Después de arrasar toda la vegetación ribereña del río de Oro, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en Melilla ha arrojado toda la vegetación, mezclada con la basura y los neumáticos extraídos del cauce, en el entorno del barranco del Nano, zona ZEC integrada en la Red Natura 2000, en una escalada de desatinos ambientales que parece no tener freno.

Arrancar toda la vegetación ribereña del río es una acción por la que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) tendrá que rendir cuentas ante la justicia tarde o temprano. Tirarla a otro espacio natural, el Nano, mezclada con basura y neumáticos, es ya el siguiente paso en la escalada.

En prensa, sus responsables poco menos que le echaban la culpa a los camioneros, un disparate. Esa basura y neumáticos que están entre la vegetación es la que la CHG tenía que haber evitado que llegara al río, o en todo caso haberla retirado del cauce sin dañar la vegetación riparia, auténtico pulmón del río que purificaba sus aguas y albergaba las aves que nos libran de los mosquitos.

En la imagen de la izquierda, y en un vistazo rápido, podemos ver cómo los berros (Rorippa nasturtium), espadañas (Typha angustifolia), carrizos (Phragmites australis), juncos (Juncus acutus) y otras especies mantenían el agua transparente a pesar de los numerosos colectores ilegales de aguas fecales que salpican el río. En la foto de la derecha vemos cómo toda esa vegetación, después de arrancada, es tratada como un residuo más y se tira junto a toda la demás basura, para más escarnio, en otro espacio natural. Para subir un escalón en el desatino.