El control del mercurio a nivel mundial se está viendo obstaculizado por la producción y el comercio ilegales, no declarados ni regulados, denuncia el Grupo de Trabajo Mercurio Cero (ZMWG) [1] al que pertenece Ecologistas en Acción, en vísperas de la séptima reunión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC7) que ultimará los detalles del Convenio de Minamata.

El Convenio de Minamata sobre el Mercurio [2], de 2013, firmado por 128 países y ratificado de momento por 23, tiene como objetivo proteger la salud humana y el medio ambiente frente a la contaminación por mercurio prohibiendo abrir nuevas minas, fijando controles para las emisiones a la atmósfera, regulando la minería artesanal del oro a pequeña escala e imponiendo la eliminación progresiva de la extracción y de los productos existentes actualmente en el mercado.

Sin embargo, la organizaciones ecologistas advierten de que los esfuerzos por reducir los niveles de mercurio pueden fracasar si no se establecen controles sobre su producción y comercio antes de que el Convenio de Minamata entre en vigor, una vez que 50 países lo hayan ratificado [3].

El mercurio es una potente y persistente neurotoxina bioacumulable especialmente peligrosa para el desarrollo cerebral de los niños, las poblaciones costeras y los mineros del oro a pequeña escala.

Para poner fin al comercio de mercurio es necesario saber de dónde viene y a donde va, pero la falta de información sobre su oferta y demanda impide una visión clara de la situación mundial real. Algunos países productores de mercurio no informan de los niveles de producción y muchos no tienen inventariadas sus existencias debido a la proliferación del contrabando [4].

Además, están apareciendo nuevas (y dentro de poco ilegales) minas de mercurio primario en Indonesia y México, y Asia Oriental se está convirtiendo en un importante centro de comercio. Esta actividad nutre la demanda de mercurio para la minería artesanal del oro en todo el mundo, especialmente en Asia y América Latina.

Para controlar y gestionar eficazmente el comercio de mercurio, los países deben identificar y cuantificar sus fuentes de producción, ser transparentes sobre las cantidades producidas y las reservas y decir si están exportando, cuánto y a qué países. Para ello es preciso contar con una estructura eficiente de información y seguimiento. La obligación de presentar datos exactos es fundamental para que el Convenio de Minamata sobre el Mercurio no se convierta en papel mojado. Ecologistas en Acción ha hecho un llamamiento a la Unión Europea para que apoye un sistema de control que recopile los datos del comercio del mercurio procedente de la exportación y la importación así como del sector industrial.

Notas

[1] ZMWG es una coalición internacional de 95 organizaciones no gubernamentales defensoras del medio ambiente y de la salud de 50 países, entre ellas Ecologistas en Acción

[4] En el año 2014 se descubrió que una empresa de residuos alemana ya desaparecida, DELA GmbH, había sacado ilegalmente de la UE más de 1.000 toneladas de excedentes de mercurio metálico de la industria del cloro-álcali, eludiendo la prohibición de exportación vigente. DELA disfrazó el mercurio como “residuos” y exportó unas 500 toneladas a Suiza, Grecia, Países Bajos y otros países.

DELA fue capaz de moverse para no entregar el mercurio estabilizado para su almacenamiento y eliminación porque no existe un mecanismo que obligue a realizar un seguimiento del mercurio hasta su destino final. Las autoridades aún no saben dónde fue todo aquel mercurio, pero sí se sabe que los principales países de destino comercian con países donde hay una importante minería artesanal a pequeña escala de oro que vierte directamente el mercurio al medio ambiente, exponiendo a los mineros y a sus familias a este peligroso metal pesado.