerraduras, y una necropsia precipitada que niega cualquier otra versión que no sea la suya.

En Castilla y León seguimos sin saber conservar los escasos osos que nos quedan, ¿premeditación o ignorancia? ¿cuándo tendremos responsables?